Uruguay es la tierra de la libertad, y por lo tanto ahí florecen grandes artistas: Blanes, Figari, Torres García, Gurvich, y hasta el hoy menos conocido Rafael Barradas, son un claro ejemplo de ello.
Nacido en Montevideo en 1890, como Rafael Manuel Pérez Giménez, su familia estaba compuesta por españoles vinculados al arte y su padre, Antonio Pérez Barradas, se dedicaba a decorar paredes en la joven ciudad que crecía junto al Cerro.
No se le conocen estudios académicos y sus primeros trabajos son caricaturas para diarios y revistas de la ciudad. En 1913 un amigo músico comparte con él una beca para estudiar en Europa y parten hacia Milán donde Marinetti, el filosofo de los futuristas, atraía a propios y extraños con su teoría del futurismo que el inteligente Pettoruti dejó de lado rápidamente.
Barradas viaja a París, que estaba en plena ebullición ya que se venía la Primera Guerra Mundial, y al poco tiempo lo vemos ilustrando revistas y libros en Barcelona. Quiere conocer Madrid y marcha a pie, pero cuando llega a Zaragoza abandona la caminata y conoce a la que será su mujer, Pilar, y se casa con ella.
De vuelta en Barcelona realiza su primera exposición en las famosas Galerías Dalmau, donde exponían Pablo Picasso y el charrúa Joaquín Torres García.
Durante 3 años realiza unas pinturas que él autodenomina «vibracionistas», donde mezcla conceptos del futurismo y del cubismo, muchas se confunden con collages. Durante esos años son la ciudad y sus movimientos, las máquinas, los tranvías, los bares y cafés, aquello que llama su atención. Y Torres García, que realizaba una figuración al estilo de Puvis de Chavannes, se ve fuertemente influenciado por su colega charrúa.
También Barradas intentó ser empresario y con su familia fabricaba muñecas de cartón que son conocidas como «peponas» en España.
Trabó amistad con Dalí y con Miró, también con Norah y Jorge Luis Borges. Atacado por la tuberculosis, regresa a fines de 1928 a Uruguay y al poco tiempo fallece con tan solo 39 años.
La obra era desconocida y la atesoraba la familia. Gracias a la visión de este hombre genial, que es Julio María Sanguinetti, quien fuera Ministro de Educación en 1969, le compran la obra a la familia. Son 503 obras que tenían como fin crear el Museo Barradas, tarea aún no realizada. Las obras se encuentran en el Museo de Artes Visuales de Montevideo.
Sus acuarelas, que son mis preferidas, tienen un valor que fluctúa entre 20 y 30 mil dólares y sus óleos, que son más escasos y muy figurativos en mi opinión, entre 60 y 200 mil dólares.
El Malba está cumpliendo sus primeros 20 brillantes años con una retrospectiva de los años 1913-1923 de la obra de Barradas y nos trajo la palabra contundente y señera de Julio María Sanguinetti, que hizo la apología del artista con el lujo que le conocemos.
Fuente: El Cronista