Albino Gómez, reconocido diplomático de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), periodista y escritor murió ayer a los 94 años. Fue un profesional que cosechó una extensa carrera en televisión, radio y medios gráficos y realizó misiones diplomáticas en muchos países en representación de la Argentina.
Gómez nació en el barrio porteño de Flores, en 1928, y a lo largo de su carrera en el periodismo fue director artístico de Canal 7, asesor de Canal 9 y de Canal 13, productor independiente de televisión, conductor y comentarista político en radio y televisión.
Se despempeñó en las radios Belgrano, Nacional y El Mundo, entre otras. En medios gráficos jugó desempeñó todos los roles: de columnista en revistas y diarios, editorialista y secretario de redacción, a corresponsal en los Estados Unidos. Escribió para LA NACION y Clarín.
Además, escribió más de 30 libros en los que incursionó en la poesía, la novela y el ensayo. Entre ellos se encuentran: Vivencias argentinas; Cartas de amor y desamor en los años de Salvador Allende, Me quitaron la pelota, Si no volvemos a vernos, Rayuela diplomática, Exilios, Bill Clinton: las claves de su gobierno y Arturo Frondizi: el último estadista argentino.
También se desempeñó en el ámbito universitario y dirigió la carrera de Periodismo en la Universidad de Belgrano.
En su función de diplomático ante la ONU, visitó cerca de 20 países y fue embajador argentino en Egipto, Kenia y Suecia.
Pluma de Honor y trayectoria
En 2018, la Academia Nacional de Periodismo, le concedió a Albino Gómez el premio Pluma de Honor “por su constante compromiso con el ejercicio y la defensa de la libertad de expresión”. La distinción, que es una artesanía de Juan Carlos Pallarols, se le entregó en el Día del Periodista, en un acto en la Sala Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional.
En su discurso de agradecimiento, habló sobre su infancia y sus comienzos en la escritura. “En primer lugar debo decir que estoy más acostumbrado a recibir críticas o silencios que premios, y mucho menos este extraordinario como el de hoy. Nací en Buenos Aires en 1928, como el Ratón Mickey, el colectivo como medio de transporte urbano y el diario El Mundo, poco antes de que Marcelo T. de Alvear fuese el último presidente radical que pudiera terminar su mandato, es decir hace 90 años”, relató.
Sobre su ingreso en la escritura, dijo: “Comencé a escribir en mi niñez, hace ya muchísimas décadas, lo hacía con una pluma que en ese lejano tiempo se llamaba pluma cucharita, con la cual hice mi primera composición sobre la vaca. Imagínense entonces mi sorpresa ante los saltos cualitativos de pasar de esa pluma a las siguientes biromes, a las Lettera 22 que usábamos los periodistas en los viajes porque eran las máquinas de escribir más livianas antes de que aparecieran las ordenadoras, y que todo lo hecho en ellas contribuyera a recibir este enorme Honor, sobre todo por el altísimo nivel de mis muy admirados predecesores, tanto en el orden personal como en el intelectual”.
Luego, sobre la labor periodística, destacó: “La función social de la prensa es describir la realidad, sabiendo que la calidad de la democracia depende también de la calidad de los periodistas y de los medios, ya que el ejercicio legítimo de la libertad de información requiere de hechos verídicos para no defraudar el derecho de la sociedad a ser debidamente informada. Ya que el periodismo, como sostuvo Gabriel García Márquez, es el ‘oficio más lindo del mundo’ y sin embargo su ejercicio está sujeto a presiones, puede resultar muy peligroso, requiere calidad cultural y la necesidad imperiosa de transmitir credibilidad. También se ha dicho que mis novelas y cuentos suelen ser muy periodísticos, pero esa crítica me da una gran satisfacción”.