Con la muerte de Daniel Levinas, a los 75 años, el mundo del arte perdió a uno de los mayores conocedores del medio y sus secretos. Coleccionista de coleccionistas, no fue sólo un apasionado. Presidió el consejo de administración de la Phillips Collection, el primer museo de arte moderno de Estados Unidos; cuando dejó su cargo en esa institución centenaria, un comunicado aseguraba que su gestión había preparado el escenario para los próximos cien años. “Fue el primer latino y judío en dirigirlo”, subraya su hermano, el periodista Gabriel Levinas, que confirmó la noticia.
Dani Levinas acababa de publicar Los guardianes del arte, Conversaciones con grandes coleccionistas, una edición bilingüe (español y en inglés), en el sello La Fábrica, en la que 34 grandes figuras del coleccionismo contemporáneo de todo el mundo le contaban sus secretos. El libro recogía material de la serie Encuentro con los grandes mecenas, que publicó en el diario El País de España; lo había presentado el año pasado en Malba.
Él mismo gran coleccionista, entablaba diálogos de gran naturalidad y agudeza con magnates, princesas y filántropos de todo el mundo; personajes como el mítico J. Tomilson Hill, el norteamericano que inspiró el personaje de Gordon Gekko del film Wall Street, en cuyo departamento de Nueva York coinciden Rubens, Rembrandt y Caravaggio con el argentino Lucio Fontana; o Sheikha Al-Mayassa, una de las cien mujeres más poderosas del planeta, al frente de los Museos de Qatar, entre muchos otros. Asimismo, Levinas formaba parte de las juntas directivas de la Fundación Museo Reina Sofía de Madrid y The Orchestra of the Americas Group y había integrado también el board del Hirshhorn Museum and Sculpture Garden de Washington.
Estaba en perfecto estado de salud, lleno de proyectos. “Había comprado un espacio grande en Madrid para mostrar su colección. Estaba sano. Se descompensó en los preparativos para un análisis, en su departamento en Miami. Todavía no lo puedo creer”, confirmó su hermano.
Para Dani, coleccionar podía ser un vicio. “Es fácil empezar y difícil terminar. Es complicado. Siempre le digo a los coleccionistas nuevos: lo primero que tienes que saber es que si vas a empezar no vas a poder parar”, decía en una entrevista reciente.
Había nacido en Buenos Aires, en 1948, en una familia de amantes del arte. De muy chico empezó a coleccionar posters, algunos de los cuales todavía conservaba. Tenía 17 años cuando hizo su primer viaje por Europa y los Estados Unidos. Para aquella aventura, su madre (que era pintora) le preparó una lista de museos, salas de conciertos e iglesias que debía visitar; él la completó con pasión. Pronto empezó a comprar arte argentino. Después, su hermano Gabriel abrió la galería Arte Múltiple, clave en su tiempo. “Me siento muy orgulloso de tener obra de Víctor Grippo, un artista que representó mi hermano en Arte Múltiple y que hoy es considerado como uno de los artistas sobresalientes del arte conceptual latinoamericano; de Brasil, tengo obra de Cildo Meireles, que es el maestro de los maestros; de España de Juan Muñoz. Esas son obras fundamentales de la colección, pero al mismo tiempo estoy muy orgulloso de las obras de artistas actuales. Aquí (señala una obra instalada en su apartamento madrileño) tengo un artista argentino, que se llama Matías Duville”, contaba en otra entrevista, con Arteinformado.
“El arte contemporáneo requiere: leer, escuchar, informarse. No es como el arte del pasado, que comprabas una obra porque era bella, porque era colorida, porque representaba algo que te gustaba o te hacía recordar algo y eso se veía directamente. El arte contemporáneo es más mental. Hay que investigar las razones, por qué el artista lo hizo. Y no es sólo por una cuestión política, social, de género o protesta. Es más que eso. Es una cuestión de sentimiento, de expresar lo que uno siente de una manera diferente que no es en un hermoso dibujo”, creía.
Se trasladó con su familia a fines de los 70 a Washington D.C, donde creó una empresa editorial. Entonces, empezó a adquirir obra de creadores locales. Participó de numerosos coloquios y conferencias sobre tendencias en el arte contemporáneo y coleccionismo. Organizó exposiciones como Argentina In Focus: Cristian Segura/Sergio Vega, en el Museo de las Américas de Washington y la dedicada al artista León Ferrari en Arlington Art Center de Virginia. Tenía junto a su esposa Mirella una colección de más de 800 obras por la que la feria de arte madrileña Arco los reconoció en la edición 2020. Era profesor visitante de la Universidad Europea de Madrid.
El coleccionismo era, en fin, una misión. “Los coleccionistas coleccionan porque les gusta vivir con esas obras. Ellos piensan que son guardianes temporarios de eso y que sus obras van a terminar en museos, y es lo que normalmente pasa con las grandes colecciones”, decía. Visitaba asiduamente Buenos Aires, pero vivía entre Washington, Miami y Madrid. Por fin había encontrado el lugar donde pensaba seguir con su labor. Quería exponer las obras, recibir gente y mostrar el trabajo de artistas jóvenes a los que quería ayudar. Como un mecenas.
Fuente: María Paula Zacharías, La Nación.