Cuando Napoleón Bonaparte condujo su ejército a través de los Alpes, ordenó a los estados italianos que conquistó que entregaran obras de arte que eran el orgullo de la península. Al Vaticano le arrebataron el Laocoonte, una obra maestra de la escultura griega antigua, y Venecia fue despojada del cuadro de Veronese Las bodas de Caná (1563).
El objetivo era «unir las mayores obras maestras del arte en París» y «reunir, en una nación liberada del despotismo, todos los productos del genio humano», dice un monitor de video en la nueva y enorme exposición Napoleón, que puede verse en la Grande Halle de la Villette hasta el 19 de septiembre.
Napoleón trajo de sus conquistas suficiente botín como para llenar lo que pronto sería el Museo del Louvre. Y sus voraces y metódicas incautaciones de obras de arte -legado cultural que ahora se pone de relieve en los actos de conmemoración del 200º aniversario de su muerte– allanaron el camino para excesos franceses similares en el África subsahariana un siglo después.
Museo del Louvre, París. Un centro de arte mundial. Foto Shutterstock.
Sin embargo, muchas de esas obras se devolvieron tras la derrota de Napoleón, sentando precedentes que siguen incidiendo en los debates sobre restitución.
«Napoleón comprendió que los reyes franceses habían utilizado el arte y la arquitectura para engrandecerse y construir la imagen del poder político, e hizo exactamente lo mismo», explicó en una entrevista Cynthia Saltzman, autora de Plunder (Saqueo), una historia de los robos de arte italiano por parte de Napoleón.
Sólo en Italia robó unas 600 pinturas y esculturas, señaló, añadiendo que Napoleón trató de «vincularse a esas obras de genio» y justificar su saqueo invocando «los objetivos de la Ilustración».
Y llegó Waterloo
Una vez que fue derrotado en la batalla de Waterloo en 1815, sus adversarios se apresuraron a devolver los tesoros saqueados del Louvre. Era «verdaderamente triste de mirar ahora», escribió entonces el pintor de miniaturas británico Andrew Robertson: «lleno de polvo, cuerdas, triángulos y poleas».
Aproximadamente la mitad de las pinturas italianas que se había llevado Napoleón fueron devueltas, según Saltzman. La otra mitad quedó en Francia, incluida Las bodas de Caná.
“Las bodas de Caná», de Paolo Veronese, fue capturado por las fuerces de Napoleón y llevado a Francia, donde sigue. Foto Museo del Louvre RMN-Grand Palais
¿Por qué no se devolvieron las demás obras? Muchas estaban dispersas en museos de todo el país y los funcionarios franceses se resistieron. Cada uno de los antiguos estados ocupados tuvo que presentar una solicitud de devolución de sus obras de arte por separado, lo que complicó aún más el proceso, dijo Saltzman.
En la actualidad, Francia conserva piezas importantes, como una pintura de Cimabue, paneles de un retablo de Mantegna, una pintura de Tiziano y otra de Veronese, agregó.
Sin embargo, el vaciado postnapoleónico del Louvre sirve ahora de ejemplo para el país, que comienza a devolver los tesoros tomados de sus antiguas colonias africanas, dijo Bénédicte Savoy, historiadora que coescribió un informe de 2018 sobre la restitución a África encargado por el presidente Emmanuel Macron.
La hora de la restitución
Savoy describió la repatriación cultural de 1815 como «el primer gran acto de restitución importante de los tiempos modernos» y dijo que las negociaciones fueron acaloradamente debatidas por los diarios e intelectuales como Goethe y Stendhal. El «desmantelamiento» del Louvre, dijo, fue «el modelo de las restituciones culturales» que siguieron.
Aunque se devolvió mucho, el saqueo napoleónico dejó un regusto amargo que perdura hasta hoy. Los italianos todavía se refieren a «i furti napoleonici» (los robos napoleónicos). En 2016 y 2017, las obras maestras que Bonaparte había saqueado se expusieron en una muestra especial en las Scuderie del Quirinale de Roma.
Muñeco. Una figura de Playmobil representando a Napoleón. Foto EFE/ Stephanie Lecocq
Egipto reclama periódicamente la devolución de la Piedra Rosetta, que fue desenterrada durante la ocupación de Egipto por Napoleón (1798-1801) y capturada por los británicos tras su derrota y que ahora se encuentra en el Museo Británico. Una caja de yeso de la piedra se encuentra en la exposición de París.
Tal como revela la exposición -a través de un impresionante conjunto de objetos que incluyen su trono con monograma, una espada con piedras preciosas y el desvencijado carruaje de madera que lo llevó a la tumba-, Napoleón fue una figura compleja a cuyas estrategias políticas y culturales les dio forma la Revolución Francesa.
Ruth Scurr, profesora de la Universidad de Cambridge y autora de la nueva biografía Napoleon: A Life in Gardens and Shadows (Napoleón: Una vida en jardines y sombras), describe a Napoleón como un conquistador. «Entiende que está estabilizando a Francia, que está anteponiendo los intereses de Francia y sacando al país de un período de caos total y desorden revolucionario», dijo.
Revolución del conocimiento
También estaba en «una búsqueda revolucionaria del conocimiento», imaginando un museo universal en París y considerándose «un coleccionista y un descubridor» no sólo de arte, sino también de plantas y animales.
El libro de Scurr ofrece un vívido ejemplo de cómo el arte se puso al servicio de la política. Describe un desfile de julio de 1798 en el que se exhibió en las calles de París el botín recién llegado de Italia.
La atracción principal eran cuatro caballos de bronce dorado que habían sido retirados de la parte superior de la puerta central de la Basílica de San Marcos. (Unos seis siglos antes, esos caballos de bronce habían sido arrebatados de Constantinopla por los venecianos durante la Cuarta Cruzada).
El desfile también incluía antiguas estatuas de mármol, carros llenos de animales vivos (avestruces, leones, camellos y gacelas), libros y manuscritos raros y pinturas, aunque en realidad la multitud no podía ver las obras maestras. «Roma ya no está en Roma. Todo está en París«, coreaba la multitud alegremente, según Scurr.
Napoleón realmente quería traer los tesoros del mundo a París y más concretamente al Louvre, dijo Vivien Richard, que dirige el departamento del Louvre especializado en la historia del museo.
«Sin duda, fundó el Museo del Louvre tal como lo conocemos hoy, con toda la riqueza y variedad de sus colecciones», dijo. En la época napoleónica, «la misión del museo era enriquecer sus colecciones y ser enciclopédico, y esa misión prevalece hasta hoy».
El presidente francés Emmanuel Macron, ante la tumba de Napoléon en el 200° aniversario de su muerte, en mayo. Foto AP
Savoy dijo que la formación de las primeras colecciones del Louvre por parte de Napoleón y su posterior restitución habían inspirado la creación de muchos otros museos públicos en Europa, incluidas nuevas ampliaciones de los Museos Vaticanos de Roma y el Museo del Prado de Madrid.
Entonces, ¿por qué no se condena a Napoleón tan ferozmente por esa expropiación cultural como a las fuerzas coloniales francesas por su saqueo de África?
«La única gran diferencia es la duración: la ocupación de Europa por Napoleón duró una década, no varias décadas o un siglo», dijo Savoy. Además, «los colonizadores de África extrajeron todas las riquezas naturales de esos países y se llevaron todos sus tesoros culturales mientras humillaban a sus poblaciones».
«Napoleón», dijo, «no fue tan extremo».
Fuente: Clarín