La distensión o hinchazón de la vena yugular puede ser una reacción a enfermedades, como insuficiencia cardíaca y presiones intracardíacas. Sin embargo, en el caso de un hombre joven con buen estado físico, como sería el caso de David, eso solo ocurriría temporalmente si se está en un estado de excitación, como el que debe haber sentido el héroe bíblico antes de luchar contra el gigante Goliat. En la obra de Miguel Ángel es posible advertir que la vena está hinchada encima de la clavícula de David. Se trata de una característica anatómicamente realista.
Resulta fascinante que el maestro del Renacimiento haya asociado una yugular hinchada con la excitación física 124 años antes de que esto fuera documentado por la ciencia médica. Fue el cardiólogo Daniel Gelfman del Marian University College of Osteopathic Medicine en Indianápolis quien detectó que el artista había realizado esa conexión. Es decir, 515 años después de que la obra estuviera terminada, se descubrió que Miguel Ángel fue, sin dudas, un genio. “Estoy asombrado de su capacidad para reconocer este hallazgo y expresarlo en su obra de arte en un momento en el que había información tan limitada en fisiología cardiovascular”, describió el experto.
“Miguel Ángel, al igual que otros contemporáneos artísticos, tenía una formación anatómica”, escribió Gelfman en su estudio, que fue publicado por la revistaJama Cardiology y replicado por el Daily Mail.
El experto añadió: “Me di cuenta de que Miguel Ángel debe haber notado una distensión venosa yugular temporal en individuos sanos que están emocionados”. Además, subrayó: “En el momento en que se creó David, en 1504, [el anatomista y médico] William Harvey aún tenía que describir la verdadera mecánica del sistema circulatorio, y eso no ocurrió hasta 1628”.
Por otro lado, el David no es la única escultura de la obra de Miguel Ángel que presenta una vena yugular inflamada. Ese mismo detalle anatómico se puede ver en la obra Moisés, que fue encargada por el Papa Julio II en 1505 para residir en su tumba. En la creación se representa a Moisés como si acabara de regresar del monte Sinaí después de recibir los Diez Mandamientos, para encontrar a los israelitas adorando el ídolo falso del becerro de oro. La ira contenida del profeta también es visible en la expresión deslumbrante de la escultura y el brazo izquierdo tenso. “De esta forma, se podría creer que el estado de Moisés era de excitación”, señaló Gelfman.
Fuente: La Nación