Pasó medio siglo desde que los tres murales fueron ideados para ocupar áreas públicas del Pabellón I de Ciudad Universitaria. Sin embargo, uno de ellos será inaugurado recién este viernes. De este modo, la facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires (UBA) saldará una deuda histórica que le impuso el golpe de Estado de Juan Carlos Onganía y sus bastones largos que apalearon a los científicos y académicos del país empujándolos al exilio. «En medio de una situación tan crítica para el sistema científico nacional, esta es una gratificación», dijo a Clarín el decano de esa casa, Juan Carlos Reboreda. La cita será al mediodía, durante una clase magistral del matemático Adrián Paenza.
Carlos Sessano. El artista terminó su mural en Exactas 50 años después.
La obra mide 12 metros de largo por 3,5 de alto y ocupa un lugar central en el aula magna del Pabellón I, sobre el escenario. Había sido encomendado al artista plástico Carlos Sessano a comienzos de la década del 60, pero su trabajo se vio interrumpido tras el golpe de Estado de 1966. Originalmente, la pieza componía una trilogía compuesta por el grupo Espartaco, que hacía arte social. Aquel espíritu es el que debió recuperar el año pasado Sessano que tiene 86 años y dirigió la realización de la pieza desde Valencia, España, donde reside.
«Nos enteramos de casualidad de la historia de este mural a través de un documental elaborado por la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Untref). Porque hasta ese momento, la presencia de esa pared curva era un misterio y circulaban distintas hipótesis–dice el decano–. Yo recuerdo que se pensaba que era una pantalla para proyecciones, aunque por la altura, habría generado una ola de tortícolis entre los alumnos», dice con humor. Pero no era una pantalla. Era una ausencia.
El equipo de artistas que trabajó en la obra estuvo encabezado por Laura Olalde. /Cortesía
El equipo de artistas que trabajó en la obra estuvo encabezado por Laura Olalde, egresada de la escuela de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón y magister en artes electrónicas en la Universidad de Tres de Febrero. Ella contó los detalles de la obra: “El mural tiene un estilo bastante cubista, aunque también aparecen otros elementos que le dan una impronta de collage. Es como una partitura de elementos, con alusiones a Latinoamérica, a construcciones y arquitecturas mayas, al jinete de la liberación, a la transmisión intergeneracional y la construcción de pensamiento”, explicó.
«Hasta ese momento, la presencia de esa pared curva era un misterio y circulaban distintas hipótesis «, dice el decano Juan Carlos Reboreda. / Emiliana Miguelez
Olalde aclaró que no todo es cubismo: “También hay varias alusiones a Leonardo Da Vinci, por ejemplo, en la descripción de la pata de caballo, un dibujo analítico de la estructura de una pata, con todas sus medidas. Leonardo es la última figura en la que no se distingue esa división de dominios entre el arte y la ciencia. Yo creo que estamos muy cerca los artistas de los científicos, en la curiosidad y en la creatividad y en la imaginación”.
El mural fue llevado a cabo como parte de las obras de renovación y puesta en valor del aula magna de ese pabellón en el que funciona la facultad de Ciencias Exactas. Solo así consiguieron el financiamiento necesario para completarla: «Como ya habíamos evaluado cambiar la luminaria de esa sala y la obra implicaba la colocación de un andamio muy alto, se sincronizaron las necesidades en una única intervención», explica el decano Reboreda. Así, se completó la trilogía de murales.
Sucede que los otros dos murales sí habían sido terminados en en 1965 por los miembros del Grupo Espartaco, un movimiento de artistas argentinos que rechazaron el colonialismo cultural. Se trata de La espera, de Mario Mollari en la planta baja del Pabellón I; y La ciencia y el mito, que se puede ver en el primer piso del mismo pabellón y fue creado por Juan Manuel Sánchez. Sin embargo, cuando Carlos Sessano iba a comenzar con el suyo, ya había llegado el fatídico 29 de junio de 1966 y, con Onganía, el proyecto quedó en el olvido.
El mural fue llevado a cabo como parte de las obras de renovación y puesta en valor del aula magna. / Cortesía
Fue entones que, en 2015, las documentalistas Ana Caride y Malena Sessano (hija de Carlos) pidieron autorización a la Facultad para filmar un documental sobre el grupo Espartaco. El rodaje disparó una nota que fue publicada en los medios de la Facultad donde se reveló el destino que estaba previsto desde hacía décadas para la pared curva ubicada sobre el escenario del Aula Magna. Y esa revelación desencadenó la sucesión de tratativas para completar aquella obra.
Fue así que se comunicaron con Sessano, que está viviendo en Valencia, España. Y del otro lado del teléfono, el entusiasmo se notaba: “El paño me estaba esperando. Estaba en blanco, todavía en el lugar, en el Aula Magna. Me emocionó mucho la posibilidad de hacerlo”, contó el artista.
“Sessano nos pidió que le sugiriéramos temas contemporáneos para sumar a las ideas que él ya tenía y, de alguna manera, buscó empezar a darle una impronta que dialogara con los otros dos murales para que se armara la tríada”, avanzó Olalde. Y agregó: “Sessano nos fue enviando los primeros dibujos, nos invitó a que nosotros proyectáramos, diseñáramos y así, un poco a través de mi mano, se empezó incorporar en forma de dibujos lo que nosotros le íbamos respondiendo. Fuimos puliendo el boceto original pero la dirección siempre fue de Sessano, porque es su mural”.
También participó un grupo de mujeres muralistas. / Cortesía
Así, con llamados y correos el mural fue tomando forma. “Sessano siempre había tenido en mente para la realización a Matías Mollari, el hijo del otro integrante de Espartaco. También participó un grupo de mujeres muralistas que forman el colectivo Matrias Mural, muy comprometido con el trabajo comunitario y con una militancia feminista. Tres de ellas son Inti Paula Escobar, Laura Julieta Pérez Guillén y Luciana Iasil. Luego Patricia Salatino, y yo conformamos el equipo”, contó Olalde.
Desde España, Carlos Sessano describió qué fue lo que quiso reflejar en su obra: “Traté de plasmar temas como la liberación, el trabajo en equipo, la historia del conocimiento, América como esfuerzo, como identidad y, por último, la relación del ADN con la recuperación de la identidad de los nietos de las Abuelas de Plaza de Mayo. Para elegir el lenguaje que pudiera contemporizar con el trabajo de Mario (Mollari) y de Juan (Sánchez), traté de buscar un lenguaje intermedio entre lo que yo hacía cuando estaba en Espartaco y lo que hago ahora, que es un lenguaje diferente porque, claro, pasaron 50 años”.
Así, la inauguración tendrá lugar este viernes a las 13, en el marco del ciclo Coloquio de los Viernes, que tendrá como orador al matemático Adrián Paenza.
Así, la inauguración tendrá lugar este viernes a las 13, en el marco del ciclo Coloquio de los Viernes, que tendrá como orador al matemático Adrián Paenza.
Fuente: Clarín