“Sí, y estoy listo para irme”, le dijo Vicent van Gogh a su hermano Theo en su lecho de muerte, Auvers-sur-Oise, horas antes de morir el 29 de julio de 1890. Le confirmó de esa manera que él mismo se había disparado en el pecho, asegura el sobrino bisnieto del artista holandés, de visita en Buenos Aires para inaugurar Meet Vincent van Gogh, una muestra inmersiva sobre su vida y obra organizada por el museo de Ámsterdam y curada por él.
Descendiente de Theo, quien le puso a su hijo el nombre de su hermano, Vincent Willem van Gogh es el último de la familia en conservar esa tradición: se llama exactamente igual que uno de los artistas más famosos del mundo. “Tengo un hermano y un sobrino, que se apellidan Van Gogh. Pero ‘Vincent Willem van Gogh’ se acaba después de mí”, dijo a LA NACION dentro de una carpa instalada en el Campo Argentino de Polo este abogado de 69 años, que vive en Ámsterdam y creció viendo algunas de las mejores obras de la historia del arte colgadas en la casa de su abuelo.
-¿Cómo lleva el hecho de llamarse igual? ¿Como una carga o como una bendición?
-Una bendición. Estoy muy orgulloso de representar a mis ancestros y de divulgar el mensaje de Vincent van Gogh por el mundo.
-¿Por qué uno de los museos más visitados del mundo impulsa una muestra como esta?
-Porque no todos pueden viajar a visitar la colección en Ámsterdam. Por supuesto que lo más importante es ver las obras reales. Pero esta es una experiencia educacional. Permitimos a gente de todo el mundo, desde Londres a Buenos Aires, conocer a Vincent van Gogh, que aprendan de su vida y su arte en sus propias palabras, a través de sus cartas a su hermano Theo.
-¿Qué piensa de la versión que dice que a Vincent lo mataron unos jóvenes?
-Hay una tesis desarrollada por un biógrafo estadounidense, el apéndice de una biografía muy buena, pero lamento decir que no tiene sentido. Porque él trató de matarse, se disparó en el pecho el 27 de julio. Su hermano Theo vino inmediatamente desde Paris, se quedó con él dos días, y el 29 de julio Vincent murió. Theo le preguntó si había sido un suicidio y él le dijo a la persona más cercana e importante en su vida: “Sí, lo fue, y estoy listo para irme”. Así que mi consejo es que lean la biografía, pero olvídense del apéndice.
-¿Cuál es la frase escrita por Vincent que más le impactó?
-No una frase, sino una carta. Las cartas que me encantan son las que describen cómo hace sus obras. Él dice: “Necesito amarillo, un amarillo más brillante…” Me gusta mucho leer eso.
-¿Y cuál es la obra que más le gusta?
–La que le regaló a mi abuelo al nacer, Almendro en flor.
-¿Qué es lo que más admira de Vincent?
-Que mantuvo sus vínculos. Con su hermano, con sus amigos y colegas. Su misión fue la innovación en el arte. Creo que él quería hacer su trabajo de una forma innovadora, para todos. Y nunca se rindió. Eso es lo que más admiro.
-¿Qué recuerdos tiene de su abuelo?
-Mi abuelo fue un hombre muy bueno y visionario. Transfirió su colección privada de 200 pinturas de Vincent van Gogh, todas las cartas y unos 600 dibujos al Museo van Gogh, especialmente construido para compartir la colección con todos, para siempre.
-¿Qué sintió usted cuando donó esas obras?
-Orgullo. Yo tenía 19 en ese momento, y mi abuelo me explicó todo. Creo que es una contribución, un regalo para la herencia cultural de la humanidad.
-¿Cómo fue crecer con esas obras y cuándo se dio cuenta de que esas obras eran famosas?
-Cuando nos fuimos de vacaciones por primera vez, cuando tenía diez años, desde Ámsterdam al sur de Francia, a medio camino paramos en un hotel. En mi cuarto vi una reproducción de Los girasoles que conocía muy bien, porque estaba colgada en el living de mis abuelos. Había muchas en su casa. Entonces pensé: “Debe ser muy famoso, porque en un país donde no entiendo una palabra, la gente lo admira también”.
-Su familia conserva alguna de las obras?
-No tenemos nada más en la familia. Ni dibujos, ni carta, ni un papel tocado por Vincent o Theo. Como dije, mi abuelo fue un visionario y transfirió todo a la Fundación Vincent van Gogh, porque su sueño era mantener todo junto. Y si conservamos una o dos o diez pinturas en la familia, ¿qué haremos cuando alguien muera o se divorcie? Tiene que dejar la familia y la colección. Entonces contradice el sueño de mantenerla unida.
-O sea que usted no es millonario.
-No (risas).
-El museo cumple este año medio siglo. ¿Cuáles son sus desafíos actuales?
-Celebrar ese aniversario con buenísimas exposiciones y seguir haciendo un muy buen trabajo. Este año comenzamos con una exposición sobre la familia, porque la historia del artista es la historia de la familia, de la colección y del museo. Luego tenemos una exposición sobre Auvers-sur-Oise, donde hizo setenta obras en setenta días. Una por día. Eso va a ser un blockbuster. La vamos a hacer este año en colaboración con el Museo de Orsay en París, que tiene la colección más amplia de ese periodo. Se va a exhibir en ambos museos.
-¿Cuál fue la estrategia de su bisabuela para difundir la obra de Vincent?
-Después de la muerte de Vincent y de Theo, medio año después, ella se convirtió en la dueña de la colección de 466 pinturas de Vincent. Y se dedicó a promover su obra, que no era reconocida todavía por el público. Sí por sus colegas. Cuando murió, en su funeral dijeron: “Murió uno de los mejores de nuestra generación”. Gauguin, Pisarro, Bernard, etc. Ella organizó exhibiciones en todo el mundo y vendió obras icónicas a importantes museos y coleccionistas. Así fue como el legado de Vincent se expandió por el mundo.
Para agendar:
Meet Vincent van Gogh, desde mañana hasta el 30 de abril en el Campo Argentino de Polo (Av. del Libertador 4096). meetvincent.com/argentina
Fuente: Celina Chatruc, La Nación