En la presentación del quinto capítulo Signos Urbanos de la exhibición en línea Pensar todo de nuevo, que lleva adelante la galería Rolf Art con curaduría de Andrea Giunta, la artista Marta Minujín reveló su proyecto de reclinar la Estatua de la Libertad en el Central Park (Nueva York), dentro de dos años, como parte de su serie “acostar los mitos universales para inventar los propios”.
La obra de Minujín, Obelisco acostado (1978), presentada en la primera Bienal Latinoamericana de San Pablo, fue el centro de una conversación virtual pública entre la curadora y la artista por medio de Zoom.
Munida de anteojos de marco rojo y barbijo, Minujín relató que hace tiempo había pensado en la proximidad del tercer milenio (2000) y en un mundo tan cambiante como el escenario propicio para pensar una serie en torno a los mitos universales: así, la idea era proyectar a la estatua de la Libertad, al Partenón y a la torre Eiffel en posición acostada, así como imaginar a las pirámides de Egipto torcidas.
“Hay que acostar los mitos universales para inventar los propios, porque todavía seguimos idolatrando esos mitos”, sostuvo.
La artista recordó que el primer mito que se le ocurrió trastocar fue el Obelisco, en 1978, una acción que funcionó como lectura de la dictadura militar, de ahí la idea de acostar «esa masculinidad brutal, no pensándolo como hombre-mujer -aclara- sino como esa potencia invasora en los otros».
Minujín relató que el trabajo presentado en la Bienal de San Pablo lo comenzó junto a su hijo adolescente, con quien subió al célebre monumento porteño y realizó una filmación en Super 8 de la vista desde los 74 metros de altura.
Con la financiación de Techint Brasil para realizar la obra, la artista construyó una estructura en madera de 74 metros de largo, de 4 x 4 de la punta, por la que se accedía desde la base, con un aparato de televisión frente al que las personas podían sentarse y ver la película que había filmado, después de caminar por el interior valiéndose de sogas flúo. Al año siguiente, realizó el Obelisco de pan dulce en Buenos Aires (1979).
Minujín advierte que cuando vio exhibida la punta del obelisco en el Malba, parte de la obra del artista Leandro Erlich (2015), recordó una exposición organizada por Jorge Glusberg de la Asociación Internacional de Críticos de Arte, donde presentó una obra similar, con las mismas medidas. “Digan lo que digan yo estuve primero”, señaló.
«Todos los países tienen un obelisco -subrayó-. Acá lo aman: la gente de Boca, los actos políticos, toda la irritación, todas las fiestas son en el obelisco. Creo que el elemento más amado del país es el obelisco. En 1964 cuando eramos todos pop -relató también- lo cubrió con helado Laponia alrededor y la gente le pasaba la lengua. Cuando éramos pop y felices, felices y pop».
«La gente salía de la guerra mundial, nosotros teníamos 20 años. Era para festejar la vida. Ahora cuando salgamos de esta pandemia vamos a volver a festejar», explicó.
Para Minujin, «el arte, el gran arte no tiene sexo, que lo haga un hombre o una mujer es un detalle», respondió tras una pregunta que retoma la perspectiva feminista de la muestra.
“Mi próximo proyecto que pienso hacerlo en dos años es la Estatua de la Libertad acostada en Nueva York, en el Central Park, que es mi segundo gran proyecto”, afirmó al final de la charla sobre su obra.
Fuente: Télam