Minujín convocó a cientos de personas en el Puente de la Mujer, en Puerto Madero, y los invitó a «descubrirse»
Esta tarde, Marta Minujín puso el punto final a la Bienal de la Performance con una obra que involucró a cientos de personas, siguiendo la misma línea conceptual que la ha caracterizado durante más de sesenta años, al hacer al espectador parte de su arte, invitándolo no sólo a contemplar la obra, sino a completarla, creando un vínculo multidireccional entre ella (quien idea y dispara la situación), la obra, el espectador, los medios de comunicación que cubren el suceso y, por supuesto, la sociedad. Esta vez, y en un contexto político y social cambiante y polarizado, la propuesta implicaba el uso de una aplicación que invitaba a los participantes a descargarla en el celular, responder una serie de preguntas, vestirse de blanco o negro y acudir al Puente de la Mujer hoy a las 16 para encontrar a su alma, en teoría, opuesta.
“¿Cuál sería un buen plan para una noche tranquila?”; “Qué significa el trabajo para vos?; “Mis vacaciones ideales serían…”; ¿Qué hombre causó mayor impacto en tu vida?”, “¿Intereses?”; “¿Ideología política?”, fueron algunas de los interrogantes de la encuesta con respuestas de opción múltiple formuladas por Minujín. Según las respuestas, el software clasificaba a los usuarios en seis colores: cada uno correspondiente a una obra de la artista: Pandemia, Rumores de pandemia, Endemia, Vacunación global, Gandhi o Mandela. A cada color le correspondía un opuesto, sumando tres binomios en total.
Después de una semana marcada por lluvias torrenciales en Buenos Aires, el clima de hoy fue bueno, ideal para el encuentro. El Puente de la Mujer estaba colmado de gente. De entre las casi ocho mil personas que participaron digitalmente en la iniciativa a través de la aplicación, más de dos mil concurrieron de manera presencial.
Mientras que los colaboradores de la Bienal distribuían calcomanías para identificar a cada persona con su color, sonaba música y la voz de Minujín repetía: “Ya estoy por llegar. Entrá a la app y seguí la performance desde el helicóptero”, refiriéndose al link de la página web de la Bienal de la Performance que transmitía en simultáneo su travesía en helicóptero. “Ya estoy por llegar. Abrí tu alma y enfocá tu celular al cielo”. A las 16.54 el helicóptero sobrevoló por Puerto Madero, mientras en el puente unas máquinas soplaban pétalos de rosas y otras personas perfumaban el ambiente de aromas florales.
“El medio es el mensaje”, dijo alguna vez Marshall McLuhan proponiendo una suerte de simbiosis en la cual el medio incide en el significado de lo comunicado. ¿Cuál es el mensaje de la artista con esta iniciativa que propone identificar a personas diferentes a través de una aplicación del estilo Tinder, y luego unirlas de manera presencial, en un puente icónico de la ciudad? O bien, ¿Cuál es el mensaje que recibe el espectador, quien en este caso, es parte constitutiva de la obra?
La voz de los participantes
“Acá la diferencia se resalta como posibilidad de unión”, dice Virginia (52). “Esto genera encuentro y está bueno hacerlo desde el alma”, opina Martina (21). A Sandra (57) le gusta la propuesta porque invita a interactuar y la propuesta le parece original: “Justamente es algo distinto, es como un Tinder pero de lo opuesto”. Poli (73) coincide: “Vinimos a ver lo diferente y me encanta. Se está proponiendo otra forma de conectarnos, ahora que estamos tan desconectados entre nosotros y cada uno está tan en lo suyo”.
“Yo creo que la propuesta apunta a dejar un poco lo visual, como propone Tinder con las fotos, y prestar más atención a la forma de ser de las personas. Y también a la idea de que el complemento quizá tenga más que ver con lo opuesto que con lo parecido”, dice Carla (37). “Yo lo veo como una burla a las aplicaciones que se fijan solamente en la imagen. Acá la propuesta es conectar desde algo más abstracto, es como una contra app; sugiere Lucila (38). Edmundo (39), chileno, visita Buenos Aires y se alegra de ver tanta gente junta. “Para mi, el mensaje es de amor, paz y unión”, opina.
Gabriel (49) y Alicia (69) son dos almas opuestas que se encontraron en el puente y conversaron con LA NACION. “A mi me parece interesante encontrarme con lo opuesto justamente en este momento tan particular que estamos atravesando en la Argentina, en donde nos basamos en las diferencias. Está bueno compartir un rato con otro muy distinto y poder intercambiar”, dice Gabriel. Y su alma opuesta, Alicia, complementa: “Esto es muy divertido. Vine con amigas. Encontré a Gabriel y él fue muy amable conmigo. Pensamos distinto, pero es maravilloso”.
La propuesta de Minujín, según comentó a LA NACION Graciela Casabé, la directora de la bienal, “tiene que ver con su amor que perdió y fue su opuesto”, dice, refiriéndose al economista Juan Carlos Gómez Sabaini, fallecido en marzo de 2021. “Yo no entiendo nada de economía y soy muy desordenada; él era muy ordenado (…) Le gustaba navegar y yo nunca había subido a un barco, me moría de miedo con las velas. Le gustaba el mar, y terminó yendo siempre al sur”, contó Minujín en una nota reciente en este medio
“El puente está repleto de caras sonrientes. Misión cumplida”, remata Casabé.
El espectador, parte de la obra
Desde su primer happening en París en 1962, La Destrucción, Minujín marcó un rumbo claro en su trayectoria artística cuando quemó obras de su autoría con una antorcha en un terreno baldío llamado Impasse Ronssin, entre los artistas invitados y el público presente, liberando además conejos y pájaros. “Las sirenas de los bomberos nos alejaron rápidamente del lugar y fue así que en medio de la excitación más total finalicé mi primer happening”, dice una nota de su archivo personal, que puede leerse en el libro Marta Minujín, performances, happenings, editado por el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires (2015).
Otro de los tantos ejemplos en los que el espectador se hace parte de su obra fue La Menesunda (1965), obra realizada junto a Rubén Santantonín en el Centro de Artes Visuales del Instituto Torcuato Di Tella, en la cual la participación también fue masiva: más de un millón de personas entraron por una pared de acrílico con silueta de hombre y recorrieron un túnel con luces de neón que se encendían y apagaban. El hito se repitió cinco décadas más tarde, en 2015, en el Museo Moderno, con un público diferente.
En 1989, generó una situación también participativa para celebrar el retorno de la democracia, con su obra El partenón de los libros, con la cual recreó el ícono arquitectónico de la democracia griega con libros que habían sido prohibidos durante la dictadura, permitiendo que los espectadores se acercaran y se los llevaran. Esa misma obra se presentó en 2017 en Documenta 14 (Kassel, Alemania).
Fuente: Lucía Vázquez Ger, La Nación.