Fue un impacto para Berlín y el orgullo alemán. Sarcófagos egipcios, esculturas y cuadros, de alto valor patrimonial, fueron dañados con un “líquido aceitoso” en cuatro recintos de la famosa Isla de los Museos del centro de esa ciudad. El acto vandálico contra más de 70 obras de arte permaneció en secreto por casi tres semanas. Y ahora, al difundirse la noticia, en los medios alemanes empezaron a circular teorías conspirativas de todo tipo.
Christina Haak, vicepresidenta del complejo museístico, dijo que se trata del ataque que más daño ha causado en la historia del grupo de instituciones. Las obras fueron manchadas el 3 de octubre, pero el masivo acto de vandalismo salió a la luz este martes, después de que la prensa alemana confrontara a las autoridades con una información: la policía estaba contactando a todas las personas que habían visitado los recintos con piezas dañadas aquel día, en el Museo Nuevo (hogar del famoso busto de Nefertiti, de 3.300 años de antigüedad), el Museo de Pérgamo (allí se encuentra el célebre Altar de Pérgamo) y la Antigua Galería Nacional (donde hay cuadros de Monet, Cézanne y Renoir).
El golpe fue perpetrado con un líquido oleoso, cuya composición se desconoce. Se estima que fue aplicado con una pistola de agua o spray, aprovechando distracciones de la seguridad durante las visitas.
Cerca de 3 mil personas recorrieron el complejo de museos el 3 de octubre. Más de la mitad ya fueron contactadas. Así, la investigación se convirtió en un rastreo masivo: las autoridades están pidiendo que aporten datos quienes hayan visto algún movimiento extraño.
Friederike Seyfried, directora del Museo Egipcio de Berlín, recorriendo con periodistas las obras dañadas. / AFP
¿Por qué este acto vandálico se mantuvo en secreto durante tanto tiempo? Según indicaron los museos públicos de Berlín en un comunicado, fue para proteger “las tácticas de investigación” de la policía y de la Oficina Estatal de Investigación Criminal. Durante estos días, obligaron a los museos atacados a mantener un riguroso silencio sobre el incidente.
Si bien no se han hecho públicas las hipótesis de la policía, los medios alemanes e internacionales sopesan alternativas. Y ponen en danza, también, el efecto de las teorías conspirativas que alientan personajes extremos. Una de estas hipótesis en circulación apunta al discurso delirante que promueve un chef vegano de ultraderecha, Attila Hildmann. En los últimos meses, el cocinero no solo protagonizó protestas públicas contra el Covid, defendiendo relatos paranoicos sobre el origen de la pandemia, sino que también protestó ni más ni menos que frente al Museo de Pérgamo. Según el fanático, este recinto supuestamente alberga el “trono de Satanás” (el altar de Pérgamo) y es escenario de supuestos rituales llevados a cabo por líderes mundiales. ¿Alguien organizó el ataque influido por esa loca prédica?
En la danza de suposiciones, también se insinúan causas políticas, sobre todo porque el día del golpe, el 3 de octubre, se celebraban los 30 años de la unificación de Alemania de 1990, en el llamado Día de la Unidad. Pero hasta ahora, no hay responsables ni motivaciones confirmados.
Un sarcófago y una restauración que será complicada. Foto: AFP
Una pregunta enciende la preocupación: ¿de qué manera se están cuidando en Alemania piezas de altísimo valor histórico? Las autoridades de los museos públicos destacan que la mayoría de las obras no están protegidas por cristales y se encuentran a distancia accesible para los espectadores. Esa libertad mejora la visita, pero también habilita riesgos, señalaron.
El líquido que se usó para el daño se administró en pequeñas cantidades, por lo que en muchos casos será removido en tareas de restauración. En el caso de las pinturas, los daños no fueron sobre los lienzos.
Christina Haak, del complejo de museos, en una multitudinaria conferencia de prensa. Foto: EFE.
Evelyn Álvarez Dossmann (Cali, 1977) es restauradora y trabaja en Berlín en la Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano, bajo la cual están amparadas los museos estatales de Berlín y las colecciones afectadas. En diálogo con Clarín, explicó: “El daño es considerable, sobre todo en objetos con superficies porosas, por ejemplo piedra arenisca, con una alta capacidad de absorción son muy sensibles. El líquido aceitoso es absorbido por los poros capilares hasta el interior del material y requiere de una intervención nada sencilla para retirarlo”.
Mientras tanto, siguen buscando a los autores del ataque.
Fuente: Clarín