En «Sola en el bosque», la escritora y periodista Magela Demarco y la ilustradora Caru Grossi abordan la problemática del abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes con una historia tan dolorosa como reparadora que moviliza a romper el silencio, a partir del relato en primera persona de una niña y la presencia de una figura clásica del cuento infantil, el lobo, ésta vez disfrazado de humano y en su propia casa.
«Cuando todos se van a trabajar, la casa se transforma en un bosque oscuro y peligroso. Y el lobo…está». Así de contundente comienza este libro sobre una niña que padece abusos en su propio entorno: cuando ya no queda nadie en casa, el lobo la atrapa y cuando regresan, el bosque se desvanece, el lobo se disfraza y nadie ve las señales. Hasta que la niña logra hablar y cuando lo hace, -y la escuchan-, empiezan a sanar.
«Sola en el bosque» pone la lupa en una temática compleja y, por eso, urgente. Con poco texto, en primera persona y con una construcción visual muy sugestiva, el libro -protagonizado por una niña que no tiene nombre porque podría ser cualquiera- busca «ser las voces de las y los que no tienen voz, porque se las quitaron, porque su discurso es silenciado», dice a Télam Magela Demarco, autora del libro, escritora y periodista.
En Argentina, el abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes es una de las violencias de las que menos se habla. Lo cierto es que según estadísticas del programa Las Víctimas Contra Las Violencias, entre 2018 y 2019 fueron atendidos 2.986 niños, niñas y adolescentes víctimas de abuso sexual. Casi un 80% fueron abusados por miembros del entorno cercano o familiar.
«El abuso sexual infantil sigue siendo un tema tabú porque la mayoría de las veces se da en el ámbito familiar, puertas adentro. En general, los abusadores son familiares o personas cercanas, de sexo masculino. Entonces, es más fácil taparlo, esconderlo, callarlo, hacerse el distraído o distraída, ocultarlo. Incluso llegan hasta culpar a la víctima, le llegan a decir que tienen la culpa por haber provocado al adulto», dice Demarco.
En este sentido, el libro publicado por La Brujita de Papel, que incluye un código QR con guías orientativas para adultos y docentes, busca ser «un granito de arena en la aproximación y el abordaje de esta problemática. Espero que ayude a abrir el diálogo en los colegios a través de las charlas de Educación Sexual Integral, un gran avance en nuestra legislación. De hecho, el año pasado, en la Ciudad de Buenos Aires, casi el 80% de los niños y niñas víctimas de abuso sexual hicieron la denuncia a raíz de las clases de ESI», dice la autora.
-Télam: ¿Cómo trabajaste este libro sobre una problemática que, como decís, sigue siendo tabú?
-M.D: Tanto la ilustradora, Caru Grossi, como yo, nos sentíamos convocadas a hacer algo con una problemática por la que tuvimos que pasar, que afecta a tantas niñas y niños y que deja secuelas que se arrastran toda la vida. Al hacerme esta pregunta aproveché para volver al primer texto original. Era más largo, más explícito, con menos metáforas, más crudo. Fueron las y los profesionales del Servicio de Salud Mental del Hospital Materno Infantil San Roque de la Ciudad de Paraná quienes me señalaron aquellas palabras que se iban de tono, en el sentido de ser demasiado fuertes para los chicos y las chicas.
Desde el texto, trabajé codo a codo con ellos cuidando las palabras y teniendo en cuenta los personajes que debían estar presentes en el cuento. Así, en lugar de ser la mamá a quien la niña recurría para pedirle ayuda, como en mi versión original, convenimos en que era mejor modificarlo por algo más general y que permitiera más margen de acción para las chicas y los chicos que leyeran el cuento, ya que no siempre existe una madre a quien poder acudir o si existe no siempre es la persona más indicada para pedir auxilio.
-T: De hecho, la trama da cuenta de la problemática pero no cierra, más bien abre preguntas ¿pretende ser una orientadora?
-M.D: Sí. Con los mismos profesionales elaboramos una guía para trabajar con el cuento porque lo ideal es leerlo junto a una persona adulta para guiar y acompañar la lectura, para que los más pequeños puedan evacuar dudas, ampliar el abanico de opciones y asistir las distintas inquietudes que se pueden generar. El libro es un disparador para trabajar no sólo la temática del abuso sexual infantil y la violencia familiar, sino también los miedos.
Recién acaba de salir y ya estoy recibiendo mensajes de maestras y madres que nos felicitan por habernos animado a tocar una problemática tan necesaria. Ese es un dato que refleja que hay una necesidad de abordar estos temas desde los libros. Porque las guías ESI les sirven a las y los docentes para informarse, pero el puente para llegar a los chicos y las chicas son los libros.
-T: Es interesante el lenguaje visual del libro porque las ilustraciones dan cuenta del pasaje de lo tenebroso a lo luminoso cuando la niña puede hablar y liberar ese dolor silencioso….
-M.D: El ir de la casi ausencia total del color al color pleno fue buscado. Porque es una de las formas que encontramos para representar la situación por la que está atravesando el personaje. Cuando puede hablar, recién ahí se comienzan a restablecer los colores. Poder poner en palabras lo que le está pasando, poder hablar es el primer paso para comenzar a sanar. Las imágenes impactan, porque la temática impacta en las vidas de niñas y niños, adolescentes y preadolescentes. De hecho, a mí me ocurrió a los doce años y no supe cómo reaccionar. Nunca estás preparada para ningún tipo de abuso.
-T: El cuento recupera una figura clásica de los textos infantiles: el lobo ¿qué sentidos habilita la figura del lobo en el imaginario literario infantil?
-M.D: Desde la literatura, el lobo fue utilizado para personificar la figura de alguien peligroso, embaucador y traicionero: «Caperucita roja», «Los tres chanchitos», «Pedro y el lobo» (o «El pastorcito mentiroso»), «El lobo y las siete cabritillas». El lobo siempre es sinónimo de peligro. El lobo te persigue con sus dientes filosos, con sus garras. Te puede lastimar y hasta te puede llegar a devorar. Pero también la imagen que me vino muy fuerte cuando escribía el cuento fue la del bosque oscuro y tenebroso. La figura del lobo les permite a las niñas y los niños, según la edad, hacer diferentes lecturas. Y cada una o uno llega a distintas capas. Mi hijo se quedó con el lobo animal. Y el mensaje que le quedó claro fue que si alguien nos hace mal o nos genera temor, hay que salir a contárselo a alguna persona en quien confiemos, hay que salir a pedir ayuda.
Una diferencia con el lobo tradicional de los cuentos es que este lobo no está afuera de la casa, este lobo está adentro del propio hogar de la niña, y por eso, es la misma casa la que se convierte en un bosque. La nena no toma ningún camino «peligroso», el peligro lo corre estando en la propia casa con ese hombre-lobo que está «disfrazado» de otra cosa.
-T: Justamente, la trama se concentra en un caso de abuso intrafamiliar que según estadísticas es donde más ocurren los abusos. En los textos infantiles, la familia generalmente es representada como una unidad de cuidado ¿qué tuviste en cuenta para trabajar esta suerte de tensión entre distintos sentidos en torno a la familia?
-M.D: Hasta los años setenta, según Teresa Colomer, destacada especialista en literatura infantil y juvenil y Doctora en Ciencias de la Educación, los cuentos para niñas y niños tenían finales felices y terminaban bien. A partir de allí, se abrió el abanico y ahora no solo terminan bien, hay finales abiertos, hay finales en donde se acepta el conflicto, finales en donde es la lectora o el lector el que termina de darle el sentido con su propia interpretación y, hasta hay desenlaces incluso tristes, por llamarlos de alguna forma. Desde hace tiempo lo que se entendía por familia tradicional dejó de serlo. Es muy común ver familias uniparentales. No todos los hogares, ni antes ni ahora, fueron lugares de contención y cuidado para todas las niñas y niños. La diferencia es que en la actualidad esto sale más a la luz.
Sería bueno que como adultas y adultos estemos más atentas y atentos a nuestros niños y niñas. Se están formando. Son indefensos. Sus primeros años son determinantes para toda vida futura. Hoy manejamos más información, hay organismos del Estado e instituciones que abordan distintas problemáticas en donde una o uno puede acudir y pedir ayuda. Esto antes no existía.
-T: Como decís, el paradigma del silencio sobre algunos temas está cambiando y este libro es un aporte desde la literatura. ¿Por qué, sin embargo, el abuso es un tema del que todavía se habla poco?
-M.D: Para que se de una situación de abuso tiene que haber un silencio cómplice de por medio. Un adulto cercano, o no tanto, que no es el abusador, pero que sí está dejando pasar o que «no ve» cambios de conducta en el niño o la niña, que está haciendo la vista gorda a modificaciones repentinas que está teniendo esa niña o ese niño que está siendo abusado. No soy psicóloga ni médica, hablo desde mi propia experiencia y desde fuentes de información fidedignas como pueden ser guías oficiales sobre Abuso Sexual Infantil (ASI) y organismos internacionales como puede ser Unicef.
Si una niña o un niño tienen comportamientos regresivos, si comienzan a tener una conducta muy retraída, si aparece la depresión; si comienzan a tener miedos repentinos a la oscuridad, a quedarse con determinada persona sola en la casa; si aumentan las pesadillas y tiene problemas para dormir; si le agarran estallidos de angustia o ansiedad; si aparecen fobias que antes no tenían; si hacen dibujos con órganos o de tinte sexual; si comienzan a tener comportamientos más sexuales no acordes a la edad, se tocan de forma compulsiva o hablan con términos que hacen referencia a prácticas sexuales, si le quieren enseñar a alguna amiguita o amiguito juegos que siguen esta línea. Todo cambio de comportamiento en esta dirección, no acorde a la edad, pueden ser indicios de que está siendo abusado.
Con respecto a indicios físicos pueden hasta presentar lesiones genitales, tener dolor, hinchazón o picazón en la zona genital, pueden aparecer enfermedades de transmisión sexual, dificultad para caminar o sentarse, hasta un embarazo no deseado si la niña ya menstruó. Pero lo que se suele dar con mayor frecuencia son los cambios en el comportamiento de las y los niños. Por eso, muchas veces son las escuelas y los consultorios médicos los ámbitos donde salen a la luz estos abusos. Todos los ciudadanos y ciudadanas somos responsables de las niñas y niños, no solo de nuestros hijos e hijas. Porque son indefensos. Los adultos tenemos herramientas para poder defendernos. Ellas y ellos no y debemos cuidarlos.
¿Qué nos pasa a los adultos que no estamos prestando la suficiente atención a nuestros hijos e hijas de la manera que lo necesitan? ¿Qué nos pasa que miramos para afuera, que preferimos ver lo que hace el vecino/a en lugar de mirar más hacia adentro? Como sociedad nos falta hacer un trabajo de introspección, un hacernos cargo, un trabajar primero con nosotros mismos.
-T: ¿Qué esperás que genere el libro?
-M.D: La literatura sirve para visibilizar y abordar distintas temáticas y problemáticas. La literatura crea mundos, abre puertas. Y dentro de las infinitas cosas para las que sirve, una de las tantas es que nos permite ponernos en el lugar del otro. Ese otro que tal vez desconocíamos, que ni siquiera sabíamos que existía y a través de una historia nos enteramos. Todas las personas venimos con cosas para trabajar y sanar. Tan sólo basta con mirar a nuestro alrededor y ver cómo está el mundo. Nada bien. Hay mucha desidia, apatía, individualismo,mezquindad, avaricia, odio sin sentido y sin razón. Mucha gente jugando en contra de ella misma, en contra de su propio bienestar y el de los demás. A nivel mundial, un informe del Instituto de Desarrollo de Investigaciones Mundiales Económicas de la Universidad de la ONU afirma que el número de personas pobres puede subir a 3,7 mil millones superando la mitad de la población mundial. Así que hay muchas historias por contar, muchos libros por escribir. Sobre todo, ser las voces de las y los que no tienen voz, porque se las quitaron, porque su discurso es silenciado.