En el acto realizado hoy, a días de la entrega de los Premios Nobel de Literatura 2018 y 2019, que será este martes en Estocolmo, a Tokarczuk y a Handke respectivamente, el discurso -lectura como se conoce en lenguaje nobel- del austríaco llevó a la audiencia a los recuerdos de los «acontecimientos únicos» -como los ha llamado- que le contaba su madre sobre su familia y vecinos.
Aquellos acontecimientos le dieron «ímpetu» a la carrera del escritor austríaco (Karnten, 1942), que comenzó en 1966 con la obra de teatro «Insultos al público».
La nobel polaca (Sulechów, 1962) también recordó a su madre, quien ya la echaba de menos incluso antes de que ella naciera, y que le dio «algo que antes se conocía como alma y, por lo tanto, la dotó con el narrador más sensible del mundo».
Torkarczuk, que escribe «ficción, pero nunca es pura invención», aseguró que tiene que sentir todo dentro de sí misma, y para eso le sirve la sensibilidad, que es el «arte de la personificación, de compartir sentimientos».
Intelectual, activista política y ambiental, la autora de «Los errantes» habló de literatura, pero también del mundo en que vivimos que se encuentra ante una «emergencia climática» y una «crisis política» de las que estamos intentando encontrar una salida.
Una situación que no es «solo resultado de un giro del destino, sino de algunas acciones y decisiones muy específicas -económicas, sociales y relacionadas con la visión del mundo (incluidas algunas religiosas)-«, indicó.
Así, la codicia, la falta de respeto por la naturaleza o la rivalidad sin fin «han reducido el mundo a la condición de un objeto que podemos cortar en pedazos, usarlo y destruirlo», añadió.
«Es por eso por lo que creo que debo contar historias como si el mundo fuera una entidad viviente única, en constante formación ante nuestros ojos, y como si nosotros fuéramos una pequeña y, a la vez, poderosa parte de ello», dijo al finalizar su lectura.
Tokarczuk, de quien la Academia Sueca destacó su «imaginación narrativa que, con pasión enciclopédica, representa el cruce de fronteras como una forma de vida», se preguntó por el futuro de la literatura y por un mundo que se transforma velozmente, pero que no tiene narrativas para contarlo.
Sin embargo, se mostró convencida de que «pronto aparecerá un genio capaz de construir una narrativa completamente diferente, aún inimaginable» y que nos cambiará a todos.
La autora señaló que vivos en un mundo «de demasiadas contradicciones, hechos mutuamente excluyentes batallando unos con otros con uñas y dientes».
Una sociedad en la que, gracias a la llegada de internet, se podría haber cumplido el sueño ambicionado por pedagogos del siglo XVII, de que la información a disposición de todos habría mejor al ser humano. Pero advirtió: «Un sueño cumplido suele ser con frecuencia una desilusión».
El exceso de información «que no somos capaces de soportar» hace que, «la famosa cita de Shakespeare» nunca venga tan bien: «Cada vez con más frecuencia, internet es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y furia».
En esa línea definió a internet como «completa e irreflexivamente sujeto a los procesos del mercado», cuya gigantesca cantidad de datos sirve, «sobre todo, para programar el comportamiento de los usuarios, como aprendimos tras el caso de Cambridge Analytica».
Tokarczuk y Handke recibirán el Premio Nobel, junto al resto de laureados el próximo martes, cuando víctimas del genocidio en la localidad bosnia de Srebrenica -cometido en 1995 por milicias serbobosnias- tiene previsto protestar contra el escritor austríaco, al considerar que minimiza aquellos hechos.