Una enorme cabeza de David, fragmentada en nueve partes, cuelga del techo de la nueva estación Retiro de la línea E del subte porteño. Un mural con piezas de colores que forman una especie de rompecabezas gigante sorprende en una pared de la estación Catalinas. Y una enredadera con flores hechas con metal y pintura de autos recibe a los pasajeros en el hall de la flamante estación Correo Central, que une las líneas E y C, con salida en la entrada del edificio del CCK.
Son tres obras de tres artistas argentinas con proyección internacional: Marta Minujín , Gachi Hasper y Marcela Cabutti. Tres site specific realizadas a pedido con el objetivo de exhibir arte argentino bajo tierra, muy cerca de Puerto Madero, el único barrio de Buenos Aires con calles con nombres de mujeres.
Tres estaciones, tres mujeres, tres artistas
Cada una con un lenguaje y un estilo propio, las tres fueron convocadas por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires y la empresa SBASE para crear obras que fueran a montarse en sitios específicos.
Así, Cabutti realizó una enredadera de flores pasionarias, que dialoga con la pasionaria roja que hizo tiempo atrás para Puerto Madero. Pasionarias a orillas del río recorre dos paredes de la estación Correo Central y juega con la paleta de colores que impera bajo tierra. «Son dos enredaderas: una de 17,60 metros de largo con once flores y otra de 7,60 m con cuatro pasionarias. Es una planta que crece salvaje, al lado de las vías del tren. Por eso, quise traerlas al subte», contó la artista en pleno montaje de la escultura de chapa de metal con acabado de pintura de auto.
Para la realización, Cabutti trabajó con una metalúrgica de La Plata, donde tiene su taller, que es una de las últimas metalúrgicas artesanales que quedan, que doblan la chapa en forma manual. El día del montaje final, en el hall de Correo Central también estaba trabajando Joaquín Fargas, que presenta una instalación novedosa.
La pasionaria de Cabutti en estación Correo Central
Con la idea de recuperar el espacio público para el arte argentino y de cambiar los típicos ploteos de las viejas estaciones por esculturas y murales, la propuesta de Graciela Hasper fue una obra, Rotación, formada por piezas de distintos colores y tamaños que encastran como un puzzle.
Basada en la relación de la pintura y la luz, «es una propuesta del uso lúdico y festivo del espacio público como constructor de ciudadanía» y «tiene como objetivo comunicar movimiento a través del color», en palabras de la artista, quien explica además que la vibración de la luz produce el movimiento del ojo y ello genera subjetividad. El color no se entiende únicamente desde una cuestión formal, sino que es una de las características identitarias de la cultura popular latinoamericana».
Para ella, Rotación describe desde la geometría la realidad física del viajero del subte; «es una búsqueda que transforma el momento intimista ante la pintura en un hecho urbano».
Hasper fue noticia la semana pasada en el marco de los remates de arte latinoamericano que realizó la casa de subastas Christies de Nueva York. Dentro de la venta, se establecieron récords mundiales y precios fuertes para diferentes mujeres. Entre ellas, la artista argentina alcanzó su marca mayor con un acrílico sin título pintado en el año 2000, que se estimaba en una base de 10 o 15 mil dólares y se vendió por el doble: US$ 30 mil (la misma noche se registró el recórd para León Ferrari, con Grafismos, flores y mariposas, al que le bajaron el martillo en US$ 225 mil).
El mural de Hasper en la estación Catalinas
A propósito de murales, Hasper había realizado un trabajo realmente gigante que cubría los cuatro pisos del interior del Faena Forum, en Miami.
La apuesta de Marta Minujín, como suele suceder, es a lo grande: la cabeza de David, dorada y fragmentada, sorprende a los que caminan por los pasillos de la prolongación de la línea E, que combina con la C, para llegar hasta la estación de trenes de Retiro. De 7 x 2,4 metros la pieza que cuelga del techo de la nueva estación Retiro, debajo de la Avenida del Libertador, es prima hermana de David fragmentándose (desde Grecia hasta el Renacimiento y hasta hoy con amor), escultura que pertenece a la colección del Museo Fortabat. Y recuerda también a una publicidad de un analgésico, justamente para el dolor de cabeza, en la que también intervino la artista.
«El escultor del Renacimiento Miguel Ángel se inspiró en el arte griego, cuna de Occidente, y yo lo traje al Tercer Milenio, fragmentándolo escribió Minujín sobre su proyecto. Los argentinos somos seres que vivimos en fragmentación y discontinuidad».