De esta manera, el autor peruano, nacido en Arequipa y nacionalizado español, se convirtió a sus 86 años, en el primer autor en lengua no francesa que accede a esa institución fundada en 1635, a partir de la aceptación que los miembros de esa institución realizaron el 25 de noviembre de 2021, y así cubrir la vacante dejada por el fallecimiento del filósofo Michel Serres.
La ceremonia de recibimiento comenzó a las tres de la tarde (hora francesa) en el Anfiteatro del Instituto Francés, en París, con un discurso en el idioma galo, que inició con en el que dio cuenta de su apego a la cultura francesa desde niño, cuando esa cultura era «soberana» en su país. «Crecí y me formé, leyendo francés. Autores franceses, entre los que destacaban dos posibles futuros adversarios, Jean-Paul Sartre y Albert Camus», dijo.
Vestido con un traje de levita negro, bordado con motivos verdes, según la tradición, Vargas Llosa cumplió su sueño de formar parte de esta institución -fundada en 1635 por el cardenal Richelieu para dictar las reglas del idioma francés- que se inició en 1959, cuando desembarcó en París como un joven y casi desconocido autor.
En este sentido, recordó los tiempos en «que era imposible ser un escritor en Perú, un país sin editoriales y con pocas librerías, donde los escritores que conocía eran casi todos abogados que trabajaban en sus despachos toda la semana y escribían poesía sólo los domingos» por eso agradeció que al cumplir su sueño de vivir en Francia comenzó a sentirse «escritor peruano y latinoamericano».
«Los franceses habían descubierto la literatura latinoamericana antes que yo, y leyeron a Borges, Cortázar, Uslar Pietri, Onetti, Octavio Paz y, más tarde, Gabriel García Márquez. Así que gracias a Francia… ¡vaya paradoja! empecé a sentirme escritor peruano y latinoamericano».
A partir de una anécdota, el autor de «Conversación en la catedral», contó el rol que tuvo el escritor Gustave Flaubert, como su «maestro literario», y aseguró que acceder a su obra fue la experiencia más importante que tuvo en Francia, a partir de la compra de un ejemplar de Madame Bovary. «La tarde de mi llegada compré un ejemplar de Madame Bovary en una librería ya desaparecida del Barrio Latino llamada llamada «La Joie de Lire». Sin Flaubert, nunca habría llegado a ser el escritor que soy», aseguró ante el auditorio.
«He leído y releído a Flaubert muchas veces, con infinita gratitud, y puedo decir que es gracias a él, que me reciban hoy aquí, por lo que obviamente estoy muy agradecido», agregó.
«Quisiera devolverle los elogios», dijo en su discurso de réplica el académico Daniel Rondeau.
«A partir de los años 1970, fueron los escritores sudamericanos los que ayudaron a una nueva generación de escritores franceses a no desesperar de la literatura de ficción», aseguró.
El único autor vivo del boom latinoamericano, contó que trabajó de traductor, como profesor de idiomas, y periodista, y en otro tramo de su discurso elogió la figura de Victor Hugo, «no por su por su poesía, que ahora parece algo retórica, sino por Los Miserables, una novela que leí de adolescente y que he releído en parte varias veces».
Asimismo, habló sobre lo que denominó su «teoría» literaria y afirmó: «La novela salvará la democracia o se hundirá con ella y desaparecerá. Siempre permanecerá – ¿cómo podemos dudarlo?».
«Siempre quedará esta caricatura que los países totalitarios nos venden como novelas, pero que solo existen tras haber atravesado la censura que los mutila» como muestra «el ejemplo de la Rusia de Vladimir Putin», criticó.
«Vemos cómo ataca a la desafortunada Ucrania, y cómo se sorprende sobremanera cuando esta nación resiste, a pesar de su superioridad militar, sus bombas atómicas y sus tropas multitudinarias», añadió.
En otra parte de su oratoria, el autor consideró que «la literatura francesa ha hecho soñar al mundo entero con un mundo mejor. Un mundo diferente en cualquier caso, y de esta manera ha renovado la democracia apoyando el sueño de otro mundo, especialmente para las comunidades hambrientas y marginadas: como suele ocurrir, América Latina entre ellas».
«Nunca se ha inventado nada mejor que la novela para mantener el sueño de una sociedad mejor que la que vivimos», destacó el escritor que ocupará el sitio número 18, dentro de los 40 miembros que tiene esta academia.
«¿Puede la literatura salvar el mundo, proteger este pequeño planeta que la estupidez humana ha acribillado con bombas atómicas y de hidrógeno, suficiente bombas de hidrógeno, suficientes para aniquilarlo si los desvaríos de un líder chiflado volviera a surgir en uno de los países que vio nacer la ¿una locura suicida? Es muy posible, a pesar de las multitudes temerosas que se levantan contra los poderosos y protestan contra el suicidio premeditado que espera a la humanidad si persiste en este camino desafortunado», arriesgó.
Entre los invitados de la «instalación» del premio Nóbel, como se conoce en el lenguaje de la Academia, estaba el rey emérito español Juan Carlos I, acompañado de su hija, la infanta Cristina.
Vargas Llosa también se refirió a su corta adhesión al comunismo, ya que de joven se sintió seducido por Fidel Castro, pero en 1971 rompió con la revolución cubana por el caso del poeta Heberto Padilla, obligado por el régimen a una humillante «autocrítica» pública.
Fue candidato a la presidencia de Perú en 1990, pero tras su fracaso frente a Alberto Fujimori, volvió a las letras, de donde -según manifestó- nunca debió salir.
No obstante, no se mantiene ajeno a los avatares de la política mundial, y criticó duramente en los últimos al llamado populismo, «la enfermedad de la democracia», donde incluye al chavismo y el castrismo, a la ultraderecha y a la izquierda radical europea y el nacionalismo independentista catalán.
Vargas Llosa es miembro de la Real Academia de la Lengua Española desde 1994 y, si bien habla francés con fluidez, tras vivir unos años en París a principios de la década del 60, su ingreso a la institución fue el centro de una polémica.
Días después de que se conociera la noticia de su ingreso, un grupo de intelectuales firmó una solicitada en el diario Libération, una reconocida publicación de izquierda en la que se dan gran parte de los debates sociales y políticos de Francia. Allí, los firmantes cuestionaron el rol del escritor peruano en los debates políticos latinoamericanos, sus posturas siempre cercanas a las derechas antidemocráticas y su participación en los llamados «Pandora papers», donde se reveló que tenía sociedades en paraísos fiscales para evadir impuestos.