Las estatuas no son sólo para los próceres de los libros. En Buenos Aires, hay tres paseos de esculturas que homenajean a ídolos y símbolos de la cultura popular. Deportistas, artistas y personajes que forman parte de una historia mucho más cercana: las de la infancia, los deportes y las figuras que a lo largo de los años cosecharon risas y festejos.
Ubicados en distintos sectores de la ciudad, los paseos de la Gloria, de la Historieta y de los Artistas permiten a porteños y visitantes reconocer a sus ídolos deportivos, sacarse una foto con aquel actor cómico al que todavía se extraña o compartir con hijos y nietos las pasiones de la niñez. Pero esa cercanía tiene un costo: en muchos casos, las estatuas -modeladas en resina epoxi- están pintadas, rotas o directamente arrancadas, en un circuito de daño y reposición que parece no terminar nunca.Newsletters Clarín ¿Qué hacemos este fin de semana?
En Costanera Sur, sobre la avenida Dr. Tristán Achával Rodríguez, entre los rascacielos de Puerto Madero y la Reserva Ecológica se encuentra el Paseo de la Gloria, un trayecto que celebra a los grandes deportistas argentinos. Fue inaugurado en 2017, con motivo de los Juegos Olímpicos de la Juventud que se realizaron al año siguiente. Ginóbili, Vilas, Messi, Sabatini, Maradona, De Vicenzo y Fangio son algunas de las figuras realizadas con impecable realismo por el artista Carlos Benavídez.
La escultura de Manu Ginóbili resiste casi sin daños. Foto: Juan Manuel Foglia
Sobre la avenida, los micros estacionados traen a los turistas a pasear por el lugar. Un grupo de escolares sale de una visita a la reserva. Es una buena oportunidad para recorrer el pasado deportivo del país. Algunas estatuas, como la del siempre angelado Emanuel Ginóbili o la del pionero Guillermo Vilas, resisten casi sin daños.
Otras no tuvieron tanta suerte. La de Lionel Messi fue arrancada casi de cuajo. Sólo quedaron la pelota y una parte del botín izquierdo, como si esa pegada mágica fuera capaz de sobrevivir a todo, incluso al vandalismo.
El botín izquierdo de Messi es lo único que sobrevive de la escultura del ídolo. Foto: Juan Manuel Foglia
Gabriela Sabatini planea un revés imposible: su raqueta fue robada. “Ya se la llevaron como tres veces”, cuenta Sebastián, empleado en uno de los carritos que venden choripanes. “A la de Messi la sacaron hace un montón. Un día llegamos y no estaba. No se la roban por el material, que no vale nada. Es pura maldad”, se lamenta.
A Gabriela Sabatini le robaron la raqueta. Foto: Juan Manuel Foglia.
Desde el Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad confirman que pronto se repondrá la estatua del ídolo rosarino. Está siendo restaurada en los talleres de la Coordinación de Monumentos y Obras de Arte, MOA, con especialistas a cargo de arreglar las 2.000 piezas artísticas que hay en las calles de la Ciudad.
A pocas cuadras de allí, en Chile y Defensa, una estatua de Mafalda con sus amigos Susanita y Manolito da comienzo al Paseo de la Historieta, creado en 2012 y, desde 2015, parte del patrimonio del Museo del Humor de la Ciudad.
Mafalda es uno de los personajes que se mantienen intactos en el Paseo de la Historieta. Foto: Juan Manuel Foglia
Alrededor de los personajes, un grupo de turistas españoles se turna para tomarse fotos. “Venga, Asumpta, siéntate”, dice una amiga a otra. “Ponte junto a tu hermana”, pide un hombre a su esposa. “¡Que en la foto me has sacado la cabeza!”, se ríe otra. En medio, una Mafalda bien conservada sonríe, quizás pensando en la ONU, los Beatles o la sopa.
El Paseo del Tango se quedó sin tangueros: por el vandalismo, sacaron casi todas las esculturas
No es la situación de otras de las estatuas que componen este paseo a lo largo de los barrios de Monserrat, San Telmo y Puerto Madero. Don Fulgencio, por ejemplo, en Venezuela y Balcarce, tiene una mano rota y el frente pintado con aerosol.
Don Fulgencio, el hombre que no tuvo infancia creado por Lino Palacio, tiene una mano rota y la panza pintada con aerosol. Foto: Juan Manuel Foglia
En Balcarce y México, Larguirucho –que está junto a Súper Hijitus- muestra dos “besos” estampados en el cachete izquierdo. Y el icónico Clemente, en su faceta de hincha a favor de los “papelitos” –sobre Balcarce 450- tiene algunas pintadas. Lo mismo ocurre con las dos chicas de Divito que “conversan” en medio de una hilera de motos, sobre la esquina de Balcarce con Belgrano.
A Súper Hijitus, acompañado por Larguirucho, le estamparon dos besos en las mejillas. Foto: Juan Manuel Foglia
Otra suerte tuvo la estatua de Patoruzú, que hoy también se encuentra en proceso de restauración en el MOA. Su lugar, en la esquina de Paseo Colón y Belgrano, es ocupado ahora por Isidorito y Patoruzito, que antes estaban a mitad de cuadra, rumbo a Azopardo.
Isidorito y Patoruzito subsisten en Paseo Colón y Belgrano. Foto: Juan Manuel Foglia
Las estatuas rotas o pintadas llegan al MOA a partir de un relevamiento de la propia coordinación o de las llamadas al 147 que denuncian vandalismo. Los costos de reparación varían mucho, dependiendo del daño causado y los materiales necesarios para la obra. Para los arreglos –que incluyen esculturas, estatuas y fuentes, pero también bebederos, bancos, cartelería o bicicleteros, por ejemplo- el Ministerio de Ambiente y Espacio público destina un presupuesto mensual de 4.770.000 pesos.
Clemente en versión hincha de fútbol no sufrió mayores ataques. Foto: Juan Manuel Foglia
El gasto que debe hacer la ciudad por los actos de vandalismo contrasta con la recepción que muchas de estas piezas tienen entre porteños y turistas. En la esquina de Uruguay y Corrientes, la estatua de Alberto Olmedo junto a Javier Portales es prácticamente un sitio de convocatoria, incluso en pleno horario de oficina: ¿quién se perdería la oportunidad de sentarse, aunque más no fuera por un minuto, entre Borges y Álvarez? Así y todo, la obra –recién restaurada- ya luce un “maquillaje” no deseado en los labios y una consigna que reza “Carne = muerte” en el respaldo del sofá.
Otras estatuas del paseo -Minguito Tinguitella, de Juan Carlos Altavista; Don Mateo, de Jorge Porcel; el “Contra” de Juan Carlos Calabró y Tato Bores- fueron retiradas durante el proceso de peatonalización de la avenida Corrientes y están en proceso de restauración. Una sexta, la de Sandro, debería estar en la vereda del Gran Rex, sobre Corrientes al 800, pero fue mudada al hall interior. “Antes la sacábamos, porque tiene ruedas, pero la gente se le sentaba encima y la rompía”, explica uno de los trabajadores del teatro, mientras cambia las fotos de las marquesinas.
A la escultura de Sandro ya no la sacan del Gran Rex para que la gente no la rompa. Foto: Lucía Merle
Una pareja pide permiso para entrar y ella le pide a su novio que le saque una foto junto al Gitano, que sonríe sentado desde su sillón, junto a una mesa sobre la que descansa una rosa roja. “Gracias, no sabés lo que significa para mí”, dice después, emocionada. El ídolo, el reconocimiento, los recuerdos, que vencen las crueldades del tiempo y los agravios.
Fuente: Clarín