La hipótesis no es nueva y mucho se ha escrito sobre ello: Neruda tenía desde hacía tiempo un tumor en la próstata, y su muerte se atribuyó a metástasis de cáncer, pero su expediente médico se perdió de la clínica.
En 2011 Manuel Araya, el que fuera asistente personal y chofer del premio Nobel, contó en una entrevista a la revista mexicana Proceso que Pablo Neruda le hizo desde la clínica una llamada desesperada a la noche para contarle que había sido envenenado con una inyección realizada mientras dormía.
El chofer denunció por entonces que Neruda murió por la aplicación de una inyección letal en el estómago que había empeorado su estado mientras estaba internado en el hospital.
El poeta estaba listo para exiliarse en México y continuar desde allí su apoyo a la causa comunista contra la dictadura militar. Según Araya, Neruda no se encontraba grave y su traslado a la clínica Santa María desde la Isla Negra, el 19 septiembre de 1973, tuvo el propósito de escapar del asedio de los militares y esperar, en un lugar que creía seguro en Santiago de Chile, la salida del avión enviado por el gobierno del presidente mexicano Luis Echeverría para trasladarlo a México.
A través de numerosos documentos y entrevistas a personas cercanas al poeta, Ippolito reconstruye en «Delitto Neruda» (Ed. Chiarelettere) los últimos días del Nobel de literatura, fallecido apenas doce días después del golpe militar de Pinochet en Chile, el 23 de septiembre de 1973, oficialmente por complicaciones de su cáncer de próstata.
«Yo empecé trabajando sobre la duda, sin ninguna tesis preconcebida, pero hay tantas falsedades y tantos elementos que es inevitable decir que la muerte no fue natural», explicó el periodista y escritor en una entrevista a Efe.
El autor de «Canto general», estrecho amigo del presidente Salvador Allende y cara visible de la izquierda chilena, tenía planeado viajar a México el día posterior a su muerte, «donde hubiera podido liderar un gobierno en el exilio», asevera Ippolito.
Las sospechas sobre su muerte motivaron una investigación judicial, a instancias del sobrino de Neruda, Rodolfo Reyes, y del Partido Comunista de Chile, que culminó con el descubrimiento de una sustancia en una muela del poeta, el bacilo «clostridium botulinum».
«Que la toxina se haya encontrado en una muela, un punto del cuerpo tan protegido, debería excluir cualquier contaminación externa», por ejemplo que la toxina penetrara de la tierra alrededor de su féretro, señaló Ippolito.
Los análisis médicos después de su exhumación en 2013 descartaron como causa de la muerte de Neruda la «caquexia» (desnutrición a raíz del cáncer), lo que suponía que el certificado de defunción redactado por el personal de la clínica Santa María, donde falleció, era falso.
Fuente: Grupo la Provincia