A poco más de una semana de su apertura en la Argentina, la muestra inmersiva Imagine Van Gogh alcanzó las 200.000 entradas vendidas y extiende su permanencia en La Rural durante los meses de mayo y junio, informaron los organizadores.
Esta muestra que combina arte y tecnología, y que itinera por el mundo desde el año 2008, ocupa una única sala del Pabellón Frers del predio ferial, donde se despliegan las pantallas de ocho metros de altura provenientes de Canadá que reflejan las pinceladas de 200 obras del pintor gracias a los 46 proyectores que vienen de Francia. La propuesta se completa con fragmentos de música clásica de icónicos compositores -como Bach, Mozart o Erik Satie- cumplen un rol fundamental.
Frente a los ojos de los visitantes se suceden como en una danza “La Noche estrellada”, “Los girasoles”, “Los Lirios” y “Dormitorio en Arles”, entre otras pinturas que el genio neerlandés creó durante los dos últimos años de su vida, entre 1888 cuando se traslada a Arles, en el sur de Francia, hasta su muerte en Auvers-sur-Oise en 1890.
Las “Ramas de un almendro en flor” que Van Gogh pintó sobre un intenso cielo celeste, como regalo para su sobrino que acababa de nacer y a quien habían bautizado también Vincent; las pinceladas largas y amplias que describen “El camino a Saint-Remy”, como un mosaico de colores entrecruzados, los campos de trigos, bajo los cálidos rayos de sol, o con sus nubes arremolinadas, las barcas de pesca en la playa también forman parte de este recorrido visual.
Las obras se presentan en “Imagen Total”, una avanzada tecnología creada en 1977 por el fotógrafo y cineasta francés Albert Plécy, desarrollada por Annabelle Mauger, que permite apreciar hasta el más mínimo detalle, en esta sala a oscuras, sólo iluminada por las proyecciones gigantescas de las pinturas más reconocidas del artista. Esta tecnología se presentó por primera vez en 2008 en “La Cathédrale d’Images”, en Francia. Desde entonces, ha itinerado por 50 ciudades del mundo y la han visto un millón de personas.
Las pinturas que conforman este itinerario visual forman parte de colecciones de museos como el Museo d’Orsay de París, la Galería Nacional de Arte de Londres, el Museo Van Gogh de Ámsterdam, el Museo de Arte Moderno y el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York: “una impresionante selección que, sencillamente, no podría coincidir físicamente en el mismo lugar y al mismo tiempo”, explican los organizadores.
La primera exposición inmersiva que desembarca en territorio argentino incluye además, al finalizar el recorrido, un colorido café, idéntico a aquel que Van Gogh pintó en Café Terrace de la Place Du Forum, en la ciudad de Arles en 1888.
La muestra se puede visitar en La Rural, Pabellón Frers, sobre avenida Santa Fe 4.363. Las entradas se venden en bloques de media hora con aforo limitado, aunque la permanencia en la exhibición no tiene un tiempo preestablecido. Los tickets se consiguen en la página de La Rural y en la web oficial.
El precio de la entrada es de $ 3.000 por persona, $2.000 para menores de 12 años. Hay un pack familiar para dos adultos y dos menores de 12 años por 8.000 pesos y los niños de hasta tres años no abonan entrada. No se exige pase sanitario pero es obligatorio el uso de barbijo dentro del recinto, indicaron los organizadores.
Se corre el telón y la magia comienza. Es recomendable bajar un cambio, acompasar la respiración y dejarse llevar por la coreografía de estas miles de imágenes. Como una magnificación de cada pincelada del atribulado genio holandés, de los colores de su paleta, de los paisajes que tanto estudió y volcó en la tela. Las emociones que quería transmitir con cada una de esas pinceladas. Los fragmentos más conocidos de música clásica de icónicos exponentes -como Bach, Mozart o Erik Satie- cumplen un rol fundamental.
«No hay que pensar a esta muestra como un filme corto, con un comienzo, un clímax y un final. Por el contrario, se trata sencillamente de ir a lo más profundo, de bucear en la obra. Van Gogh no quería mostrarte la realidad, él quería darte emociones. Y esta muestra es una magnificación de esos sentimientos, de esas emociones», explica a Télam el productor francés Pascal Bernardin, director de Encore Productions, empresa productora de la muestra en el mundo.
Así, frente a los ojos se suceden como en una danza las pinturas que el genio holandés creó durante los dos últimos años de su vida, entre 1888 cuando se traslada a Arles en el sur de Francia, hasta su muerte en Auvers-sur-Oise en 1890: «La Noche estrellada», «Los girasoles», «Los Lirios», o su «Dormitorio en Arles».
Las «Ramas de un almendro en flor» que Van Gogh pintó sobre un intenso cielo celeste, como regalo para su sobrino que acababa de nacer y a quien habían bautizado también Vincent; las pinceladas largas y amplias que describen «El camino a Saint-Remy», como un mosaico de colores entrecruzados, los campos de trigos, bajo los cálidos rayos de sol, o con sus nubes arremolinadas, las barcas de pesca en la playa también forman parte de este recorrido visual.
La impresionante selección de obras proyectadas aquí no podría coincidir físicamente en el mismo lugar y al mismo tiempo: se trata de piezas que forman parte de prestigiosas colecciones de museos como el Museo d’Orsay de París, la Galería Nacional de Arte de Londres, el Museo Van Gogh de Ámsterdam, el Museo de Arte Moderno MoMA y el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York.
La tecnología utilizada en «Imagine Van Gogh» -presentada en Buenos Aires por S2BN, DGE y DF Group-, que permite apreciar hasta el más pequeño detalle de estas obras, se conoce como «Imagen Total», un concepto desarrollado por Annabelle Mauger y Julien Baron, que se presentó por primera vez en 2008 en La Cathédrale d’Images, en Francia. Desde entonces, ha itinerado por 50 ciudades del mundo y la han visto un millón de personas.
«Cada muestra es diferente en cada ciudad. Pero en esencia, no agregamos nada extra a las obras, ni luces, ni efectos, ni videoclips. Son las pinturas, solas, sin el marco. Queremos que las creaciones de Van Gogh vivan aquí sin nada extra. Y eso es lo que genera más emoción. Es una buena manera de entender la emocionalidad en Van Gogh», dice el productor francés, tal vez intentando diferenciarse de otras inmersivas de Van Gogh, como por ejemplo la del Atelier Des Lumieres, que muchos comentaron estos días por aparecer en un episodio de la serie «Emily in Paris».
En muchas de las cartas que Vincent escribió a su hermano Theo describe en detalle qué emociones quería reflejar en cada pintura en la que se encontraba trabajando: «sugerir el reposo o el sueño en general» es lo que buscaba el pintor con «Dormitorio en Arles», con sus sábanas y almohadas en limón verde muy claro; la colcha rojo escarlata; la ventana verde.
También volcó en una misiva lo que pretendía para la famosa «Noche estrellada», donde estaba convencido de que no alcanzaba con poner manchas blancas en un fondo negro para pintarla: «Me parece que la noche tiene aún más colores que el día, teñidos de violetas, azules y verdes más intensos. Si miras con atención, verás que algunas estrellas son de color limón, otras tienen un brillo rosa, verde, nomeolvides, no azul», detallaba el artista sobre la obra que pintó en el pueblo de Saint-Remy, en el sur de Francia, donde pasó un año en un hospital psiquiátrico.
Al final del recorrido, ya una vez fuera del pabellón pero aún en el territorio de La Rural, se ubica un colorido café, idéntico a aquel que Van Gogh pintó en Café Terrace de la Place Du Forum, en la ciudad de Arles en 1888.
Las entradas se venden en bloques de media hora con aforo limitado, aunque la permanencia en la exhibición no tiene un tiempo preestablecido.
Los tickets se consiguen en www.laruralticket.com.ar y en la web oficial www.imagine-vangogh.com. El precio de la entrada es de $ 3.000 por persona, $2.000 para menores de 12 años. Hay un pack familiar para dos adultos y dos menores de 12 años por 8.000 pesos y los niños de hasta tres años no abonan entrada. No se pedirá pase sanitario pero se exige el uso barbijo todo el tiempo, indicaron los organizadores.