Ese mismo día, fecha exacta de su fallecimiento, también se prevé que se renombre como Leonardo Favio la calle Vera, donde se ubica el edificio de Directores Argentinos Cinematográficos (DAC), institución que patrocinó la obra de arte que esculpió Eric Dawidson.
«En un momento decidí que quería hacer una estatua para emplazar en la calle, pero no sabía de quién. Se me ocurrió que podía ser de Favio, un director con el que me conectaba… de hecho, me llamo Eric Leonardo, por él. Desde chico, siempre lo sentí cercano, entonces empecé a unir cosas y me apareció esta imagen de él con una musa inspiradora, como que le soplaba al oído», dijo Dawidson a Télam.
Para modelar la obra, el escultor y también realizador audiovisual, acudió a los bailarines Natalia Pelayo y Hernán Piquín, quienes actuaron en el filme de Favio «Aniceto», de 2008. Ambos posaron, Piquín como Favio y Pelayo como la Musa, para que Dawidson tomara fotografías mientras danzaban como el artista con su musa.
Johan Wolfgang von Goethe decía que los artistas son el canal por el cual los ángeles se expresan. En el resultado final de la escultura, se ve a una dama que, flotando en el aire, le dice al oído a Favio lo que debe hacer, dándole vida a aquellas palabras de Goethe.
«De Favio recuerdo un ser súper generoso, respetuoso con cada una de las 100 personas que trabajamos en ‘Aniceto’. Todo lo pedía con el por favor delante de cada frase y con un gracias al final», dijo Piquín. Pelayo, por su parte, recordó: «Sus enseñanzas me hicieron crecer como artista. No tengo palabras para describir lo que fue trabajar con él. Fue una persona muy generosa, con mucha empatía y sentido artístico. La experiencia de ‘Aniceto’ la voy a llevar siempre en mi corazón».
Sobre el proceso de la escultura, Dawidson comentó que la convocatoria empezó con Pelayo, a quien conoció en un videoclip que dirigió. «Nos hicimos amigos -explicó-. A través de ella, surge la idea de hacer la base de la estatua con scaneo 3D. Lo convocamos a Hernán, hicimos un modelo en 3D, lo modificamos e hicimos impresiones. Cuando estuvimos seguros, lo imprimimos en tamaño real, de tres metros de altura y sobre eso trabajamos en cera para darle terminación a la piel. Ya estamos terminando esta etapa, se desarma, va a la fundición y se reemplazará por bronce».
La presentación a la prensa se realizó en un de cóctel en su taller, de Vera al 700, en el barrio porteño de Villa Crespo, a unas diez cuadras de la plazoleta donde terminará a fin de año la obra. Por el momento, a la escultura solo le falta la cabeza, que se encontraba en una mesa esperando a ser puesta.
«En la parte institucional, respecto a la autorización para su puesta en la vía pública, lo dejé todo en manos de la DAC, pero tengo entendido que nunca hubo negativas y siempre fue todo positivo. Creo que se va a lograr pronto», dijo Dawidson.
En el trabajo, si bien no es similar al de su experiencia como director, el escultor tuvo que dirigir a Pelayo y a Piquín como actores de una película. Aunque este no fue el único punto en común entre una actividad y la otra.
«Yo lo abordé -explicó- desde el método cinematográfico. El proyecto siempre tuvo la confluencia de muchas artes. Usar la tecnología para scanear a los modelos es un trabajo que se asemeja mucho al trabajo audiovisual. Mi formación como director me dio la experiencia de cómo armar un proyecto para presentarlo. Al margen de lo estrictamente escultórico, la obra se compuso de un montón de creatividad de muchas personas, que es como se trabaja en el cine también. Tuve su colaboración, lo cual hizo que la obra crezca mucho más».
«Hace unos años me convoca Eric para contarme el proyecto. Sentí una profunda emoción de ser parte de esta obra. Pudimos estar con Hernán para ayudar y poner el cuerpo y sentimiento para encontrar qué formas y expresividades podían tener estos cuerpos para darle vida a Favio y la Musa. Es un regalo y siento mucha gratitud. Favio fue un artista inmenso que ha hecho mucho por la cultura argentina», dijo Pelayo.
Piquín, en tanto, comentó: «Me llamó un día Eric contándome el proyecto que tenía y me pareció sumamente importante poder participar así que no lo dudé y allí fui, a un estudio donde me encontré con Natalia Pelayo y comenzamos con las fotografías y las poses que él nos pedía. Eric nos volvió a llamar y nos comentó esta idea de escanear nuestros cuerpos y allí también estuvimos felices de poder aportar nuestro granito de arena para esta obra».
Dawidson definió a esta experiencia como «algo hermoso» y con respecto al aporte de los bailarines, sostuvo que «son como los jugadores de la selección, son de primera, y hacerlos modelar es como tener esculturas griegas vivas. Fuimos buscando cómo se relacionaba Favio con su creatividad y fue muy enriquecedor».
Con el clásico pañuelo en la cabeza, una guitarra en su espalda y un megáfono en la mano derecha, la escultura de Favio espera a salir al público y encontrarse con la gente en Vera esquina Corrientes cuando se cumplan diez años de la muerte de uno de los artistas fundamentes de la cultura argentina.