Un código: TT318. Un nombre: Amenmose. Una profesión: encargado de cantera. Sólo tres datos y un misterio de 3.500 años que intentarán develar 25 investigadores argentinos. Para esto, 13 de ellos viajarán a Egipto a partir de enero. Se trata del Proyecto Amenmose que se presentó días atrás en La Plata.
Los especialistas de la Universidad Nacional de La Plata llegarán al norte de África para meterse en los secretos de la tumba de un hombre que murió aproximadamente en el 1.550 antes de Cristo.
Algunos de los investigadores ya trabajaron antes en el país de las pirámides. Una de ellas es Andrea Zingarelli, la directora del grupo, que estuvo en la península del Sinaí y explica que la “particularidad de este proyecto es que nos proponemos dar a conocer la información de esa tumba que nunca fue publicada”.
La puerta que da entrada a la tumba de TT318. Foto: Gentileza Proyecto Amenmose
Sólo se conocen datos sueltos por menciones de investigadores del siglo XVIII, de una publicación de 1960 de dos mujeres norteamericanas que compilaron datos existentes hasta entonces y de una visita breve de una misión japonesa.
Pero para cumplir su objetivo, el grupo tuvo que sortear varios escollos. El principal fue el económico, ya que la mayoría de los integrantes solventaron los pasajes de su propio bolsillo.
Una vista de Sheickh el-Qurna. En el lugar hay unas 500 tumbas. Por lo general pertenecen a nobles. Foto: Gentileza Proyecto Amenmose.
Liliana Manzi, arqueóloga y otra de las especialistas que viajará, asegura que “lo complicado de un proyecto de estas características es llevarlo adelante con escaso financiamiento, dado que requiere del trabajo de un equipo de unas 15 personas en el campo. El traslado de los materiales para las investigaciones de campo, más allá de que en Luxor puedan conseguirse varios de los elementos que requerimos, porque muchos son llevados desde acá”.
El proyecto tiene su sede en el Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP-CONICET) de La Plata, pero también colaboran graduados y estudiantes avanzados de la Facultad de Humanidades de la UNLP, de la UBA y de la UFTM de Brasil.
A Zingarelli y Manzi las acompañarán en Luxor 11 investigadores, entre los que hay especialistas en historia, en arqueología y en el pasado egipcio. Ellos son Silvana Yomaha, Silvana Fantechi, Eva Calomino, Fabio de Moraes Lima, María de los Ángeles Suárez, María Sarmiento, Miriam Hara, Leila Salem, María Belén Castro, Pablo Rosell y Yésica Leguizamón. Y se queda en la Argentina otra parte del grupo: Agustina Andrade, Martín Rodríguez, Silvina Gómez, Amalia Petrongolo, Juan Wasiuniec, Victoria Romero y Héctor Gerván.
Además de los trámites con el gobierno de Egipto para conseguir los permisos necesarios, reunir los fondos también fue complicado. “Solicitamos recursos a distintos organismos de ciencias. Y gran parte de esta campaña es a pulmón. La mayoría de los investigadores se pagó el pasaje de su bolsillo”, explica Zingarelli. Además, crearon la Asociación Civil Misión Argentina Amenmose en Tebas para canalizar las donaciones que se pudieran recibir y crearon un sitio en la plataforma de financiamiento Ideame que estará activa en breve. Los pasajes para cada uno de los investigadores salen unos 90.000 pesos y “con US$ 6.000 se puede hacer una buena campaña”, asegura Zingarelli.
El lugar de la investigación está entre numerosas capillas funerarias de altos y medianos dignatarios de la época. Una de ellas es la TT 318. Se ubican en las colinas de Tebas occidental. Este sector se lo denomina como de tumbas privadas o tumbas de nobles, y constituyen una de las mayores fuentes de información de la sociedad egipcia antigua. Hay unas 500 tumbas. El trabajo se hará en Sheickh el-Qurna, en la actual Luxor, llamada en la antigüedad Tebas.
Sobre las posibles dificultades ya en el terreno, Manzi anticipa que “en lo que respecta al trabajo en arqueología, es todavía una incógnita el ingreso a la tumba, prevemos que no serán sencillas las acciones para dar con la entrada, por la cantidad de sedimento que podría estar cubriéndola”.
Entre lo que se puede hallar en la tumba hay inscripciones, parte de estatuas de dioses en madera, conos funerarios con nombres, fragmentos de relieves con caras de personas. Y, aunque es muy improbable, no se descarta el hallazgo de algún sarcófago ya que nunca se investigó en la tumba de Amenmose el pozo funerario, el lugar donde se depositaban los cadáveres en las tumbas egipcias de la antigüedad.
Fuente: Clarín