Cielo porteño: belleza y secretos de cinco cúpulas de la ciudad de Buenos Aires
MIRÁ EL VIDEO Y LA GALERÍA DE IMÁGENES. Desde las historias sobre las torres del edificio Otto Wulff, en el Centro, hasta una joya desconocida: la que, con una trama geométrica lindísima, corona un edificio de Once. Joya de Once. La cúpula del edificio modernista que Julián García Núñez construyó en 1913. En Paso 684.
Entre las más conocidas está la del Congresode la Nación, que es una de las más grandes de la Ciudad de Buenos Aires, con 80 metros de alto y el manto verde esmeralda. Están también las hermanas rojizas que coronan el edificio “La Inmobiliaria”, en Avenida de Mayo 1400-1500. Y a una cuadra, al 1370, está la del Palacio Barolo, con sus curvas sensuales y su faro: una ventanita a las mejores panorámicas de Buenos Aires.
Imponente. El edificio del Congreso, con su cúpula de 80 metros de altura.
«La Inmobiliaria». Con una de sus cúpulas, emblema de Avenida de Mayo. Se extiende entre el 1400 y el 1500 de esa arteria.
Pero la lista de cúpulas porteñas es larga. En el Gobierno de la Ciudad indicaron a Clarín que hay unas 400, la mayoría, ubicadas en la Avenida de Mayo y las zonas del Microcentro, Congreso y Tribunales. ¿A qué causas respondió esa ubicación? “Sucede que el esplendor de esas coronaciones se dio entre fines del siglo XIX y principios del XX -apuntaron las fuentes oficiales-. Marcaban las esquinas del Centro de la Ciudad, que dejaba de ser aldea para convertirse en metrópolis. Y algunos expertos las señalan como un símbolo de progreso para los grupos sociales medios altos, ya que también se las veía como elementos ornamentales que jerarquizaban las propiedades. De ahí, que empezaran a aparecer, aparte de en las esquinas, a mitad de las cuadras”.
Mirá el video sobre destacadas cúpulas porteñas/EFE
Barolo. La cúpula es un emblema del edificio, de Avenida de Mayo y de la Ciudad. La diseñó Mario Palanti entre 1919-23.
Más allá de sus roles como “faros” para ubicarse y para destacarse, como marcas de identidad, como símbolos de status, el muestrario de estilos de las cúpulas de la Ciudad se despliega de lo más diverso.
Abarca desde la sobriedad y la elegancia neoclásicas hasta la exuberancia modernista -llamada, grosso modo, como esa movida en Francia y Bélgica, Art Nouveau– típica del periodo en el que florecieron estas piezas acá. Así que cualquier elección resultará arbitraria.
De cuento. Las cúpulas del Otto Wulff, en Belgrano al 600.
Clarín ya dedicó este GPS a cúpulas de Capital. En este, en cambio, van, por un lado, secretos y leyendas sobre estrellas,celebridadesdel cielo porteño. Entre ellos, la historia que cuenta que las cúpulas del edificio Otto Wulff (1912-4), de Belgrano 601, homenajearon a emperadores del ex imperio austrohúngaro: a Francisco José, la más alta, con el sol, y a Isabel oSissi, la de la coronita y una luna que -se dijo- se perdió. ¿Por qué se infirió el homenaje? Al edificio lo encargaron los empresarios Wulff y Nicolás Mihanovich, cónsul de aquel ex imperio.
Y en este GPS van, además, otras maravillas casi desconocidas. Entre ellas, la cúpula del edificio de Paso 684, en Once, un tesoro poco difundido con aires de modernismo catalán. No cuesta imaginarlo Uno levanta la vista y esa joyita, con su trama exquisita de curvas y de rectas, obra del arquitecto Julián García Núñez -uno de los que mejor le puso el sello de ese estilo barcelonés a Buenos Aires- evoca enseguida una multitud infinita. Se los mire o no, puntitos brillando en el universo.
Cinco propuestas para levantar la vista:
1) Astros. La historia que dice que las cúpulas del edificio Otto Wulff (1912-4) homenajearon a emperadores del ex imperio austrohúngaro Francisco José -la más alta, con el sol-y a Sissi, la de la coronita, hace que, al observarlas, uno «viaje» al centro de un cuento. Pero lo seguro es que el edificio es una joya del modernismo local, con impronta austríaca y alemana («Jugendstil»). Atrapa también con ocho figuras humanas, atlantes de cinco metros de alto y rasgos autóctonos que representan oficios y -algunos dicen-, a su arquitecto, el danés Morten Rönnow. Si busca esculturas de animales en la fachada, aparecen.
Imponente. El Otto Wulff, del danés Rönnow, fue realizado entre 191 y 1914.
Antes de este singular edificio porteño, en ese predio estuvo “la casa de la vieja virreina” (Rafaela de Vera Mujica y López Pintado, en 1800) y la sede del antecesor del Banco de la Ciudad. Hoy, en el local de la planta baja, funciona una cadena de cafeterías. En Belgrano 601, y Perú.
2) Tambor. La cúpula tambor de este edificio, ex Banco de Boston (1924), fue cubierta por tejas coloniales color ladrillo. Lo diseñaron el inglés Paul Bell Chambers y el estadounidense Louis Newbery Thomas, creadores de Harrods. El estudio neoyorquino York y Sawyer trabajó asociado. No es fácil levantar la mirada porque la fachada encandila. Es que en 115 metros despliega obras de estilo neoplateresco español, con esculturas inspiradas en joyas de España. La arcada que da a Florida, de 17 metros de alto, evoca el Hospital Santa Cruz, de Toledo, siglo XVI, por ejemplo. En Florida 99, y la Diagonal Sáenz Peña.
Tambor. La forma del remate del edificio del ex Banco de Boston, en Florida 99.
3) Sueño. La cúpula de este edificio de Rivadavia 2009, homenaje al arquitecto catalán Antoni Gaudí (1852-1926), inaugurada en 1914, tiene más 950 piezas de vidrio espejado multicolor que rematan con un estructura con forma de cebolla y una veleta. El edificio es del ingeniero civil argentino Eduardo Rodríguez Ortega (1871-1938). El arquitecto Fernando Lorenzi lo restauró en 1999 e incorporó la frase «No hi ha somnis impossibles» (No hay sueños imposibles) en catalán. La construcción incluye réplicas en hierro de la Puerta del Dragón del Parque Güell en la terraza y chimeneas con siluetas de guerreros como las de la Casa Battló, ambos trabajos que Gaudí –célebre por la inconclusa Sagrada Familia– hizo en Barcelona.
«No Hay Sueños Imposibles». Dice la cúpula, con 950 vidrios espejados, de Rivadavia 2009.
4) Pariente del Barolo. Este edificio de Santa Fe y Callao fue realizado por el arquitecto Mario Palanti (1885-1978). Palanti fue el padre de una criatura porteña célebre y enigmática: el Palacio Barolo (1919-23), ícono de la Avenida de Mayo al 1300. Están quienes dicen que el Barolo es un «edificio literario» porque lo inspiró la «Divina Comedia» de Dante Alighieri (1265-1321). Que, recorriéndolo, se puede ascender desde el infierno hasta el paraíso, como propone ese poema italiano inmenso. Y señalan también que su cúpula, con sus juegos de volúmenes, evoca a la del templo indio Rajarani Bhubaneshvar del siglo XII. Como sea, desde el faro, ofrece vistas únicas de la Ciudad de Buenos Aires.
«Barolesca». La cúpula del edificio de rentas que Mario Palanti, creador del Palacio Barolo de Avenida de Mayo al 1300, legó en Santa Fe y Callao.
Barolo. Un emblema de Avenida de Mayo y de la Ciudad. Con un faro que ofrece vistas únicas.
En tanto, a la edificación de avenida San Fe y Callao, Palanti la pensó como de rentas y comercios. Lo explican en la Asociación Art Nouveau de Buenos Aires (AANBA). Y así lo señaló el investigador Alejandro Machado: «Emparentado claramente con el Barolo, repite un recurso visto en el Hotel Castelar -al que Palanti proyectó en Avenida de Mayo 1152-, la mansarda cae en ángulo y las ventanas sobresalen del techo, maximizando la entrada de luz». Atrae con sus curvas y su torre ¿inconclusa?
5) Metáforas. La cúpula es un imán en este edificio, realizado en 1913 por el arquitecto Julián García Núñez, referente del modernismo de aires catalanas en la Ciudad de Buenos Aires. Uno hace zoom y se lo ve abigarrado. Sin embargo, con su entramado geométrico, basta para mostrar que se trató de un modernismo muy propio de García -a veces firmó sólo con ese apellido-, ya que en comparación con las versiones más difundidas de esa movida, resulta despojado. En Paso 684, Once.
Zoom. La cúpula de Paso al 600 y su entramado abstracto. Hermosa y poco difundida.