Tras pasar siete años en los almacenes del museo, una parte de ese tiempo como depósito policial, la obra incautada a Jaime Botín cuando intentaba sacarla de España en barco, sin los permisos exigidos por la ley de España, cuelga en el segundo piso del Reina Sofía. Se trata, según expertos, de «una tela única en España” que devenirá una de las piezas más importantes de la exposición que el museo prepara para 2023, informó la prensa internacional.
La obra fue pintada en 1906 tras los meses de verano que Picasso pasó en la localidad leridana de Gósol, donde vivió una crisis conceptual, estética y formal fundamental que le permitió emprender la revolución cubista.
Esta pintura y otras parecidas cobran relevancia como precedente de la icónica tela «Las señoritas de Aviñón» (1907), pieza central del protocubismo con la que Picasso abandonó su etapa rosa y ensayó un nuevo lenguaje: «primitivo y antiacadémico, deliberadamente inacabado, esquemático, de contornos delineados y formas sólidas y monumentales”, explicaron voceros del museo.
El empresario Botín, expresidente de Bankinter, compró el cuadro en 1977 en la Galería Marlborough de Londres y en 2012 quiso subastarlo en la casa Christie´s de esa ciudad, para lo que necesitaba un permiso del Ministerio de Cultura de España que nunca obtuvo por tratarse de una obra de interés artístico e histórico de más de 100 años de antigüedad.
Botín intentó entonces sacar el cuadro por mar vía Córcega, pero fue interceptado en julio de 2015 en la isla por la Guardia Civil y el servicio de aduanas francés. Según la acusación, el banquero se preparaba para llevar el cuadro a Suiza y finalmente venderlo.
El exbanquero pagó como pena 91,7 millones de euros pero eludió los tres años de prisión de la sentencia por el contrabando de este Picasso valuado en más de 26 millones de euros, debido a su mal estado de salud esgrimido por la defensa y a su edad, 85 años.