Otro retrato de Jesús volvió a sacudir el mercado de arte menos de cinco años después de queSalvator Mundi, pintura atribuida a Leonardo da Vinci, alcanzara el récord de 450 millones de dólares: El hombre de los dolores, de Sandro Botticelli, se vendió hoy en Sotheby’s de Nueva York por 45,5 millones.
Si bien la cifra representa apenas el 10 por ciento de la registrada en 2017 por Salvator Mundi, se trata uno de los valores más altos alcanzados por una pintura del Renacimiento. El año pasado su Retrato de un joven sosteniendo un medallón se vendió en la misma casa de subastas por 92,1 millones de dólares, cifra que multiplicó por nueve su marca anterior y quedó segunda en la lista del “top five” de piezas de Old Masters.
La disputa de siete minutos entre tres ofertantes culminó con un aplauso cuando David Pollack bajó el martillo en un remate “phygital” (físico y digital) transmitido en vivo. La pintura, realizada alrededor de 1500, había permanecido en la misma colección privada desde que fue adquirida en una subasta en 1963 por 10.000 libras esterlinas (28.000 dólares).
“A pesar de la venta histórica del año pasado, las obras de Botticelli, de cualquier época, siguen siendo extremadamente raras en las subastas. Sus obras tardías, en particular, rara vez aparecen en el mercado, y solo se sabe que otras tres de este período (posteriores a 1492) están en manos privadas”, señaló un comunicado difundido por Sotheby’s.
“El hombre de los dolores de Botticelli es una de las obras más potentes y aleccionadoras que he conocido –observó Christopher Apostle, jefe del Departamento de Pintura de Antiguos Maestros de Sotheby’s de Nueva York-. Aunque aparentemente religiosa, es una pintura de enorme humanidad, un retrato del sufrimiento humano y la espiritualidad que habla un lenguaje universal. El resultado de hoy no solo es testimonio de su poder e importancia, sino también de la atemporalidad de las obras pintadas hace unos 500 años”.
Célebre autor de la Primavera (circa 1480), El nacimiento de Venus (c. 1485) y la Anunciación (1489-90) -alegorías exhibidas hoy en las Uffizi Galleries de Florencia-, fue apodado “el barrilito”. Según una versión, porque a su hermano mayor lo habían apodado “Botticello” por ser bajito, ancho y aficionado a la bebida. En los inicios de esa década gloriosa fue convocado también por el papa Sixto IV para integrar el grupo de selectos artistas que pintarían frescos en las paredes de la capilla Sixtina, donde plasmó La tentación de Cristo.
Fuente: La Nación