El Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York reabrió al público esta semana luego de permanecer cerrado por cuatro meses, debido a una reforma y ampliación de 450 millones de dólares, cuyos resultados trastocaron las reglas del universo artístico: «rotará todo el tiempo su colección permanente a excepción de aquellas 75 obras icónicas que todos vienen a ver», prometió el director de la institución Glenn D. Lowry.
Este «nuevo MoMA» -tal como lo presentaron durante las jornadas de prensa en las que estuvo Télam a principios de mes- que promete marcar el paradigma de los museos del nuevo siglo, dejó en claro que no quitará de sus salas los highlights, emblemáticas obras que explican en gran parte los tres millones de visitantes que recibe cada año.
«Queremos ser un museo en permanente cambio. Pero si vienen a ver las obras icónicas estarán allí exhibidas, no cambiarán, aunque a su alrededor no estarán las mismas piezas», explicó Glenn Lowry al referirse a iconos como los «Nenúfares», de Monet, «La noche estrellada», de Vincent Van Gogh, «Las señoritas de Avignon», de Pablo Picasso, las latas de sopa Campbell de Andy Warhol y «One», de Jackson Pollock, por mencionar algunas.
«Las señoritas de Avignon», de Picasso
La nueva disposición reúne entonces artistas de las más diversas geografías y orígenes, como nunca se mostró antes, que profundizan en temáticas o ideas específicas, y que no reconocen una única historia del arte moderno y contemporáneo.
Así se explica la presencia de obras que estaban guardadas, como las fotografías del argentino Alberto Greco en Piedralavés, famoso por su manifiesto Dito dell’Arte Vivo que consistía en rodear a personas con un círculo dibujado con tiza sobre la calle y luego firmarlo como obra de arte, en la sala «At the Border of Art and Life», donde comparte sitio junto a la japonesa Yoko Ono y otros artistas que perseguían por entonces la «desmaterialización» del objeto.
La imaginería de la ciudad de París en los años ’20 se despliega en el quinto piso en un conjunto heterogéneo que incluye a la brasileña Tarsila do Amaral, al rumano Constantin Brancusi, al francés Fernand Léger y al español Pablo Picasso.
En la sala contigua, el París de los años ’50 reúne una emblemática pintura del argentino Lucio Fontana («Concetto spaziale») junto a los azules monocromos de Yves Klein.
Las Sopas Campbell
Se destacan doce heliografías del argentino León Ferrari, en la sala «Print, Fold, Send» junto a obras de artistas y activistas de América latina que en los años ’70 y ’80 enviaron arte por correo, produjeron fanzines o panfletos, y fundaron pequeños sistemas de prensa para distribuir fácilmente sus obras, críticas de los regímenes represivos.
Están también allí la pieza «Desaparecida» del paraguayo Roberto Barbosa, «No Captions» del chileno Alfredo Jaar, «Libertad de todos los presos políticos», del uruguayo Clemente Padín, los diarios de la argentina Mirtha Dermisache y obras de las brasileñas Regina Silveira y Anna Bella Geiger, entre otras.
Otro espacio rutilante para el arte latinoamericano lo representa la exposición temporaria «Sur moderno: Journeys of Abstraction», un destacado conjunto de arte abstracto y concreto, donado a la institución por Patricia Phelps de Cisneros, que reúne nombres como Gyula Kosice, Alfredo Hlito, Lygia Clark, Lidy Prati, Gego, Raúl Lozza, Hélio Oiticica, Jesús Rafael Soto y más.
La argentina Inés Katzenstein, curadora de Arte Latinoamericano del museo y directora del Instituto de Investigación para el Estudio del Arte de América Latina Patricia Phelps de Cisneros del MoMA, presenta de manera impecable estas cien obras realizadas entre 1945 y 1970, de artistas de Argentina, Brasil, Venezuela y Uruguay que transformaron la forma en que se concebía el arte en la región y desafiaron los formatos convencionales de la pintura y la escultura.
-¿Esta nueva disposición de la colección fue diseñada desde una perspectiva de género?
– Glenn D. Lowry: Sí. Hay ahora cinco veces más mujeres artistas en exposición que hace un año. La representación de género es de un 28 por ciento de mujeres, un 59% de varones y un 13% sin género especificado. Sabemos que no es posible representar cada aspecto del mundo, pero esperamos poder representar aquellos temas que interesen a la sociedad, a través de obras críticas e interesantes de todas partes del mundo.
«¿Cuál es el punto de tener una inmensa e increíble colección si no la mostramos?», disparó Lowry, de manera retórica.
«Exhibimos lo que ya estaba aquí pero antes era invisible», agregó el director de la institución que atesora un total de 200.000 obras entre pinturas, esculturas, dibujos, grabados, fotografías, performances, modelos y dibujos arquitectónicos, objetos de diseño y películas.
Con la ampliación, que sumó al museo 3.700 metros cuadrados y espacio para mostrar 2.500 obras (1.000 más que antes), el MoMA ofrece lecturas imprevistas y diversas de su colección, como una suerte de caleidoscopio que apunta a una historia del arte más flexible, sin verdades absolutas, a tono con los tiempos que corren.
Fuente: Télam