¿Qué manifiesta Manifestación? La pregunta sobre una de las obras más icónicas de cultura visual argentina, capaz de enlazar el óleo Sin pan y sin trabajo, de Ernesto de la Cárcova (1894), con la tapa del álbum Oktubre (1986), de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, puede parecer un juego de palabras. Pero esa pregunta y sus posibles respuestas ocupan ahora mismo a los restauradores Alejandro Bustillo y Florencia Gear, que practican una suerte de autopsia invertida sobre la pintura de dimensión mural de Antonio Berni que es una de las piezas emblemáticas del Malba. Esto es: saber que, en el fondo, bajo la superficie, tras esa marcha palpitante de rostros, ese casting de la mishiadura de los años 30, le da vida a un cuadro que se reactualiza con cada crisis del país. La investigación sobre los materiales con los que Berni pintó la obra está en pleno proceso y forma parte del proyecto “Manifestación en foco”, puesto en marcha por los equipos de comunicación y curaduría del museo porteño, a tiempo del 40 aniversario de la muerte del rosarino.
En los smartphones de los restauradores hay registro del trabajo que hicieron semanas atrás con un equipo de luz ultravioleta. Bustillo y Gear están frente a los rostros que Berni pintó a partir de las fotografías que hizo con la cámara Leica que trajo de Europa afectados por una luminiscencia como de tren fantasma. “Es la fluorescencia que produce la radiación ultravioleta, llamada también luz negra, que es invisible para los seres humanos, al incidir sobre algunos materiales”, explica Bustillo, nieto del gran arquitecto que diseñó el Banco Nación, el Hotel Provincial de Mar del Plata, el Llao Llao de Bariloche y la casa modernista de Victoria Ocampo, entre otros edificios modélicos. Y profundiza: “Generalmente son los ligantes orgánicos (gomas, colas, aceites y resinas) y barnices los que, al envejecer, producen este fenómeno en las pinturas. La asociación con los diferentes pigmentos produce distintos grados de fluorescencia que a veces son característicos”. En las fotos se lo ve junto a Gear como si participaran de un procedimiento radioactivo, flanqueados por dos tubos de luz UV que hacen de nuevo marco virtual de la obra. Sobre los personajes de la manifestación construida por Berni en temple sobre tela arpillera surgen manchas, las primeras evidencias de que la obra fue retocada.
“En la factura original suele haber tiempos sucesivos en la aplicación de los colores. Este orden no es uniforme sino que puede haber vueltas atrás, arrepentimientos, en determinadas figuras o fondos. Por último, en el transcurso del tiempo, si la obra ha sufrido alteraciones, puede haber intervenciones posteriores ya sea del mismo artista o de otros. Las pinceladas del artista suelen diferenciarse de las de los eventuales restauradores por su intención de forma. Son gestos más decididos y no se limitan solamente a las mermas sino que pueden extenderse sobre colores subyacentes”, explica el conservador de Malba. Sabe de lo que habla, a él mismo le toco restaurar Desocupados, otra pintura mural de Berni, del mismo período, cuando pasó de la colección de Lily Berni a la del empresario farmacéutico Hugo Sigman, en abril de 1995. Se lo señala como el Berni por el que se pagó el precio más caro en una venta privada (un millón de dólares), aunque se supone que el collage Juanito va a la ciudad (1964) fue comprado por el Museo de Bellas Artes de Houston a la colección Helft por una cifra bastante superior, en 2007.
Manifestación entró a la colección Costantini en 1991 por 150 mil dólares y es una obra que no tuvo la visibilidad que se cree hasta que se convirtió en uno de los hits de Malba. Fue presentada al Salón Nacional de 1934, donde pasó sin pena ni gloria, y transcurrieron treinta años hasta que fue exhibida en el Museo de Arte Contemporáneo de Santiago de Chile, la retrospectiva del Di Tella (1965) y en el museo de Trenton de New Jersey en 1966. Luego hubo que esperar a la retrospectiva post mortem de Bellas Artes en 1984, la Bienal de San Pablo en 1991 y su ruta. La época y las condiciones en las que Berni la realizó, cuando era un activo militante comunista y dirigía la Mutualidad Popular de Estudiantes y Artistas Plásticos de Rosario, espesaron la leyenda sobre el cuadro-pancarta que se usaba en las marchas obreras. Nada de eso, el hecho de que la presentara a un salón de arte va contra el mito tanto como la técnica (temple), el soporte (arpillera) y el tema iban contra el canon en 1934. Sí es cierto, por los testimonios recogidos por Rafael Sendra en El joven Berni (1993) que los artistas de la Mutualidad buscaban exponer sus obras fuera de los círculos de arte y que Berni había pintado, por ejemplo, un retrato de Stalin de tres metros para un comité. Como también que la obra Obrero herido (1935), pintada en colaboración con Anselmo Piccoli con un soplete industrial, fue exhibida en la calle y se cree destruida (solo sobrevive una foto cuyo personaje central espeja a uno de los de Manifestación).
Es un misterio de Rosario tanto como lo que desvela ahora a Bustillo y Gear. ¿Qué pigmentos y aglutinantes usó Berni para darle a la pintura la ecualización cromática de un mural? La elección de la arpillera y el temple frente al óleo y la tela fueron tanto producto de la coyuntura económica como de su prisma estético-ideológico. Un testimonio de uno de los pintores-brigadistas de la Mutualidad da un indicio: “Como carecíamos de dinero para comprar materiales (…) aprendimos a hacer pinturas amasando sobre un vidrio, con espátula, pigmentos para pared, previamente molidos en un mortero, humedecidos con un líquido compuesto de agua, yema de huevo, aceite de lino o goma arábiga”. Pero Bustillo cree que Berni, que venía de su viaje iniciático por la Europa avant garde, podía tener otros materiales a disposición. Lo dice apuntando la vista a lo que la luz UV reveló sobre el cartel que dice “Pan y Trabajo”. “Un ejemplo que viene al caso es el de los pigmentos como el blanco de titanio que llevaba poco tiempo en el mercado cuando este cuadro fue pintado. De hecho su forma más estable (el dióxido de titanio bajo la forma cristalina rutilo) empieza a circular por primera vez en Alemania entre 1938 y 1939″.
El procedimiento de luz UV no es el único que los conservadores dispusieron para este exhaustivo análisis de Manifestación que es necesario para su futuro cuidado. “Saber de qué está hecha ayuda a conservarla mejor. Muchas veces lo que se sabe de las obras fue transmitido por historiadores sin ninguna comprobación. Nosotros tenemos la posibilidad de abrirla y entrar en su historia”, señala Florencia Gear. Para esto recogieron siete muestras que los técnicos científicos del Centro Tarea de la Unsam derivaron a un laboratorio. “Es algo que tiene que hacerse con mucho cuidado porque el material se desintegra. Se hace con un bisturí, con el que se recolectan las muestras que tienen un tamaño menor al de la cabeza de un alfiler. Si se quieren analizar las capas se requiere un análisis estratigráfico. Hay que pensar muy bien qué estudio se quiere hacer antes de meterse con la obra porque puede ser destructivo”, completa. Las muestras fueron sacadas del reverso de la obra hacia donde se filtró la preparación.
También se realizaron disparos de rayos X de baja intensidad, un método menos invasivo que el del bisturí. “Ese rayo provoca una reacción de fluorescencia en el pigmento y según la fluorescencia da curvas de metales. En base a eso uno deduce que pigmentos pudieron ser usados. Se hicieron múltiples disparos en distintas zonas del cuadro y cada uno da como una huella digital que después hay que compararla con los espectros de los pigmentos conocidos”, explica Bustillo.
Con las pruebas aún en el laboratorio, los conservadores no descartan realizarle además una radiografía a Manifestación. “Es algo bastante costoso pero todos son estudios complementarios para terminar de ver si hay pentimentos [lo que se traduce del italiano como arrepentimientos es como se llama en el arte a la alteración en un cuadro que manifiesta el cambio de idea del artista sobre lo que estaba pintando]. La radiografía se haría en mosaicos y la idea es no mover al cuadro. Se está contemplando utilizar un equipo de rayos X de los que se usan con los caballos”, anticipa Gear. Las vueltas de la historia en torno a una obra y un artista únicos. A los brigadistas que seguían las enseñanzas del joven Berni de 28 años el Jockey Club de Rosario les había prometido una pared para pintar un mural relacionado con el turf. No la hubo, pues, esto no era México.