La proyección de obras del artista Julio Le Parc sobre el Obelisco fue un imán. Se sumaron altares y ofrendas por el Día de los Muertos, música, baile y juegos, tanto en el centro como en los barrios.
El multifacético artista de 91 años realizó el viernes a la noche la prueba de luces para lo que fue el gran espectáculo del sábado 1 de noviembre a las 20.30 horas, cuando el Obelisco quedó completamente iluminado e ilustrado a través de la técnica mapping en el marco de “La Noche de los Museos”, y dentro del homenaje nacional “Julio Le Parc-Un visionario”, organizado por el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.
La magia de La Noche de los Museos volvió a hechizar a una multitud de personas de mirada atenta y piernas que soportaron largas filas. Unos 280 espacios abrieron sus puertas gratuitamente, y otros convocaron público al aire libre, en una jornada de cielo limpio y una temperatura más agradable que el promedio de esta semana. La actividad se prolongó hasta las 3 de la madrugada.
La inauguración fue en la Torre Monumental -la “de los ingleses”-, un verdadero deleite para los sentidos. Para el del oído, por la presentación de la Banda Sinfónica de la Ciudad, dirigida por Mario Perusso. Y para el de la vista, por las panorámicas del río y de los edificios de Retiro que ofrece el renovado mirador, al cual este sábado se pudo acceder de forma gratuita. Entran 20 personas cada media hora, que van subiendo por el ascensor en tandas de cuatro o cinco. El resto se queda haciendo una visita guiada en la planta baja.
El concierto arrancó puntual a las 19.30 con «La fuerza del destino», de Giuseppe Verdi. Le siguieron Taquito Militar, Libertango y La Yumba, entre otras piezas. ¿Lo que más emocionó? El tango «El día que me quieras», en el que brilló el saxo del solista Alejandro González. La gente se abrazaba y poco importó que el sonido del viento compitiera con los acordes interpretados por la Sinfónica.
La Banda Sinfónica de la Ciudad, vista desde la Torre Monumental. Foto: Fernando de la Orden
A pocos metros, mucha gente se agolpaba frente al cercano stand del Bus Turístico especial por La Noche de los Museos, en la misma Plaza Fuerza Aérea Argentina. Algunos se lamentaban por no haber llegado a anotarse online para participar del sorteo por dos lugares en el micro, o por no haberse enterado. Había tres opciones: una era el recorrido para unir el Centro Cultural Recoleta, el museo Isaac Fernández Blanco, el Paseo del Bajo y la Usina del Arte. El segundo, por el museo Larreta, el Sívori y la Usina. Otro iba a partir de esta última hasta el Museo de Arte Moderno para terminar en el Museo del Humor.
Muchos confundieron ese stand con un puesto para coordinar la subida al mirador. También estaban los que se quedaron con ganas de ascender, porque quisieron inscribirse online pero se encontraron con localidades agotadas. Como Jorge Ros, que vino en auto desde Ituzaingó junto a su esposa Claudia y sus amigos Juan y Rosa. «Igual nos quedamos a escuchar a la Sinfónica, y después vamos al Obelisco a ver lo de Le Parc«, comentó.
El mapping de Le Parc en el Obelisco. Foto: Fernando de la Orden.
Es que, por la magnitud del evento, se pueden armar planes A, B y Z. «¿Por qué no aprovecha para ir al museo Isaac Fernández Blanco, que está cerca?», le sugirió una empleada del Gobierno porteño a una vecina.
La recomendación fue buena. Es que esta Noche de los Museos coincidió con el Día de los Muertos. Y su celebración se hizo en el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernández Blanco. La cola para entrar iba desde Suipacha hasta Libertador, y de ahí por Carlos Pellegrini hasta Posadas y más allá. «Nuestro único plan era venir a este museo, pero ahora creemos que iremos a otro. Veremos qué tan rápido se mueve la fila. Somos venezolanos, pero mi hija es mexicana, por eso vinimos», dijo Suje Román junto a la pequeña María. La nena estaba maquillada como una Catrina, símbolo de esta festividad de tanto arraigo en México.
Hay largas colas para entrar a algunos museos, como el Isaac Fernández Blanco.
La actividad fue organizada en conjunto por el Ministerio de Cultura porteño y la Embajada de México. El espíritu fue de fiesta plena, excepto cuando hubo peleas por sacarse fotos con el vistoso altar de los muertos como fondo. En el patio central del museo hay gente sentada sobre el pasto -muchos con la cara pintada-, escenario musical, luces de colores y los clásicos panes redondos «de muerto» que se reparten sin cargo, todo perfumado por el incienso que se quema allí.
«La cultura mexicana es muy distinta, pero hermosa. Y este altar nos gustó mucho y sirve para entender cómo es el Día de los Muertos para ellos, que quizás es más alegría que tristeza», reflexionó Liliana Quiroz (39), de Palermo.
El altar para celebrar el Día de los Muertos, en el museo Isaac Fernández Blanco. Foto: Fernando de la Orden
Para los más chicos, había un taller de pinturas de calaveras y también de maquillaje para lucir como una Catrina. Incluso durante toda la noche funcionó un área de selfies para que catrinas y catrines se autorretrataran. «Vinimos otras veces a La Noche de los Museos y nunca vimos tanta gente, está colapsado. Vinimos sobre todo por el nene, que quería maquillarse», contó Emanuel Calvente (32), que vino con su pareja y su hijo desde Avellaneda.
La celebración estuvo presente en todo el edificio de estilo neocolonial de este museo, que alberga colecciones del arte virreinal de los siglos XVI, XVII y XVIII. Y hubo proyecciones en 16 milímetros de contornos de esqueletos y calaveras, y retroproyecciones de sombras de las mismas figuras en el techo de la Capilla del Palacio Noel, a cargo del escritor y gestor cultural Rafael Toriz y el artista Rodolfo Souza, ambos mexicanos.
Hubo talleres de maquillaje para lucir como una Catrina, el símbolo de la celebración del Día de los Muertos. Foto: Fernando de la Orden
«Hice 45 minutos de fila. Vengo todos los años, pero nunca vi tanta gente. Es algo inédito», contó Sandra Lucero, que vive a siete cuadras. Y recomendó visitar un museo menos concurrido, la Santa Casa de Ejercicios Espirituales, en Constitución, que «es muy lindo y seguramente va a haber poca gente».
Con todo, para muchos el plato fuerte de la noche no estuvo dentro de las paredes de un museo. Pasadas las 20.30 el Obelisco se empezó a pintar de colores para el comienzo del mapping del gran maestro Julio Le Parc, que proyectó unas 40 imágenes de sus obras en tamaño mega sobre el símbolo más importante de la Ciudad.
La proyección de 40 imágenes de obras de Le Parc sobre el Obelisco convocó a una multitud. Foto: Fernando de la Orden
La proyección en el Obelisco fue el cierre de un año de tributo nacional, “Julio Le Parc-Un visionario”, con la intervención en el Centro de Experimentación del Teatro Colón (CETC) y las exitosas muestras en el Centro Cultural Kirchner (CCK) y el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA). De hecho, este último abrió sus puertas más temprano para mostrar no sólo esa exhibición sino su colección permanente y otras exposiciones. Allí estaban programadas dos visitas guiadas a la muestra del período 1955-1959 del artista.
El Malba, como es habitual, fue uno de los museos màs concurridos:
Pero hubo mucho más para elegir: el «Museo en la Calle» del Sitio Histórico Duchamp-Canaro en Alsina al 1700, con obras de artistas emergentes; experiencias sensoriales e intervenciones lumínicas en el museo de arte español Enrique Larreta, en Belgrano; teatro, música en idish de Divina Gloria y tango freestyle en el museo Carlos Gardel; y simuladores 360 en la explanada del Paseo del Bajo, donde se podían tomar fotos y hacer dibujos en tres dimensiones.
El Museo en la Calle del Sitio Histórico Duchamp-Canaro, en Alsina al 1700. Foto: Martín Bonetto
También, cinco casamientos en el Registro Civil de la calle Uruguay. Como el de Leandro Villanueva y María Paula Esquivel, que confesaron: «Sacamos este turno porque era el más próximo y porque nos gustó la idea de casarnos un sábado a la noche. Pero no sabíamos que era La Noche de los Museos. Nos enteramos hace dos días». En el mismo lugar se podía visitar la muestra fotográfica «Sí, quiero», con imágenes de bodas.
Lenadro Villanueva y María Paula Esquivel, una de las parejas que se casaron durante La Noche de los Museos.
Todas las sedes tuvieron entrada gratuita. Para recorrerlas, se pudo viajar gratis en subte y en gran parte de las líneas de colectivos que circulan por la Ciudad. Además, los peajes en las autopistas porteñas fueron gratuitos hasta las 3 del domingo.
Fuentes: Télam y Clarín