Como si se estuviera visitando la mismísima biblioteca de Leonardo Da Vinci, se abren las puertas de un subsuelo que alberga a la Biblioteca Arata, un espacio con mobiliario en roble, tal cual lo conservó su mentor, el químico, farmacéutico y médico Pedro Narciso Arata(1849-1922), quien fuera el primer rector de la ya citada casa de estudios entre 1903 y 1911.
Cerca de 15 mil volúmenes se distribuyen en estantes de esta biblioteca humanística que refleja los múltiples intereses de su creador, como si estuviese espejado con el espíritu polimata del genio florentino. «Arata hizo la escuela primaria y parte de la secundaria en Italia. Para él, Da Vinci era una figura tutelar, síntesis de la cultura italiana. Y como buen bibliófilo, coleccionaba obras hechas por eruditos acerca de la obra de Leonardo», sostiene a Infobae Cultura el ingeniero agrónomo Diego Medan, curador de la biblioteca y autor del libro Pedro Arata: Un viaje a los cimientos de la Argentina.
Las primeras ediciones facsimilares, hechas en Italia, que existieron sobre el acervo leonardiano -que este 2 de mayo celebra 500 años de su fallecimiento- descansan en la Biblioteca Arata. En una amplia mesa de madera se observa el imponente Códice Atlántico(Codex Atlanticus), un atlas de 65 x 44 cm que incluye doce cuadernillos y 1119 folios que aglutinan los conocimientos de Da Vinci en campos tan disímiles como la mecánica, geografía, botánica, escultura, pintura, química e incluye estudios para algunas de sus grandes obras como la Adoración de los magos, entre otras temáticas.
La licenciada en bibliotecología Vanesa Berasa, maneja con mucha cautela las páginas de este códice, cuyo acceso estuvo vedado al público durante casi medio siglo. «Pocos años después de la muerte de Mario Pedro en 1961 (el hijo de Arata que legó y catalogó la colección de libros), el nivel de orden y limpieza de los ejemplares decayó mucho. La biblioteca se mantuvo clausurada y solo se mantuvo el requisito que su contenido esté separado de la biblioteca central de la facultad», comenta Medan.
Recién en 2005, se comenzó a realizar la puesta en valor y óptima clasificación de todo el material de la biblioteca, gracias al apoyo económico de la Facultad de Agronomía y del Programa para Bibliotecas y Archivos Latinoamericanos que administra la Universidad de Harvard a través de un fondo de la Andrew W. Mellon Foundation.
Así se pudo remodelar el edificio donde hoy funciona la biblioteca y en dónde se sometieron al proceso de conservación los 14.522 libros de la colección y 1.490 volúmenes fueron limpiados hoja por hoja. «En esta biblioteca se conjugan dos cosas, el de una colección antigua e histórica con una biblioteca universitaria, cada una con sus distintos tipos de servicios», indica la licenciada Laura Martino, directora de la biblioteca central de la Facultad de Agronomía y quien estuvo al frente durante el proceso de puesta en valor que finalizó diez años atrás.
Un gran mueble, protegido con puertas vidriadas, custodian la obra de Da Vinci, iluminada por luces tenues y en donde los humidificadores mantienen el ambiente óptimo para la conservación de ejemplares de varios siglos atrás. Esta biblioteca también posee una edición facsimilar de 1893 del Códice Ashburnham, en donde el genio florentino estudió el vuelo de las aves -desde una óptima mecánica- como así también se adentró en consideraciones acerca del aire, la fuerza y peso del mismo.
Otro de los estudios anatómicos más emblemáticos de Leonardo, se imprimieron en el Códice Windsor, dos volúmenes fechados en las ediciones facsimilares de 1901, que también contienen los estudios de figuras para la célebre pintura La Virgen de las rocas y el mural de La última cena.
¿Más obra leonardiana? Si, otras reproducciones que llegaron hasta el barrio de Agronomía fueron el Forster (con estudios de geometría, física, hidráulica y arquitectura), el Trivulziano-con arquitectura militar, religiosa y dibujos caricaturescos, cuya edición facsimilar data de 1891- y el Arundel, con bocetos y anotaciones sobre óptica, matemáticas y geometría. «Esta es una colección cerrada, en la cual no buscamos completar con otros volúmenes, a excepción que aparezcan libros que fueron propiedad de Pedro Arata y su ex libris así lo identifique», completa Martino.
Por ende, códices como el Leicester o el de Madrid, no forman parte del acervo de esta biblioteca. «Una consulta que tuvimos fue de personal de la Universidad de San Martín, cuando ellos estaban investigando las maquinarias que había hecho Leonardo para reproducirlas», indica la directora. A partir de aquel intercambio académico se gestó la muestra Da Vinci, el taller del genio y sus manuscritos, en la Facultad de Agronomía, realizada en octubre de 2015 y en donde las autoridades de la UNSAM cedieron su versión facsimilar del Códice de Madrid.
El acceso a la Biblioteca Arata no es para cualquiera, primero se debe llenar un formulario desde su página web y luego se comprobarán, vía e-mail, las credenciales del investigador o estudiante en cuestión. Si se aprueba, se combina un horario de visita específico con las autoridades de la biblioteca. «Eso sí, el investigador no ingresa al lugar, se le acercan los ejemplares (solo de a dos por vez) a una oficina contigua. Las personas que van a Arata ya saben qué van a ir a buscar y por qué», cierra Marcela Pandiello, vice-directora de la misma.
Las perlas de Arata
Aparte de la obra vinciana, el acervo de la Biblioteca Arata cuenta con seis incunables. Uno de ellos es un volumen de Epistolae Marsilii Ficini Florentini, publicado en Nüremberg el 24 de febrero de 1497 con anotaciones del astrólogo inglés Richard Harvey.
Otro objeto de gran valor es una reproducción facsimilar del contrato de la asociación constituida entre Isidore Niépce y Daguerre, piedra basal de la fotografía. Y también hay dos volúmenes de un Diccionario Chiquitano, escrito a mano, encontrado en la Iglesia del Santo Corazón de la provincia de Chiquitos (Bolivia), editado en 1767 y adquirido en 1883 por Arata.
Otras temáticas importantes de Arata son la filosofía, física, alquimia y hasta la astrología y el ocultismo ya que en la biblioteca se conservan unas 70 obras al respecto editados desde comienzos del siglo XVII. ¿Ejemplos? Un ejemplar del Principia Mathematica (Isaac Newton, 1739), Theatro d´arcani (del médico Lodovico Locatelli, 1644) o Physica Subterranea, del psíquico y alquimista alemán Johann Joachim Becher (1738).
El catálogo en línea de la biblioteca incluye imágenes de las portadas de las obras editadas antes de 1830. Para más consultas, el e-mail es [email protected]
Fuente: Infobae,