Los vestigios de la Historia pueden aparecer sin previo aviso. Es lo que sucedió durante la obra de restauración de la Manzana de las Luces, un edificio de 400 años de antigüedad vecino al Cabildo, que albergó las primeras sedes de instituciones como la Imprenta de Niños Expósitos, la Academia de Medicina y la Biblioteca Nacional. También, la Universidad de Buenos Aires, que funcionó allí durante 150 años. De la convergencia de organismos culturales y educativos surgió la idea de incluir la palabra “luces” en el nombre del complejo histórico.
En uno de los patios internos del edificio ubicado a 200 metros de Plaza de Mayo, en la manzana que forman las calles Alsina, Moreno, Bolívar y Perú, debajo del piso de cerámicos, había construcciones sanitarias de los siglos XVIII y XIX. Se trata de un importante hallazgo arqueológico inesperado que cambió el destino de ese espacio: ya no será un simple patio con bancos sino un sitio de visita para el público, que podrá conocerlo dentro de un mes aproximadamente, cuando termine la tarea de clasificación de los objetos hallados por el equipo de arqueólogos y antropólogos del Ministerio de Cultura de la Nación.
Al levantar el piso para cambiarlo y colocar una rejilla de desagüe pluvial, se encontraron estructuras subterráneas del sistema cloacal en impecable estado: una cisterna de aljibe con un caño de plomo para la ventilación, un pozo ciego y una bóveda de quince metros de profundidad hacia donde iba el agua cuando funcionaba allí la Universidad, instalada en el edificio en 1821.
Convencidos de que también podrían encontrar objetos de uso cotidiano, dado que la costumbre de la época era tirar la vajilla rota en los pozos ciegos, los investigadores continuaron con las excavaciones hasta hallar lo que esperaban: fragmentos de platos y vasijas, algunos de producción local y otros provenientes de Europa. En el recorrido para la prensa encabezado por el Ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer; la Secretaria Nacional de Patrimonio, Valeria González; la Directora Nacional de Museos, Marisa Baldasarre; el Director del Complejo Manzana de las Luces, el antropólogo Gustavo Blázquez; la arquitecta Patricia Cárcova, asesora del Ministerio, y la arqueóloga Sandra Guillermo, integrante del equipo a cargo de los hallazgos, se exhibieron algunas de las piezas, acompañadas de un código QR que permite acceder a un video que sintetiza la importancia histórica del descubrimiento.
El proyecto de puesta en valor del Complejo Manzana de las Luces, constituido como museo nacional en 2013, empezó en 2020, pero fue paralizado por la pandemia. En enero de 2022 se concretó la recuperación de la fachada: los especialistas rasparon capas y capas de pintura hasta dar el tono blanco original, que fue reproducido luego de la aprobación de la Comisión Nacional de Monumentos. Ahora luce impecable, con algunas cartelerías con información y hasta se recuperó la palabra “Universidad” inscripta en el muro ubicado sobre la puerta de Perú 222.
La primera etapa del trabajo se centró también en los muros exteriores, las cubiertas y la azotea del edificio de la ex Procuraduría de las Misiones, construido en el siglo XVIII por los jesuitas. Como explicó Cárcova, antes de la obra, “el estado era crítico: llovía adentro de las salas”. Por una mala decisión en la década de 1970 (demoler dos pisos sin hacer luego una cubierta exterior como corresponde), la humedad se filtraba por los techos y fue necesario impermeabilizar todo y, luego, recuperar las bovedillas originales del primer piso. En esa tarea se encuentran hoy los especialistas: es el inicio de la segunda etapa, que demandará, como mínimo, otros doce meses de trabajo.
Para concretar la obra, el Ministerio de Cultura recibió una partida de más de tres millones de dólares, que ya había sido otorgada en la época en la que era una secretaría dependiente del Ministerio de Educación. El organismo de Naciones Unidas, UNOPS, fue el encargado de llamar a licitación para garantizar la transparencia de la operación.
Los principales espacios del complejo que fueron recuperados son el edificio de la ex Procuraduría y el de la ex casa Redituantes, que funcionó entre 1822 y fines del siglo del siglo XIX como un equivalente al Congreso de la Nación. Allí se encuentra la imponente Sala de Representantes, que fue escenario de hechos clave de la Historia nacional como la jura de Bernardino Rivadavia como presidente y el asesinato de Manuel Vicente Maza en 1839.
La casa Redituantes fue mandada a construir por el virrey Vertiz con la idea de alquilar pequeñas viviendas y obtener de eso un rédito: de ahí, el nombre del espacio. “Fue un fracaso comercial”, aseguró Blázquez durante el recorrido. Al llegar a un pequeño patio, paso previo al ingreso a la Sala de Representantes, el director recordó un hecho trágico de la historia reciente: la Manzana de las Luces también fue escenario de la Noche de las Bastones Largos, en julio de 1966.
Con bancos de madera semicirculares y palcos, que también fueron restaurados, en el escenario de la Sala de Representantes, que tiene un piano, ahora se programan obras de teatro y conciertos de tango. “El último jueves de cada mes organizamos una tertulia con el escritor Pablo Pérez”, dijo Blázquez, que también contó que, para reconstruir varios de los espacios, tuvieron que recurrir al recuerdo de unos veinte ex alumnos de la UBA. Ante la falta de registro visual, los testimonios de Horacio Maratea, Víctor Ramos y Silvia Braslavsky, entre otros graduados de la universidad pública en aquella época, resultaron fundamentales.
“Es la primera vez que la Manzana de las Luces está dedicada ciento por ciento a funcionar como un museo”, aclaró Baldasarre. “Esto era un depósito de materiales, un edificio tomado, lleno de escombros, y un espacio privatizado”, agregó González, que detalló que en la azotea habían crecido plantas y yuyos de toda clase. Ahora hay un techo corredizo que permitirá el acceso para tareas de mantenimiento. Desde allí se ven los muros lindantes del Colegio Nacional de Buenos Aires y los indicios de los pisos demolidos. Según contó Blazquez, durante la cuarentena, con el edificio vacío, se oía de vez en cuando la música del piano de la Sala de Representantes. Una historia mítica de la Manzana de las Luces.
Fuente: Natalia Blanc, La Nación