En una rueda de prensa celebrada hoy en el Museo Van Gogh de Ámsterdam, los expertos de esta pinacoteca explicaron que habían surgido dudas sobre el cuadro desde la década de 1970, cuando ya pertenecía a la actual colección de pintura del Museo Nacional de Oslo.
Van Gogh se autorretrató mirando de reojo, como un hombre tímido, asustado y deprimido, que no quería reconocerse en el espejo, mientras estaba siendo tratado de su primer episodio psicótico en un sanatorio del sur de Francia, explicaron los investigadores.
«El cuadro es inusual, sí, pero el lienzo es el mismo que Van Gogh utilizó durante su estancia en el sanatorio de Saint-Rémy en 1889. Los pigmentos también están en armonía con lo que hizo en esa época, colores no muy fuertes, y específicamente un verde fangoso por todas partes, muy típico de ese periodo del artista», explicó a Efe el experto holandés de Van Gogh, Louis van Tilborgh.
Quizás en ese momento ya tenga incluso la oreja derecha cortada, aunque los expertos del Museo van Gogh no lo pueden confirmar con certeza porque, para elaborar ese autorretrato, el artista se pintó desde el perfil izquierdo, mirándose de reojo en el espejo y mostrándose como la persona que estaba sufriendo.
El lienzo fue adquirido por el Museo Nacional de Oslo en 1910, asumiendo que era un autorretrato pintado por el propio Vincent, pero a principios de los setenta empezaron a surgir dudas sobre su autenticidad porque los datos sobre su procedencia estaban incompletos y el estilo y colores usados no se consideraban típicos de Van Gogh.
La investigación llevada a cabo por el museo holandés empezó en 2014 y el resultado confirma ahora la autenticidad del cuadro y la época en la que se hizo: en 1889, cuando el artista fue tratado por una psicosis, según confirmó el experto holandés del Museo Van Gogh, Louis van Tilborgh.
La confirmación de la autoría del cuadro puede deducirse tanto de sus características técnicas y estilísticas, como de los colores que se utilizan y el estilo típico del posimpresionista holandés, así como de una carta que el artista escribió cuando realizó el trabajo y permanecía internado en el hospital psiquiátrico en Saint-Rémy de Provence, en Francia.
Esta investigación es revolucionaria para los conocimientos que se tenían hasta ahora de Van Gogh, porque se creía que no había intentado pintar durante su enfermedad, pero este autorretrato demuestra que no fue así y que el artista holandés trató y se reflejó tal y como estaba durante ese mes ingresado.
Se cree que el cuadro pudo haberse realizado poco después del 22 de agosto y fue seguido a principios de septiembre por sus dos famosos autorretratos de 1889, ahora en la Galería Nacional de Arte de Washington y el Museo de Orsay en París.
A diferencia de esos dos «selfies», este autorretrato del Museo Nacional de Oslo es el único que representa firmemente a alguien que padece una enfermedad mental: se pintó con la cabeza ligeramente inclinada, ocultando el resto del cuerpo, con su tímida mirada de reojo, asustado de verse a sí mismo, con tonos oscuros que le muestran sin vida y deprimido, subraya Van Tilborgh.