Antes de salir a la luz A propósito de nada, la autobiografía de Woody Allen, el libro ya había protagonizado una tremenda polémica en Estados Unidos, con cancelaciones a última hora y críticas feroces. En español, la obra llega este jueves 21 de mayo de la mano de Alianza editorial: por ahora se consigue como ebook en tiendas españolas como Amazon.es y fnac.es. Hay que reconocer que el texto no dejará indiferente a nadie.
Porque el cineasta de 84 años no evita ninguna de las cuestiones que han rodeado su vida, por más controversia que hayan podido generar. Ni su tortuosa relación con Mia Farrow, ni su vínculo con Soon-Yi ni las acusaciones de un presunto abuso sexual sobre su hija adoptiva Dylan en 1992, cuando esta tenia apenas siete años.
Allan Stewart Konigsberg nació el 30 de noviembre de 1935, muy cerca de la medianoche. Tan cerca que, oficialmente, la fecha oficial de su nacimiento es el 1 de diciembre. “Por fin llego al mundo. Un mundo en el que jamás me sentiré cómodo, al que jamás entenderé, jamás aprobaré ni perdonaré”, explica justo al inicio de un denso relato de casi 440 páginas.
Infancia, con papá y pistola
Su padre, mujeriego, llevó una pistola encima hasta el día que murió. “En defensa de Nettie Cherry, mi mamá, debo decir que era una mujer maravillosa: inteligente, trabajadora, sacrificada. Era fiel y amorosa y decente, pero no, digamos, físicamente agradable. Años más tarde, cuando yo decía que mi madre se parecía a Groucho Marx, la gente pensaba que estaba bromeando”.
Otros tiempos. Mia Farrow y Woody Allen con Ronan y Dylan, en 1988. La pareja se divorció en 1992.
“Yo era un holgazán que no encontraba nada divertido en abrir un libro ¿Y por qué iba a hacerlo? Las radios y el cine eran mucho más excitantes”, escribe este hombre que asegura haber despreciado siempre la realidad mientras anhelaba la magia, que practicaba de pequeño. Polifacético personaje que escribió chistes para periódicos antes de convertirse en guionista, cómico y director de culto. “Si bien algunas (de mis películas) son entretenidas, ninguna de mis ideas bastaría para establecer una nueva religión”, considera.
Un músico apestoso
Sin olvidar que su amor por el jazz le llevó a desarrollar su faceta como músico. “[…] Siempre buscando esa combinación que me haga sonar mejor, sigo apestando. Soy como un jugador de tenis de fin de semana que se enfrenta a Federer y Nadal. Lamento decirlo, pero no tengo lo que se requiere: oído, tono, ritmo, sentimiento. Y, sin embargo, he tocado en público en clubes y salas de concierto, en teatros de ópera de toda Europa, en auditorios repletos en Estados Unidos. Y todo porque puedo sacar partido de mi carrera en el cine”.
Con Mia Farrow, todo mal
Su historia de desamor con la actriz Mia Farrow ocupa buena parte del libro. Lo que al principio comenzó como un torbellino acabó convirtiéndose en una pesadilla, según explica el cineasta. “Desde el momento en que acertó el número fertilizante ganador (Mia se había quedado embarazada), se apartó de mi. […] Y, de una manera franca y sin ahorrarse nada, Mia se volvió hacia mi y declaró que jamás volvería a dormir en mi casa, que yo no debía mantener una relación demasiado estrecha con el inminente bebé y que ella estaba empezando a tener dudas sobre la continuidad de nuestra relación”, afirma.
Allen también hace referencia al “salto cuántico todavía más oscuro” que ocurrió justo después de que naciera Satchel (ahora Ronan Farrow, periodista que ayudó a desenmascarar al productor Harvey Wenstein). “El hecho de que yo no me percatara de la situación solo puede deberse a que o bien fui demasiado estúpido o estaba demasiado absorto en otro tipo de problemas: Mia no había puesto mi nombre en el certificado de nacimiento de Satchel”, reconoce Allen.
El primer beso entre Soon-Yi y Allen se produjo un día que el aclamado director había invitado a la joven a una función privada de «El séptimo sello», de Ingmar Bergman
La actriz ha tenido hasta 14 hijos, ocho de ellos adoptados. Seis con André Previn (Matthew, Sascha, Fletcher, Soon-Yi, Lark y Daisy), tres con Woody Allen (Ronan, Dylan y Moses) y otros cinco como madre soltera (Tam, Isaiah, Kaeli-Shea, Frankie-Minh y Thadeus). “Como señaló Soon-Yi, a Mia le gustaba adoptar y lo hacía con entusiasmo, como quien compra un juguete nuevo; le encantaba la reputación de santa que le confería y los comentarios públicos de admiración, pero no le gustaba criar a los niños y en realidad no se ocupaba de ellos. […] No es extraño que dos de sus hijos acabaran suicidándose. Un tercero también contempló esa posibilidad, y una hija adorable que tuvo que enfrentarse a un diagnóstico positivo de VIH con más de treinta años terminó abandonada por Mia y murió de sida en un hospital una mañana de Navidad sin nadie a su lado”.
Allen habla con amargura de Farrow, que fue su pareja durante muchos años, aunque no llegaron a casarse ni a vivir juntos. Y durante largo tiempo seguían juntos solo en apariencia. “Nos acompañábamos a acontecimientos sociales, como cuando teníamos que ir a una cena o algún acto, pero después ella volvía a su casa y yo a la mía”, ambas en el Upper West Side de Nueva York, separadas por el Central Park.
Soon-Yi, de hijastra a pareja
“Ahora dejadme que os explique en detalle como Soon-Yi y yo pasamos de ser dos personas que nunca se había caído especialmente bien a una pareja que ya lleva más de 20 años casada y que sigue amándose apasionadamente”, escribe el director de películas tan aclamadas como Manhattan, Annie Hall o Delitos y Faltas.
Autobiografía. «A propósito de nada», el libro de Woody Allen
Allen ataca el comportamiento de Farrow desde el principio. “Mia la arrancó de un ámbito en el que Soon-Yi ya había establecido vínculos afectivos y la llevó de gira por otros orfanatos, donde examinaba a otros huérfanos de la misma manera en que uno podría revisar los cajones de saldos de una librería”. “Oponerse a las órdenes de Mia siempre traía emparejado algún castigo (para sus numerosos hijos), que con frecuencia consistía en golpes”, señala.
Según Woody Allen, de quien estaba realmente enamorada Mia Farrow era de su amigo y vecino Mike Nichols. Por eso, su relación con Soon-Yi fue inicialmente complicada. Durante un partido en el Madison Square Garden, la hija de Farrow le confesó al cineasta que lo veía “como un cabeza hueca, el pelele de su madre, un atontado que se dejaba estafar con un chanchullo tan evidente como el timo de la estampita”.
El primer beso entre Soon-Yi y Allen se produjo tiempo después, un día que el aclamado director había invitado a la joven a una función privada de El séptimo sello de Ingmar Bergman. “Ella se muestra cómplice en el ósculo y, directa como siempre, dice: ‘Me preguntaba cuando darías el paso’”, escribe. “Nos sentíamos tan atraídos que aquello nos lleva a un largo y fabuloso matrimonio”, añade.
Con la aventura entre ambos en marcha, decidieron hacerse una serie de fotos eróticas, algunas de las cuales quedaron sobre la repisa de la chimenea de la casa de Woody Allen. Al día siguiente, Mia Farrow las descubrió. “Por supuesto que comprendo el impacto que aquello le causó, comprendo su desesperación, su furia, todo. […] Fue, simplemente, la metedura de pata de un negado”.
Según Allen, Farrow reunió a todos sus hijos y les dijo que “había violado a su hija menor de edad y retrasada”. “Satchel, a los cuatro años, le decía a la gente ‘mi padre se folla a mi hermana’”, añade. Pero el cineasta aprovecha para defenderse: “Soon-Yi no era ninguna niña sino una estudiante universitaria, evidentemente no era retrasada, ni tampoco menor de edad”. Tenía 22 años, según escribe en sus memorias.
Dylan, otra hija
La ‘venganza’ de Farrow no se hizo esperar. “Él me quito a mi hija; ahora yo voy a quitarle la suya”, le habría dicho Mia a la hermana de Woody Allen. El cineasta explica que esto “parecía indicar que, sabiendo lo mucho que yo adoraba a Dylan, planeaba asegurarse de que no pudiera verla nunca más. Los sentimientos de Dylan no importaban. Que perdiera a su padre, al que adoraba, no importaba. La utilizaría para vengarse”, critica el artista.
“No solo fue malvada conmigo, sino que se comportó de una manera horrenda con la pobre Dylan, que acababa de cumplir siete años y era demasiado pequeña para tener alguna perspectiva”, añade. En una visita pactada de Allen a sus hijos, Mia Farrow le escribió una nota que supuestamente decía: “Pedófilo en la barbacoa. Abusó de una hija y ahora va en busca de otra”.
Poco después, lo acusaron de abuso sexual. “Estaba en una sala llena de gente viendo la televisión en plena tarde. Yo no tenía donde sentarme, de modo que me ubiqué en el suelo, y puede que inclinase la cabeza hacia el sofá que tenía detrás y la apoyara un momento sobre la falda de Dylan. Desde luego, no le hice nada indecoroso”.
“Con el tiempo, la cabeza sobre la falda -‘incluso si fuera cierto, era un acto completamente inofensivo y totalmente apropiado’- se metamorfosearía en que yo había abusado de ella en el desván”, asegura. “Jamás le he puesto un dedo encima a Dylan, jamás le he hecho nada que pudiera malinterpretarse como un abuso sexual”, concluye Allen.
Fuente: La Nación