Las Mellizas son un atractivo de Rosario.
En el centro de Rosario, Las Mellizas son una sorpresa solo visible para aquellos que están atentos. Descubrirlas es parte de un recorrido clásico –aunque no por eso obvio– por el centro de esta ciudad que va mucho más allá del Monumento a la Bandera. Buscarlas, encontrarlas y disfrutarlas, tiene mucho sentido porque hablan de una época de pujanza y prosperidad de la Argentina.
Nuestro punto de partida para celebrar el patrimonio arquitectónico rosarino está en el Hotel Savoy –Esplendor Savoy by Wyndham–, a una cuadra de la calle Sargento Cabral, que es bajada natural al río. “A mediados del siglo XIX por acá descendían los carruajes en dirección a los muelles. Por eso en Córdoba y San Martín nació la city, con los bancos y la Aduana”, comenta Analía Brarda, que es doctora en Historia, además de guía del Ente Turístico Rosario. Ella nos lleva hasta la ex-Aduana, que ahora es Municipalidad y data de 1913, mientras cuenta: “Rosario era un punto clave del Camino Real que comunicaba el puerto de Buenos Aires con el Alto Perú. Se conformó como poblado en 1774, de forma espontánea. A mediados del siglo XIX se llamaba Ilustre y Fiel Villa del Rosario. No fue fundada por españoles, pero de todas maneras tomó la impronta de ciudad cuadriculada con iglesia y escuela, alrededor de la plaza. Se le dio la categoría de ciudad en 1854 y creció muchísimo hasta 1900: pasó de tener 3.000 a 150.000 habitantes. Fue gracias a la inmigración, al ferrocarril y al puerto, que la posicionaba –por orden de Justo José de Urquiza– como punto de salida de la producción de toda la Confederación Argentina. En 1902, en tanto, se construyó un nuevo puerto público y moderno, con un muro de hormigón para que los barcos de gran calado pudieran acercarse. Así Rosario se convirtió en un puerto cerealero fundamental hasta 1950, cuando gran parte de la carga pasó a Buenos Aires”.
Tras la puesta en contexto, la caminata sigue por dos hitos del arquitecto Eduardo Le Monnier. Uno es el espléndido edificio de la aseguradora Bola de Nieve, de 1906, mellizo del que estuvo –está, mejor dicho, aunque irreconocible y sin cúpula– en la esquina de Perón y 25 de Mayo en Buenos Aires. Hay que visitar el de Rosario para imaginar el porteño y asombrarse pensando que alguna vez fue el edificio más alto de la ciudad. ¿El otro? El Jockey Club, de 1915, que es un clásico francés, y recién desde el año pasado admite socias mujeres. Hasta entonces sólo gozaban del club como invitadas de sus maridos, hermanos o padres.
Por el mismo eje que marca la calle Córdoba –cuyo tramo peatonal es conocido como Paseo del Siglo–, llegamos al encantador, aunque un poco fané, pasaje Pan. Galerías de arte, salas para talleres, librerías y algún que otro café se cuelan por este pasaje que perteneció a un señor de apellido Pan; y vinculaba el Jockey Club con la antigua Bolsa de Comercio. Cerquita está también lo que queda de Gath & Chaves, proyectado, al igual que el Savoy, por los arquitectos Conder y Follet. Se levantó en apenas ocho meses y ahora luce desprovisto de toda magia. A unos pasos, La Favorita (1929) nació como puntillería y se transformó en megatienda con marquesina, vidrieras generosas y cúpula con venecitas que gozan, felizmente, de muy buena salud.
Más cerca de Las Mellizas, que son nuestro objetivo, el centro de Rosario hace pensar en la porteña calle Florida: gente que camina apurada, negocios de todos los tamaños y colores, persianas bajas donde la cosa no funcionó, clima de city y conversaciones sobre fútbol donde se enfrentan los hinchas de los dos equipos de primera categoría: Newell’s Old Boys y Rosario Central. Aquí, o se es “leproso” o “canalla”, no hay otra.
En el cruce de Corrientes con Córdoba se da una particularidad que, en un país que protege poco su patrimonio urbano, no hay que pasar por alto. Las fachadas de las cuatro esquinas están intactas. Coinciden La Agrícola, de 1907, que fue el segundo edificio en altura de la ciudad; La Inmobiliaria, de 1916, también sede de una compañía de seguros, junto con La Bolsa (1929) y el ex-Hotel Palace (1920), con la confitería Augustus en planta baja.
A unos pocos metros, finalmente, aparece el formidable Palacio Minetti. Se trata de un edificio que es netamente art déco y que está coronado por lo que vinimos a buscar: Las Mellizas. También conocidas como las gemelas o las hermanas Minetti, es preciso tomar distancia en el reconocido Paseo del Siglo para tener una perspectiva de ellas. Cuando el empresario cerealero Domingo Minetti mandó construir el edificio, en 1929, la cúspide –a 65 m– gobernaba las alturas locales: no había tantos edificios de 13 pisos. El proyecto original correspondió a los arquitectos José Gerbino y Leopoldo Schwatz, pero Juan Bautista Durand terminó la tarea en 1931. El constructor fue Candia y Cía y hay fotos del italiano Rafael Candia ajustando la instalación de las gemelas allá arriba, y sin protección.
Las figuras están hechas de chapas de bronce remachadas (lo que facilitó el tema del traslado e instalación), y fueron emplazadas en 1932. Simbolizan a la Agricultura, y sostienen en sus manos una mazorca de choclo y un racimo de trigo como si fueran antorchas. Tienen 8 metros de altura y fueron construidas por Armando Giovanetti, sobre un proyecto del artista Luis Zanini. Constituyen uno de los mejores ejemplos de Art Decó de Rosario.
En efecto, Minetti quiso representar en su palacio todo el poderío de su pujante firma. Lo hizo según los criterios más modernos de la época, con rasgos que lo asemejan con los rascacielos que había en Nueva York en esa época: mármol rojizo en el frente, tipografía acorde en la fachada, una soberbia puerta de bronce, vidrios de colores y azulejos en los patios interiores. El remate del inmueble es una cornisa en forma de zigzag que lo acerca más al Empire State que al mote de “Chrysler rosarino” que más de uno le ha dado al Minetti.
Ahora que la urbe creció y proliferaron las terrazas en altura en el centro, los drones permiten apreciar a las Mellizas más de cerca y observar sus detalles: están en puntas de pie, desnudas y tomadas de la mano y sus rostros tienen rasgos de aspecto oriental. Un lugar estratégico para disfrutarlas es desde el estacionamiento por calle Rioja entre Paraguay y Corrientes.
Fuente: La Nacion