El promotor Tatxo Benet posa junto a la obra «Shark», de Davic Cerny, una de las obras que se muestra en el Museo del Arte Prohibido
Unas pequeñas cajas de fósforos del grupo argentino Mujeres Públicas, el cristo de León Ferrari, la icónica “Shark” del checo David Černý y una pieza del chino Ai Weiwei son algunas de las obras que alberga el nuevo Museo del Arte Prohibido de Barcelona, España.
Promovido por el coleccionista español Tatxo Benet, el museo se presenta como único en el mundo, creado a partir de su colección de más de doscientas obras adquiridas desde 2018, que tienen en común que fueron censuradas, prohibidas o denunciadas por motivos políticos, sociales y religiosos en algún momento.
En unos 2.000 metros cuadrados se pueden ver obras que van desde el siglo XVIII hasta la actualidad, desde algunos de los “Caprichos” de Goya o un dibujo de Gustav Klimt a la “Suite 347″ de Pablo Picasso, así como fotografías de Robert Mapplethorpe, el “Mao” de Andy Warhol, “Always Franco” de Eugenio Merino o “McJesus” de Jani Leinonen.
Una persona observa la obra «Always Franco», de Eugenio Merino
En esta primera exposición se exhiben 42 piezas, entre las que destacan también “Filippo Strozzi in lego” de Ai Weiwei, “Cartel de Roland Garros” de Miquel Barceló, “La civilización occidental y cristiana” de León Ferrari, “Smiling Copper” de Bansky y “Not dressed for conquering/HC04″ de Ines Doujak.
Benet rememoró que todo empezó con la adquisición de la obra “Presos políticos en España” de Santiago Sierra, que fue retirada de la feria ARCO de Madrid de 2018. Posteriormente, adquirió tres obras más que habían sido censuradas, pero “no tenía en la cabeza empezar una colección”.
La obra «McJesus», de Jani Leinone, una de las 200 obras que han sido censuradas, prohibidas o denunciadas por motivos políticos, sociales o religiosos
Sin embargo, empezó a navegar por internet y se topó con “Silence rouge et bleu” de Zoulikha Bouabdellah, una instalación escultórica a partir de treinta alfombras de plegaria islámica, con una treintena de pares de zapatos de aguja, y que fue retirada por temor a reacciones adversas por parte de la comunidad musulmana.
Fue entonces cuando sí se planteó seguir adquiriendo obras que hubieran sido censuradas, en un momento en el que “desconocía que no había colecciones o museos dedicadas a ellas”.
«Untitled», de Keith Haring
“Me encontré con que no había nada y empecé a comprar, a hablar con expertos que me decían que una colección así sería algo muy único, diferente y que debería buscar la manera de enseñarlo”, desveló.
La colección la juntó en poco tiempo, mientras que “el museo ha costado mucho hacerse, acabarse y abrirse”. Benet cree que el “museo hace honor a la circunstancia de ser único en el mundo, con una presentación muy original”.
A la vez, sostuvo que se ha “conseguido el objetivo de que la gente pueda entender que las obras no son solo importantes por sí mismas, sino por toda la historia que llevan detrás”.
«Not dressed for conquering», de Inés Doujak
Amplificar voces, generar relatos
La directora del centro, Rosa Rodrigo, ha remarcado que se exhibirán obras que han sido “apartadas del diálogo con la sociedad, que es el principal objetivo de la obra artística” y que el nuevo espacio buscará “amplificar voces, generar relatos”, con un programa expositivo continuado y que irá variando cada doce, quince meses, para poder mostrar todas las piezas de la colección.
Una persona observa la obra «Smiling Copper», de Banksy
Otro objetivo es “conseguir llevar a los jóvenes a las salas”, con lo que se dará mucha importancia al programa educativo.
Con la intención de que el museo sea de “visita indispensable” para residentes y para visitantes de la ciudad, las entradas serán a precios de “franja media baja”, a doce euros si se compran en línea, pero, además, las habrá reducidas a 9 euros y otras serán gratuitas.
Fuente: Infobate