Cuando aparece una obra cumbre del arte, los conocedores saben que surge el deseo de poseerla y, a partir de allí, el dinero para acceder a ella siempre sale de algún lado. Durante un almuerzo en el Hotel Duhau, la presidenta de la Fundación arteBA, Larisa Andreani, la directora, Lucrecia Palacios Hidalgo, y la gerenta de comunicación, Maia Güemes, señalaron que, este año, más que nunca, dada la situación económica del país, deberían presentar obras sumamente atractivas para tentar a los compradores. En este sentido, todavía está fresco el recuerdo de la batalla librada y perdida en arteBA por Eduardo Costantini, cuando todavía presidía el Malba, por una pintura excepcional de Jorge de la Vega que durante años estuvo enrollada, en manos de alguien que, es evidente, no la valoraba. Y justamente, dos piezas del “Rompecabezas” de De la Vega, un ícono del Malba, se rematarán el viernes 30, una semana antes de que arteBA estrene el escenario del Centro Costa Salguero. Desde luego, teniendo en cuenta de que el Malba tiene 17 piezas y el “Rompecabezas” original contaba con 30, no es aventurado deducir que los Amigos del Museo o su ex presidente estarán atentos a lo que pase en Christie’s con las pinturas provenientes de la colección de Guido y Nelly Di Tella. El precio estimado, entre 250.000 dólares y 350.000, es bajo. Marca la durísima realidad de nuestro arte: la cotización es pobre si se coteja con el mercado de Uruguay o Brasil, entre otros, en permanente suba.
El 7 de octubre en arteBA, institución que además de sortear la crisis económica remontó la catástrofe institucional que significó en 2020 la renuncia del casi todos sus miembros, se develarán muchas dudas. Un día antes, los museos que además de resguardar y exhibir sus tesoros, cumplen con la función de legitimar y consagrar el arte, realizarán las primeras compras con los fondos que aportan los donantes. Hoy, los galeristas y los artistas no viven en el mejor de los mundos y, la importancia de esta Feria, reside en convalidar el mercado.
El domingo pasado, con un fuerte aplauso, se cerró la 18° edición de la feria Buenos Aires Photo en la Casa Basavilbaso. Los galeristas estaban eufóricos; si bien la casona, con sus escaleras y recovecos, no es un espacio ideal para exposiciones, a la hora del balance a la mayoría le cerraban los números y no es poca cosa. La argentina Manuela Hansen, una de las dos integrantes del equipo curatorial de la Bienal de Venecia de Cecilia Alemani, admiró: “El booth de Del Infinito con la obra de Esteban Pastorino y especialmente los negativos pintados a mano de la serie Panorámicas, y el video de Julia Padilla en la sección curada por Irene Gelfman”. En el stand de AG Studio, destacó “la preciosa cualidad pictórica de la serie de flores de Graciana Piaggio”. Diego Costa Peuser, presidente de Buenos Aires Photo, buscará sin duda su destino en otro territorio y los galeristas, al menos Marina Pellegrini y Roberto Vega, anunciaron que lo seguirán a donde vaya.
La novedad este año fueron las visitas de los jóvenes de las instituciones de amigos de los museos. Los jóvenes del Malba, después de participar de una visita guiada en la feria de fotografía, se fueron a recorrer galerías. En el Museo Moderno, la presidenta de la Asociación Amigos, Inés Echebarne, organizó una comida para reunir fondos con el fin de preservar el valioso patrimonio de la institución, departamento a cargo de la crítica y curadora Alejandra Aguado. Allí, los jóvenes realizaron una tarea crucial para orientar a la gente. El MAMBA, un museo que nació sin sede y mantuvo durante un tiempo prolongado sus puertas cerradas, justo cuando a fines del siglo XX y los comienzos del XXI, el circuito global incorporaba artistas ajenos a los centros del arte. El Moderno recupera ahora el tiempo perdido y los artistas saben que su obra debe estar allí. La Asociación Amigos presentó la Campaña de Valorización del Patrimonio 2.0, con “Noches Modernas en el Moderno”. Artistas, curadores y amigos, descubrieron “Enlaces Querandí: Mónica Girón”, de la mano de la artista, y “Delcy Morelos: El lugar del alma” con su curadora Clarisa Appendino. Durante la cena todos estuvieron rodeados por obras del Patrimonio del Moderno, por los vistosos trabajos de Sergio De Loof.
Fuente: Ámbito