La exposición «Crónicas de New York», que se puede visitar desde en la Colección de Arte Amalia Lacroze de Fortabat, reúne pinturas que realizó Rómulo Macció (1931-2016) en su taller de Manhattan durante fines de los 80 y la década del 90, y en las que retrata la ciudad neoyorquina, más interesado en abarcar infinidad de posibilidades creativas que en representar un comentario sociopolítico urbano.
Pinturas de grandes dimensiones, coloridas, algunas figurativas, otras más abstractas, de interiores -como un pool o un bar-, de exteriores, calles, edificios; las obras que pintó Macció entre 1989 y 1998 componen una serie que él mismo llamó «crónicas» y donde configura una mirada muy particular sobre esa ciudad estadounidense, a la que visitó varias veces y en la que vivió, incluso con taller propio.
De aquella producción se exhiben en el Museo Fortabat 29 pinturas muy distintas, a pesar de compartir el mismo escenario: retratos, como el de una camarera sirviendo una abundante copa helada; pinturas de paisajes urbanos, obras con referencias muy claras (el metro, rascacielos, taxis) mientras que otras se vuelcan más por la abstracción, hasta otras que entran en diálogo como aquellas de una vidriera de «Chicken Burger» que el artista trabajó en dos registros pictóricos.
En una entrevista con Télam en 2015, con motivo de la inauguración en la galería Vasari de una exposición en la que presentaba una pequeña parte de esta serie, Macció contaba: «Me fascinó tanto la ciudad cuando llegué. Me agarró una cosa visual, me entusiasmó. Y empecé a pintar de manera objetiva. Es como una crónica, no cargué ninguna tinta especial. Es lo que vi. Pinté lo que vi».
En palabras de la curadora de la muestra en Fortabat, Florencia Battiti, la ciudad de Nueva York «ha sido transitada por cantidad de artistas que dejaron una producción de imágenes clichés, pero Macció rompe con eso, sale de los lugares comunes y construye una Nueva York muy singular. La ciudad, para él, es la coartada, lo que importaba era la pulsión de pintar».
Con guiños a la publicidad, profesión en la que se desenvolvió antes de su consagración como referente de la pintura contemporánea argentina, así como también a la historia del arte, las pinturas de quien integró el grupo la Nueva Figuración en los años 60 proponen una mirada estética de una ciudad en su apogeo de principios de los 90, con la singularidad de presentarla desde diversidad de enfoques, detalles, símbolos y vestida de temporadas estacionales.
¨Las obras muestran que era un pintor con enormes recursos para comunicar lo que quería. A pesar de que es una serie acotada en el tiempo, ves todo lo que es capaz de hacer, toda su capacidad expresiva. La pintura era su axioma” FLORENCIA BATTITI
Fuente: Telam