El artista comparte su visión sobre el compromiso del arte público, en la prioridad planetaria por el desastre ambiental.
Los automóviles de Erlich ya se atascan en el balneario más céntrico de Miami Beach, mimetizados con la arena, tan opacos en la ciudad de los dorados y el neón. Order of importance -Orden de prioridades- ofrece un embotellamiento que no va a ninguna parte: invade el espacio vital de mayor albedrío, la playa, de manera que el veraneante tropieza con él sin aviso. Hay una pick-up, un emblemático Mustang descapotable y varios Ford, un Chrysler Cruiser, Toyotas y Hondas alineados en el parque automotor de esta autopista. ¿Van surgiendo de la arena o al revés, se hunden en la playa? Son 64 piezas dispuestas en ambas direcciones, con tres carriles en cada sentido, recorridos desde este domingo por familias con mascotas y niños con baldes y palitas. Un día antes de que quedara abierto al público, el artista decidió retirarles los espejos retrovisores porque, según explica, «son lo más ornamental del auto y además, los humanos no miramos atrás». No hay motos en este atasco, claro, éstas siempre pueden zigzaguear en el tránsito.
Inspiración. La instalación es de libre circulación de público.
Order of importance (Orden de prioridades, curada por Ximena Caminos) permanecerá aquí quince días y luego será retirada. La visión del futuro en este atasco, cercano al land art, que agrega eventos geográficos a la naturaleza pero que se toma algunas libertades, es melancólico, un sueño borroneado por la vigilia, un espejismo que no alucina el oasis sino que perpetúa el infierno. De un absurdo radical y pesimista, a pesar de su humor a lo Cortázar, le replica a la humanidad su capacidad de envenenar el planeta y seguir abonando un way of life mortífero a muy corto plazo. La obra de Erlich cierra un año marcado por el creciente clamor de nuevos líderes ambientalistas como nunca y la trágica quema de la Amazonia. Pese a su lectura política, Erlich no declina la dimensión existencial: nos recuerda el destino de toda fabricación humana.
Orden de prioridades fue una comisión de la Ciudad de Miami Beach para este sitio específico -entre las calles 17 y 18, la zona céntrica jalonada de hoteles; muchos de estos conforman un frente continuo de ventanas a la playa. El encargo fue excepcional, ya que no se convocaba a un artista para hacer arte público temporario desde la instalación marina Surrounded cities, de Christo, en 1983. La curadora Caminos espera que la obra de Erlich tenga una repercusión semejante a aquella; podría convertirse en la irónica nueva postal de una Miami recreada, ahora con conciencia ambientalista.
Crédito de artista, signo de detención.
¿Hay mayor pozo existencial que un atasco de coches que se prolonga sin fin? La instalación de Erlich ocupa el espacio de una cancha de fútbol americano, cerca de una cuadra, y a través del embotellamiento habla también de esa experiencia de tiempo perdido en las ciudades modernas y sus periferias. No solo trata de la emisión de dióxido de carbono; también petrifica el tiempo de vida del urbanita obligado a desplazarse en solitario, tiempo entregado al consumo y el uso superfluo del tiempo.
Erlich jugando en la garita del bañero.
Parte de la obra de Erlich más conocida despliega trucos e ilusiones del punto de vista. Order of importance tematiza la inestabilidad de la materia creada por el hombre: juega con su propia forma y la somete al cambio. Da la impresión de estar ahí solo para desmoronarse o ser arrastrada por la marea durante la noche. «Esta instalación es bien literal, no hay mucho que agregar», subraya él. «Veo que mi obra tiene dos claros conjuntos: una parte tiene que ver con una ilusión técnica –La piscina, por ejemplo, o La vereda– y otra con lo poético, aunque todas tiene que ver con la percepción». El mismo año en que el artista despuntó el Obelisco, 2015, también puso la Maison Fond, con la que ésta se emparenta (Casa derretida, en la explanada de la estación Gare du Nord, para la edición 13º de la Nuit Blanche parisina, noche en vela masiva de paseos por la calle). «Pero una cosa es saber algo y otra, llegar al estado de conciencia; obrar se hace así más fácil -dice Erlich-. Creo que esta instalación estimula de manera muy directa la reflexión que puede llevar al cambio.»
Erlich cuenta de las dificultades de intervenir en el espacio público en una ciudad tan reglamentada como este balneario. «Lo que se expone dentro de un museo siempre está protegido: tiene protección el artista y también el público está a salvo de verlo, si no quiere, o se le ofrecen garantías para ver lo que está allí. Todo museo pone paréntesis, es aséptico y la transgresión no se expone, mientras que si hacés la obra afuera te pueden llevar preso. A mí siempre me desafía poner obra en la ciudad, tomar la calle: te exponés a todos los públicos en simultáneo».
Ximena Caminos y el artista: ultimando detalles del parque automotor en la playa.
En la playa dos dias antes de la apertura, Erlich trabajaba jugando solo de a ratos. Subido a la garita del bañero, tomaba fotos aéreas de la obra mientras en el mar, desde el puerto de Miami, empezaba el desfile de transatlánticos, iluminadas a giorno. Vestido con su uniforme de campera y cap de jean y esas zapatillitas de Barrio Chino, su look tiene un aire maoísta que remite a los 60 -no, mejor al cine francés de los años 60. Dice: «Orden de prioridades tiene historia como proyecto pero fue este año que Estados Unidos se apartó del protocolo ambientalista de Kioto y surgió el liderazgo de Greta Thunberg. La coincidencia del gobierno de Trump y el incendio de la Amazonía puso la obra en el rango de las urgencias para la ciudad de Miami Beach.
El último antecedente con el que cabe contrastar esta instalación en términos de apuesta de las autoridades municipales, es Surrounded islands (Islas rodeadas). En mayo de 1983, Christo y Jeanne-Claude rodearon islas deshabitadas de la Bahía Biscayne con una tela plástica color rosa durante dos semanas. La obra marcó un antes y después en la historia de este balneario, y resignficó a Miami como una cabecera de gran actividad artística a ser tomada en serio. A comienzo de este año el museo PAMM desplegó la historia de cómo se hizo, documentando cada estadío de la producción, que desató protestas y exigió de ingeniería costera. Así, la comparación con la obra de Christo es pertinente también en el plano del respeto ecológico, que siempre plantea al arte reservas imposibles de liquidar en términos de blanco o negro. Aunque en su momento grupos ambientalistas resistieron la obra de Christo debido a su impacto ambiental, el artista búlgaro y su pareja la concretaron empleando tela de polypropileno y espuma, y tensando las enormes mallas con un complejo sistema de hilos de acero. Durante los días que estuvo emplazada, fue supervisada 24/7 por 120 monitores en botes inflables. Hoy esa instalación sería inadmisible también por cuestiones de logística: obligó a los artistas a trabajar con ingenieros militares y auditores del estado de Florida.
Los autos de molde y tamaño real fueron ensamblados por unidad en un taller de Homestead, en el sur, y acabados sobre la playa. Erlich y la curadora cuentan que debieron cumplir con parámetros estrictos de sostenibilidad. Tanto ellos como las autoridades (Brandi Reddick, responsable de Cultura de la comuna de Miami Beach, asegura que no se han empleado carrocerías verdaderas ni neumáticos ni tóxicos para adherir la arena). Pero la composición de los autos no ha sido aclarada. «Lo siento, no vamos a contar los trucos del mago… -se disculpa Caminos-. No son 100% de arena, tienen un interior sustentable porque al trabajar por comisión de la ciudad, estamos obligados a parámetros férreos. Han sido hechos para durar unos 15 días».
Fuente: Clarín