Picnic nocturno entre esculturas en Pinamar: «La mano del destino» de Rubén Locaso, intervenida por un mapping, y en conexión con los visitantes; el artista creía que su obra, que está emplazada en el parque del Golf, era una antena que recibía información del universo.
“Llevá tu reposera”, reza la invitación, y no precisamente para tomar sol. Más bien todo lo contrario. La cita es el próximo miércoles, a la hora en que el atardecer empieza a ser historia en el los Links del Golf. Entonces se dará comienzo a otro “Picnic bajo las estrellas”: una experiencia que permite apreciar buena cantidad de las obras que integranel Parque Escultórico de Pinamar (PEP), intervenidas con video y mapping.
La propuesta es contemplativa, ideal para una salida al aire libre en familia, y se diferencia rotundamente de la otra opción que se puede tomar en cualquier momento para recorrer a luz del día esta larga ruta que se bifurca en múltiples direcciones y lleva al veraneante de una obra a otra. De Dibujando espacios, en la céntrica avenida Bunge y el Mar -el primero de estos gigantes de metal que creó el Pájaro Gómez y se instaló en el espacio público 2007, convirtiéndose en un símbolo contemporáneo de la ciudad- al flamante Cosmos, última incorporación a esta colección a la vista de todos, que hace apenas unos días se emplazó en el ingreso al barrio Pioneros.
Federico Bacher es el autor de esta piña de chapa texturada, blanca, calada, de seis metros de altura; una instalación site specific pensada para un entorno de bosque que se irá habitando. El escultor trabaja en el proyecto de Pinamar S. A. desde el comienzo: primero restauró varios de los bronces del PEP, como el gran Hombre del Delta de Lucio Fontana que se exhibe en hall del Hotel Playas, punto ineludible del paseo de arte (en la puerta recibe una Venus fragmentándose de Marta Minujín y en el patio, junto a la piscina, hay varios ejemplares que ameritan una visita, como el Adagio de Antonio Pujía, y un gato de Carlos Alonso, entre muchos otros). Luego, Bacher, que fue asistente de Rubén Locaso, se ocupó de enviar a fundición dos trabajos que el maestro imaginó y bocetó, pero no llegó a ver. Y ahora se adentra él mismo como artista con Cosmos.
“Es mi primera escultura abstracta -cuenta a LA NACION-. Estuve tres meses durante la pandemia, aislado, estudiando este proyecto; pasé de una ballena azul hasta una escultura figurativa”, confiesa el profesor, titular de la cátedra que lleva su apellido en la Universidad Nacional de las Artes (UNA), amante de la cultura China y acérrimo defensor de que las obras estén al alcance de todos. “Cosmos llega en un momento bisagra de mi obra -sigue-. Tengo una postura frente al arte contemporáneo, del que formo parte, y creo que se está alejando un poco de la gente, con una premisa de cierta exclusividad. Me da mucho fastidio cuando una persona me dice ‘yo de arte no sé nada’. El arte per se debería conectar con el ser humano; por supuesto que a uno no le gustan todas las obras, como tampoco nos cae bien todo el mundo. Pero creo que entre el arte y el público se genera un diálogo y mi premisa es que tiene que ser accesible”.
Por eso la piña que concibió en esta oportunidad tiene especialmente en consideración al espectador. “Como el lugar va a ser un barrio quise que fuera recorrible, incluso utilizable. Que la gente se pueda sentar adentro, colgarse, recorrerla. Hay ‘cosmos’ bebés a su alrededor [prismas de hormigón], para apoyarse o usar de respaldar”, explica. Y de noche, actúa como un faro: tiene una iluminación por domótica que le permite programar frecuencias, colores, efectos. “Las esculturas son tradicionalmente muy del día y esta se viste diferente para salir de noche”.
Una belleza escondida
La blanca piña, forma cónica que apasiona profundamente a Bacher por su “belleza escondida” -una geometría de la naturaleza que, a su vez, le remite a la forma de nuestra galaxia- no es la única del PEP. El fruto del árbol que da nombre al poblado marítimo inspiró antes a Alberto Bastón Díaz, que concibió La permanencia de un sueño en 2013, para los 70 años de la ciudad, que recibe en el camino de Los Pioneros.
En suma hay un siglo de escultura contemporánea argentina resumido en esta galería a cielo abierto, que se inicia con José Fioravanti (de quien se se incluyen varios ejemplares, como La lectora) y que llega literalmente hasta nuestros días. La iniciativa de la familia de los fundadores de Pinamar, los Shaw, fue avanzando de la mano del arquitecto Alejandro Tobe, pendiente de que se establezca ese diálogo entre las obras y el paisaje, y simultáneamente entre el público y la colección.
El conjunto están distribuido en el Playas Hotel, el Golf Pinamar, la vía pública, galerías y balnearios. Las piezas se pueden conocer de forma autoguiada (en ese caso, en el basamento de cada una se encuentran el título y autor junto a un código QR para acceder a información detallada) y también se ofrecen visitas guiadas como las que realiza Experiencia Pinamar, que conjuga naturaleza, historia y arte con gastronomía.
Para agendar
Picnic bajo las estrellas, el miércoles 19 de enero, a las 20.30, en Links Pinamar, Av.Shaw 1640. Producido por Pinamar SA y la Secretaría de Cultura del municipio, la entrada es gratis. Llevar reposera.
Fuente: Constanza Bertolini, La Nación