Las citas con las autoridades francesas ya están concertadas. En dos semanas el arquitecto argentino residente en París, Marcelo Jouliá, presentará un proyecto para la reconstrucción de Notre Dame elaborado por su estudio (Naco Architecture) en base a una idea del mismo Jouliá que hace dos décadas estuvo a punto de concretarse.
«Obviamente vamos a proponer desde nuestro estudio un proyecto para Notre Dame, pero no entraremos en el delirio de imágenes 3D que hay en este momento en el que cada uno tira algo lo más impactante posible. Se trata de un edificio histórico muy importante, muy noble, y no se pueden hacer dibujitos de esa forma. Nosotros estamos en otro tipo de reflexión», dijo Jouliá ayer a LA NACION en diálogo telefónico desde París.
Al cumplirse un mes del incendio de la catedral que conmovió al mundo se difundieron ayer en Europa una decena de proyectos para su reconstrucción producidos por diferentes estudios de arquitectura. Algunos proponían hasta instalar una pileta en el techo del templo.
El proyecto del estudio de Jouliá recupera la traza que en 1999, tras dos años de trabajo, había sido aprobada tanto por los entonces presidente de Francia y arzobispado de París y contaba con el dinero necesario y el aval de historiadores, filósofos, urbanistas y arquitectos.
Denominada «Las alas del tiempo», aquella iniciativa proponía completar las torres de la catedral Nuestra Señora de París durante un lapso de tiempo determinado en celebración del milenio.
Si bien Jouliá afirmó que no presentará su nueva propuesta a la prensa, sino que lo hará directamente a las autoridades correspondientes, anticipó que propondrá completar la silueta de las torres frontales con una especie de intervención provisoria que incluye, en una de ellas, una «escalera hacia el cielo».
Esa instalación se mantendría por el tiempo que dure la reconstrucción de la aguja o flecha, los arcos y los techos interiores. «Hay que reconstruir una parte importante del edificio y eso llevará diez o quince años. Es mentira que puede llevar cinco años porque se tiró tanta agua para apagar el fuego que, sólo para el secado de las piedras hay que esperar más de un año», dijo el arquitecto.
«Quiere decir que nuestra visión de restablecer la figura del edificio a la altura original de 140 metros, con las flechas provisorias, vuelve a tener más impacto y razón de ser para reenfocar la mirada al edificio que volvería a tener el esplendor de antes durante el tiempo que lleve reconstruir el esplendor de lo que se quemó», agregó.
Aquella intervención no llegó a concretarse, recuerda Jouliá, «por problemas de política interna en la Iglesia. El arzobispo de París era muy favorable, pero otro arzobispo se opuso y para no crear problemas se frenó el proyecto que ya había llegado al Vaticano».
El arquitecto presentará en Francia a los consejeros culturales de la presidencia de la república y de los ministerios de Economía y de Culto, los diseños y todos los documentos, textos y cartas de quienes habían dado su apoyo al proyecto hace veinte años.
Entre estos últimos figuran respetados filósofos e historiadores del medievo, como Jean Baudrillard y Alain Erlande-Brandenburg, y urbanistas y arquitectos como Paul Virilio, Claude Parent y Christian de Portzampar.
«Estamos totalmente implicados en todo lo que toque de cerca o de lejos a ese edificio», dijo Jouliá y contó que desde el momento del trágico infortunio y por varias semanas evitó cruzar el Sena para no verse obligado a pasar cerca de Notre Dame.
«Estaba muy afectado y conmovido. Esto toca algo muy importante para Francia y más en la ciudad de París. Es un edificio emblemático; un edificio religioso que siempre fue considerado como de todo el mundo y no de una religión en particular. Además se caracterizó por unir a la gente, acogerla. Hoy eran más turistas, pero era un edificio donde la gente iba a compartir cosas, y la plaza un lugar donde el pueblo se encontraba», agregó.
Jouliá vive en Francia desde 1976 cuando con su familia se fue de la Argentina tras el golpe de Estado. Allí estudió urbanismo, geografía y luego arquitectura. En 1990 abrió su estudio que en el que trabaja una veintena de profesionales y tiene sedes en Shanghai y Buenos Aires.