Como buen inversor, el multimillonario estadounidense J. Tomilson Hill primereó a todos y ayer se anticipó a la subasta en la que se iba a vender una obra de principios del siglo XVII atribuida a Michelangelo Caravaggio. En secreto, compró el cuadro sobre el que se posaban todas las miradas. Pero el dato no duró oculto demasiado y hoy la prensa de los Estados Unidos reveló el misterio.
La obra en cuestión, titulada «Judith y Holofernes», representa una escena del Libro de Judith del Antiguo Testamento. (Photo by FRANCOIS GUILLOT / AFP)
Tomilson Hill es inversor de fondos financieros y coleccionista de arte. En el primer rol, recientemente dejó atrás la vicepresidencia de la firma de capital privado Blackstone. En su segundo rol, construyó en los últimos años “una notable colección de arte moderno y contemporáneo, así como piezas de antiguos maestros”, revela el diario New York Times. Además, es integrante del Metropolitan Museum of Art y en febrero abrió su propio museo privado, el Hill Art Foundation, en Chelsea. Ahora podrá lucir ahí su nueva adquisición.
La obra en cuestión, titulada «Judith y Holofernes», representa una escena del Libro de Judith del Antiguo Testamento en la que una viuda judía salva su ciudad sitiada tentando y luego decapitando a un general asirio. Pero lo más curioso no está en sus méritos artísticos o alegóricos sino en la misteriosa historia que envuelve su hallazgo.
El cuadro de Caravaggio fue presentado a la prensa en 2016. (AP)
El cuadro fue encontrado en 2014 en una buhardilla de Toulouse, en el sur de Francia. Fechado en 1607, se le había perdido la pista en 1617 y solo unas cartas entre mercaderes, así como una copia del pintor Louis Finson, amigo y agente de Caravaggio, testimoniaban su existencia. Tras el hallazgo, Francia lo clasificó como tesoro nacional, lo que le daba tres años para decidirse de manera preferente a favor de su compra, pero dejó pasar ese tiempo sin pronunciarse.
Es por eso que los propietarios presentaron en los últimos meses un pedido para obtener el certificado de exportación, que fue aprobado por el país, y la obra salió a subasta en un momento en que los interesados en ella se multiplicaban, especialmente en Estados Unidos, pero también España y Oriente Medio.
J. Tomilson Hill rodeado de sus obras en su departamento de Nueva York.
Fue la casa de subastas Marc Labarbe, propiedad del especialista que localizó la obra en 2014 en el domicilio de un cliente, quien precisamente organizó finalmente, primero, el remate de la pieza y, luego, anunció la venta express a un comprador no identificado. La operación, con un precio estimado de entre 100 y 150 millones de euros (113 a 170 millones de dólares), incluía la información de una futura exposición de la obra en «un gran museo» fuera del territorio francés.
«Hemos recibido una oferta que era imposible no transmitir a los propietarios del cuadro. El hecho de que esta oferta venga de un coleccionista cercano a un gran museo ha convencido a los vendedores para aceptar», había señalado ayer el especialista Eric Turquin, uno de los primeros en identificar el Caravaggio.
El experto Stephane Pinta muestra una imagen rayos x de la obra «Judith decapitando a Holofernes» de Caravaggio durante una rueda de prensa en abril de 2016. EFE/Jeremy Lempin
Con todo, la autenticidad del cuadro divide con violencia a los expertos, si bien sus descubridores defienden que cada vez más especialistas están convencidos de la autoría de Caravaggio por la calidad de los trazos. «No tengo ninguna duda porque he trabajado en él durante 5 años. Considero que puedo hablar tanto como tantos que no lo han visto y dan su opinión. Cuando presentamos el cuadro en Italia sabíamos que comenzábamos una carrera entre escuelas porque los expertos se odian entre ellos», dijo Labarbe a Efe durante su presentación en París.
Otro que no duda es el multimillonario estadounidense J. Tomilson Hill. Y mientras el comprador no realiza declaraciones públicas, se espera que la pintura se preste a una institución importante, como el Museo Metropolitano de Arte, la Galería Nacional de Arte en Washington, DC, o el Museo J. Paul Getty en Los Ángeles. No sería la primera vez ya que Hill ya ha prestado gran parte de su colección a importantes instituciones a lo largo de los años.
Fuente: Clarín