Exquisita pintora y dueña de una historia trágica, murió asesinada a los 26 años. Estaba embarazada. Había vivido escondida en Villefranche-sur-Mer –en el sur de Francia–, cuando un vecino la delató a los ocupantes nazis. Charlotte Salomon pertenecía a una familia judía y había nacido en Alemania. Antes, había huido de Berlín durante la Segunda Guerra Mundial. Su vida terminó el 10 de octubre de 1943 en el campo de concentración de Auschwitz. Su legado, conmovedor, perdura: ahora, el Museo Histórico Judío de Amsterdam, que preserva su obra, prepara una exhibición con su impactante producción.
Salomon había nacido en 1917 en el barrio Charlottenburg de la capital alemana. Apasionada de la música y la pintura, se formó en la Academia de Bellas Artes. El creciente antisemitismo y, sobretodo, el inicio de la Segunda Guerra llevaron a la artista a abandonar su hogar hacia Francia. Allí residían sus abuelos. El suicidio de su abuela le hizo conocer un oscuro secreto familiar: su madre también había acabado con su vida, como antes habían hecho una tía y una prima. Se extendía el horror del Holocausto.
Con sus abuelos, con quienes se había refugiado en Francia.
La revelación fue un duro golpe psicológico para la joven, que empezó a pintar frenéticamente para crear “algo verdaderamente loco y singular”. En apenas dos años, entre 1940 y 1942, ideó una secuencia de 784 pinturas, mientras se escondía de los nazis. El horror, y su propia biografía marcada por la pérdida, la llevó a trabajar sin descanso: arte para sobrellevar lo peor del mundo. Sus pinturas narraban, en un lenguaje simbólico, su propia vida.
El legado que dejó comprende cientos de dibujos y pinturas en gouache (hechos con colores diluidos en agua) que, vistos desde el siglo XXI, podrían considerarse precursores de la novela gráfica, gracias a la compleja red de relatos que urdió Charlotte bajo el título de ¿Vida? ¿O teatro?
La historia, que volverá a estar en foco el museo de Amsterdam, había causado impacto ya en 2015, cuando el escritor parisino David Foenkinos publicó la novela Charlotte, que reconstruyó la historia de la joven artista luego de una investigación que le llevó diez años.
En 1943, poco antes de que Salomon fuera delatada a los alemanes por un colaboracionista francés, había tomado la decisión de preservar su cuantiosa producción. Antes de que los soldados la descubrieran, confió las pinturas a su médico y le pidió que las ocultara.
Su padre Albert Salomon y su madrastra, la cantante Paula Salomon-Lindberg, que habían optado por refugiarse en Holanda, encontraron esos trabajos en 1947, dos años después del final de la Segunda Guerra.
Para conservar la colección, la familia decidió donarla al museo holandés en 1971. El trabajo de Charlotte sigue conmoviendo. Formada en la ciudad de Berlín de los años 20 y 30, en los que el cine ganaba presencia, fue influida por directores y escenógrafos de entreguerras que experimentaban con nuevas formas de contar historias. En ese marco, la exhibición en Amsterdam estará combinada con proyecciones de material fílmico de hoy y de aquellos años.
Fragmento de una de sus obras de la serie «¿Vida? ¿O teatro?»
¿Vida? ¿O teatro? cuenta una historia familiar centrada en un personaje en parte ficticio y en parte autobiográfico llamado Charlotte Kann. Las pinturas muestran el desarrollo de la protagonista como artista, su lucha contra la locura e incluso su primera historia de amor mientras va aumentado el poder de un gobierno nazi cada vez más violento.
Las cuadrículas y paneles ajustados de los primeros dibujos recuerdan a los cómics. La historia habla de los padres de Charlotte, de la depresión que sufrió su madre y también de la larga lista de enfermedades mentales que aparecieron dentro de su familia. Tras ver como su abuela se quitaba la vida, la protagonista suplica: “Dios mío, por favor, no me dejes enloquecer”.
Salomon grabó superposiciones semitransparentes cubiertas por textos en más de 200 de sus pinturas. Combinando texto e imagen, las piezas se convierten en una narrativa gráfica, contando escenas entrelazadas. Los espacios que dejó la pintora entre las imágenes también recuerdan a los cómics modernos.
En total y en toda su vida, Charlotte produjo en su vida más de mil obras. Su legado perdura.
Fuente: La Vanguardia