Fio Silva es una muralista de 29 años de Villa Tesei, Partido de Hurlingham. Empezó a pintar a los 20 y su talento y particular estilo, inspirado en el movimiento, la naturaleza y los animales, especialmente aves, llevaron a que la convocaran a pintar murales alrededor de todo el mundo: sus obras se pueden encontrar en Francia, España, Inglaterra, Alemania, Grecia, Serbia, Kosovo, Vietnam y muchos países más.
En diciembre del año pasado fue declarada ciudadana ilustre por el Municipio como agradecimiento y homenaje por los trabajos que hizo en el lugar que la vio empezar y crecer como artista.
Cuando era chica no tenía una afición particular por el dibujo o las artes plásticas, sino que fue algo que descubrió entrando a la adultez, «Ya son 9 o 10 años de la primera vez que salí a pintar, y hace más o menos siete que es mi trabajo y me dedico a esto. Mi familia no tenía referentes que se hubieran dedicado a la pintura u otra expresión artística», cuenta la talentosa joven.
Las aves son uno de los motivos que más se repiten en sus obras
«En el colegio yo era bastante curiosa en general, y muy nerd -se ríe-. ,Me gustaban muchas cosas y no sabía qué estudiar. Arranqué con cine, pensando que reunía un poco mis gustos, después empecé a pintar en la calle y me di cuenta que no iba por ahí mi camino (se ríe). Pero fue medio inesperado, no fue algo que planifiqué, no sabía que pintar y el dibujo me podían dar tanta satisfacción, lo fui descubriendo«, cuenta la artista.
Su primer acercamiento al arte urbano se dio casi de casualidad, «Cuando cumplí 20, una amiga me regaló unos aerosoles para mi cumpleaños. Salí con unos chicos que ya pintaban en la calle y me encantó. era un poco complicado el tema del aerosol, por la técnica y porque me parecía una herramienta muy cara, entonces ahí empecé a pintar con pincel, casi en el mismo momento. Los primeros años fueron con las dos cosas, tener el pincel como base pero aprender técnicas de aerosol para poder complementar», rememora.
Uno de sus coloridos murales,, en un edificio de Pathos, en Albania.
Su proceso creativo es bastante flexible, adaptando sus ideas iniciales a los espacios, donde plasma sus obras. Fio entiende a las paredes como una parte integral de su arte fuera del lienzo.
«El proceso es bastante diverso. Con los proyectos más grandes en general hago un boceto lineal, y después los colores y la posición de las figuras las decido en la pared, porque hay muchas veces que uno prepara una idea y cuando va al lugar se da cuenta de que no va», cuenta.
Y profundiza: «Me ha pasado un montón de veces de darme cuenta que no tiene nada que ver la idea con la que empecé con el barrio o la zona donde voy a pintar, y yo disfruto hacer algo que pueda convivir mejor con ciertas cosas del lugar, para que tenga un poco que ver con la identidad del lugar de alguna forma. No voy con un boceto súper cerrado, me gusta poder cambiar cosas el mismo dia«.
El mural que Fio pintó en Belsh, también en Albania.
Desde sus inicios, la mayoría de sus obras tienen a animales como protagonistas, especialmente distintas aves. Dice que reflejan cómo se siente en el momento. «Voy tratando de usar aves cuyo comportamiento se asimila más al que tengo ese día. Capaz es muy abstracto, pero hay veces que me siento más enojada con algo, con más fuerza, con más energía y tengo ganas de pintar águilas o pájaros grandes, y otros dias me siento más retraída y pinto algo como un pichón, que tal vez lo hago en blanco y negro, o sin tantos colores. Para mi es muy terapéutico, ahora lo entiendo así«.
Una de las cosas que aprecia del arte urbano es su cualidad pública, tanto en el proceso como en el resultado final. «No es que estoy pintando un cuadro y después lo expongo, sino que son días de estar en la calle, que te pasan cosas, conocés a vecinos del lugar, tenés charlas y después queda algo en la pared que refleja todo lo que pasó en esos días. Además es algo que yo siento súper efímero, porque las pinturas quedan en la pared como mucho 5 años, y eso es algo que me gusta, las calles cambian todo el tiempo y eso me encanta«.
Fio Silva pintando un mural en la isla Agios Efstratios, en Grecia
La primera vez que la convocaron a pintar en el exterior fue a los 23 años, para hacer un mural en Inglaterra. Cuenta que para ella fue difícil de creer, de hecho, nunca se había tomado un avión ni salido del país.
Otro de los murales de Fío Silva , en Baena, España
«La primera vez que viajé fue por una convocatoria internacional que elegía una persona para ir a pintar a Inglaterra. Yo pensé que era re trucho, que era imposible que alguien te pagara un pasaje para ir a pintar a otro lado, no me entraba en la cabeza, pero bueno, me eligieron y fui, ¡Era de verdad al final! (se ríe). Después de eso empecé a recibir otras invitaciones, recién volvía a Argentina y me invitaron a dar una charla TEDx en Grecia y a pintar una medianera allá, fue todo así, muy loco.»
Los colores que eligió para la obra que dejó en las calles de Viena, la capital austríaca.
«Todos estos años estuve viajando un montón, los proyectos y las invitaciones siempre vienen de lugares diferentes. A veces son festivales de murales o de arte urbano, otras veces son los municipios o los ayuntamientos los que te pagan por el mural y otras desde organizaciones privadas. Es muy relativo, he viajado un montón pero siempre por cuestiones distintas, va surgiendo imprevistamente».
«Para el año pasado tenía para abril viajar a China, en mayo Albania y después de junio seguía con los proyectos en Europa, y así me iba armando el itinerario para laburar en distintos países. Igual al final no pude viajar a ningún lado«, se lamenta.
Algunos de los lugares que más le llamaron la atención son los Balcanes, específicamente los países de la antigua Yugoslavia, donde halló similitudes con sus propias vivencias, algo que no esperaba.
«Me encontré con una realidad o con personas que las sentía más cercanas a gente de Latinoamérica, me asombré con eso. Estar en algunas zonas de Serbia, por ejemplo, con barrios muy parecidos, calles parecidas, las zonas fabriles y cosas así que realmente no sabía que existían o que hubiera tanta similitud».
La edeificación que pintó en Berlín, Alemania.
Una de las ciudades que visitó es Kosovo. «Fui en 2019 para un festival, me encontré con unas chicas muralistas de Argentina y hablábamos de que cuando éramos chicas nos decían cosas como ‘arreglá tu pieza que parece Kosovo’, como si ese lugar fuese la destrucción y la desolación, y cuando lo conocí estaba increíble, yo me imaginaba cualquier otra cosa, que nada que ver».
«La experiencia de haber recorrido todos estos lugares me hizo querer más todavía este país, mi ciudad y mi barrio. Pude entender y ver también que en todos los países hay cosas que no funcionan bien y cosas muy deficientes, y que no es solamente acá como a veces se quiere hacer creer, como si acá estuviera todo mal y no fuéramos ejemplo de nada», reflexiona la artista.
Fío con su diploma de ciudadana ilustre: «Una de las mejores cosas que me pasaron hasta ahora», dice.
Su nombramiento como ciudadana ilustre del Hurlingham, un hecho que define como «una de las mejores cosas que me pasaron hasta ahora», la tomó por sorpresa. Cuenta que la emocionó enormemente.
«Me llaman del municipio, me dicen que me quieren nombrar ciudadana ilustre y si estaba de acuerdo, y yo dije ‘¿Por qué?’ (se ríe), ¡Pensaba que se estaban equivocando! Fue muy loco porque nunca pensé que me podían dar un reconocimiento por algo que hice, o que me podían llegar a tener en cuenta, pero tal vez la intervención que hice en mi barrio en algún momento había sido importante para los vecinos y yo no me di cuenta«.
«Me puso muy feliz, porque además me hizo volver a ese momento donde yo recién empezaba con todo. Hoy este es mi trabajo, pero en ese momento era como una necesidad, y si no hubiera nacido ahí, sin esas personas que confiaron en una piba que les estaba tocando el timbre pidiéndoles que le prestaran la pared para pintar un mural, no hubiese podido hacer todo lo que hice después. Desde ese lugar me emocionó ¡Cuando me dijeron me puse a llorar como una boluda!», exclama entre risas.
«Me movió mucho, sobre todo en un año cono el 2020, en el que sentí que no puede hacer lo que tenía planeado, me sorprendió mucho, todavía me sorprende, y me dio ganas de gestionarme una buena pared con una grúa y pintar algo en Tesei o en Hurlingham, y dejar un buen mural ahí como agradecimiento a todo eso, espero poder hacerlo».
Fuente: Clarín