1. Entre viñedos, en Salta
Colomé (imagen de portada), que fue fundada en torno a 1830, es la bodega más antigua del país que sigue aún produciendo vinos. El dueño actual tiene viñedos en varias partes del mundo pero le dedicó una atención especial a su bodega salteña.
No solo la actualizó y restauró los edificios, sino que reconstruyó el pueblo y dio carta blanca al artista norteamericano James Turrell para crear varias obras. El resultado es un conjunto de instalaciones que juegan con la luz y el espacio. A más de 2000 metros de altura, en los Valles Calchaquíes, el sol luce durante la casi totalidad de los días del año. No había mejor lugar para aquellas creaciones realizadas en base a la luminiscencia. El museo de Colomé es la única muestra permanente de Turrell en el mundo y por eso mismo atrae a muchos turistas, sobre todo extranjeros. Vienen tanto para recorrer las rutas del vino de la precordillera salteña como para conocer las obras de este artista reconocido mundialmente. Donald Hess, el fundador del grupo propietario de la bodega, reúne obras de Turrell desde los años 70 y posee la mayor colección mundial de este artista. El museo celebró diez años de existencia en 2019 y convoca a cada vez más visitantes, a pesar de las distancias y del aislamiento de Colomé.
La bodega está a casi tres horas de Cafayate, por caminos de montaña y algunos de los tramos más complicados de la Ruta 40. Se llega por caminos provinciales desde Molinos o desde la Quebrada de las Flechas. Colomé cuenta con un hotel boutique para alojar a sus visitantes. El museo abre todos los días de 9.00 a 18.00, excepto los lunes. www.bodegacolome.com/museo-james-turrell
2. En medio de un desierto, en Chile
El arte llega también hasta los lugares menos poblados del mundo. Es el caso del desierto de Atacama, en el norte del país trasandino, una de las zonas más áridas del mundo. Al borde de la ruta, a una hora de Antofagasta y más de seis desde Copiapó, se encuentra uno de los íconos de Chile. Esta obra es una mano que deja suponer la existencia de una criatura gigantesca bajo las rocas y la arena. Solo sobresalen del suelo las falanges de los cinco dedos. Se ven desde muy lejos, al costado de la Ruta Nacional 5, que atraviesa enteramente Chile desde norte a sur. La Mano del Desierto fue concebida y construida por Mario Irarrázabal, el mismo artista que realizó los dedos de la playa La Brava en Punta del Este, Uruguay. El escultor chileno declaró alguna vez que busca la magia en la realidad, pero no por eso quiso hacer una obra esotérica. Cada visitante le da un significado distinto. Algunos la consideran como una sencilla marca de bienvenida a la región de Antofagasta (fue financiada por una entidad de promoción de la ciudad) y otros, un homenaje a las víctimas de la dictadura militar (fue creada en 1992 y Pinochet se retiró del poder apenas unos años antes, en 1990). Sea cual sea la interpretación que se le da, la Mano es una gigantesca invitación a parar en medio del desierto y observar su potente imagen.
El dedo más alto de la escultura mide 11 metros y la obra está a más de 1100 metros sobre el nivel del mar, en las montañas del desierto de Atacama. No hay horarios para visitarla, el lugar donde se levanta no está cercado y no se cobra tampoco derecho de entrada.
3. En una comisaría, en Suiza
A pasos de la estación de ferrocarriles de Zúrich, uno de los mayores pintores suizos del siglo XX dejó una obra maestra dentro de la central de la policía municipal. Augusto Giacometti era primo de Giovanni y de Alberto, el escultor de las figuras longilíneas. Realizó su obra en los años 20 durante los trabajos de reestructuración de un antiguo orfanato. Realizó los frescos de colores rojos y ocres con técnicas «a fresco» y «a secco», las mismas que utilizaban los grandes maestros del Renacimiento en Italia. Su obra se puede admirar en el sótano del edificio, que sirve de hall de entrada a la Comisaría central de Zúrich. Los techos y las bóvedas de aspecto medieval fueron pintados con motivos geométricos y ornamentos florales. Por esta razón los suizos llaman este espacio Blüemli Hall, el salón de las florcitas. Sobre los pilares, Giacometti y su equipo representaron distintos personajes antiguos, como un tallador de piedra o un mago. La sala y los frescos fueron restaurados el año pasado y lucen más llamativos que nunca. El maestro dejó otras obras en la ciudad, como los vitrales del coro de la catedral Grossmünster, uno de los mayores monumentos de Zúrich.
El Blüemli Hall es de libre acceso. No hace falta tener que hacer un trámite en la comisaría para poder visitarlo. Abre al público todos los días de 9.00 a 11.00 y de 14.00 a 16.00. No se cobra derecho de ingreso, pero hay que dejar un documento en la entrada durante el tiempo de la permanencia. Queda en Amtshaus I, Bahnhofquai 3.
4. En estaciones de subte, en Suecia
La red de subterráneos de Moscú es famosa por su monumentalidad. Las de París, Londres o Nueva York por sus extensiones. Pero se ignora, por lo general, que la más linda de todas es la de Estocolmo. La mayoría de las estaciones fueron intervenidas por artistas y ambientadas como centros artísticos. De hecho, la red que conforman las tres líneas del T-Bana (la abreviación de Stockholms Tunnelbana) se presenta como la galería de arte más larga del mundo, e incluye 90 de las 110 estaciones del total. Cada una tiene una ambientación y un carácter distinto, con esculturas, pinturas, instalaciones, mosaicos y exhibiciones de obras. T-Centralen, la estación principal, es donde se cruzan las tres líneas de la red. Por su gran concurrencia, se convirtió en el punto más emblemático de esta gran muestra permanente. Las paredes y los techos del sector que corresponde a la Línea Azul recibieron mosaicos y bajorrelieves en los años 50. El techo cavernoso fue intervenido por las artistas Vera Nilsson y Siri Deckert, que crearon pinturas rupestres postmodernas. Cada estación recibió el trabajo de artistas diferentes y tiene por lo tanto una impronta particular y un estilo propio.
El ticket de subte cuesta alrededor de US$ 3,90 y es válido sobre la red de transportes públicos durante 75 minutos. Da tiempo suficiente para ver varias estaciones. Las más impactantes son las de Kungsträdgården, T-Centralen, Rådhuset, Solna Centrum (línea azul), Hötorget o Thorildsplan (línea verde), Tekniska Högskolan o Stadion (línea roja). Se organizan visitas guiadas gratuitas los martes jueves y sábados del 2 de junio al 30 de agosto. El punto de encuentro es el Centro SL, en T-Centralen.
5. Solo con esquíes en los pies, en Italia
Las Dolomitas son una región de los Alpes italianos al sur de Austria. Es un paraíso natural que se disfruta tanto en verano como en invierno. El Val di Fiemme es uno de los valles de la región, cruzado por el arroyo Avisio. Está cerca de Trento y Bolzano y no se encuentra muy lejos de Cortina d’Ampezzo. Como su famoso vecino, el valle tiene una excelente infraestructura para deportes de invierno, con varios resorts, y organizó diversos campeonatos internacionales. Uno de estos centros es Pampeago, donde es posible esquiar entre obras de arte sobre las laderas del Monte Agnello. Los esquiadores pueden hacer un ski-safari fotográfico mientras bajan por las pistas. Estas obras también son visibles desde la telesilla Agnello. Son 16, pero algunas no son visibles en invierno; hay que esperar el deshielo de la primavera para que aparezcan. Están realizadas con materiales locales y forman una galería al aire libre, llamada RespirArt. Es una de las más altas del mundo y la única que se recorre con esquíes en los pies. Entre las obras hay una representación de Sleipnir (el caballo mitológico de los vikingos), un ojo que mira hacia el horizonte, un monstruo de granito, una estrella y varias otras instalaciones llamativas, ubicadas frente a la cadena de los Dolomitas.
Más datos en www.respirart.com. La temporada de invierno europeo 2019/2020 inauguró una nueva obra, que recuerda el paso de la tormenta Vaia que causó muchos daños en la región en octubre de 2018. Está hecha con troncos de árboles que fueron arrasados por los vientos. Las obras de arte están al costado de pistas entre 2000 y 2200 metros de altura.
Fuente: Pierre Dumas, La Nación.