Sorman narra que el filósofo francés, quien murió en 1984 a los 57 años, vivía en Túnez en un pueblo llamado Sidi Bou Said, a 20 kilómetros de la capital. Según sus dichos, los niños corrían por las calles del pueblo detrás de Foucault gritándole: «¿Y a mí por qué no? ¡Llévame también! » y el filósofo les daba dinero a los niños frente a sus ojos para «encontrarse en el lugar habitual a las diez de la noche». Ese espacio resultó ser el cementerio del pueblo.
Sorman manifestó que hoy en día se considera a sí mismo «sórdido» y «moralmente sucio» por no haber denunciado la conducta del filósofo en su momento. «Foucault no se habría atrevido a hacer esto en Francia», dijo en la entrevista para el periódico británico Sunday Times, realizada a partir de lo que revela en su reciente libro «Mi diccionario de mierda».
Luego trazó un paralelismo entre el comportamiento del filósofo y las acciones de artistas franceses legendarios como el pintor Paul Gaugin, quien supuestamente tuvo relaciones sexuales con sus modelos juveniles en Tahití, y el novelista André Gide, al que se acusa de un comportamiento similar en África.
Según Sorman, los medios franceses lo sabían y recuerda que en ese viaje hubo varios periodistas que presenciaron los hechos, pero en ese momento a nadie se le ocurrió escribir lo que vieron: «Foucault fue el rey de los filósofos. Fue tratado como un rey en Francia».
La acusación contra Foucault difiere en varios aspectos de la línea de base, que ha sido típica desde el Me too. El famoso acusado, por un lado, lleva mucho tiempo muerto, por lo que no puede defenderse. Por otro lado, no fueron sus antiguas víctimas las que lo delatan, sino una tercera persona.
Una circunstancia importante para la contextualización y el tratamiento de las acusaciones, por ejemplo, es que el propio Foucault, como muchos de sus homólogos franceses, apoyó plenamente el sexo libre entre niños y adultos. Existió una petición firmada en 1977 por grandes nombres entre ellos Foucault, pero también Simone de Beauvoir, Jean Paul Sartre, Jacques Derrida, Roland Barthes, Alain Robbe-Grillet o Louis Aragon, que sostenía que si la ley francesa consideraba a los menores de 13 años con derechos en varios ámbitos, estos deberían hacerse extensivos también a la vida sexual y afectiva. Esta actitud surgió del movimiento reformista del 68 de rechazar todos los tabúes que consideraban burgueses.
Sorman dijo también que tiene «una gran admiración» por el trabajo de Foucault y que no está «invitando a nadie a quemar sus libros, sino simplemente a entender la verdad sobre él y cómo él y algunos de estos filósofos usaron sus argumentos para justificar sus pasiones y deseos. Pensó que sus argumentos le daban permiso para hacer lo que quería», concluyó.