Enriquez vuelve a publicar cuentos después de un libro de autoficción y una larga novela. Cortesía de Fundación Telefónica. Fotografía de Irene Medina
Era 1928 cuando William Somerset Maugham compró Villa Mauresque, una finca de, atención, 48.500 metros cuadrados en Saint-Jean-Cap-Ferrat, en la Riviera francesa. Faltaban apenas dos años para que empezara la década en la que Maugham fue, atención, el escritor mejor pago del mundo. Pero algo de eso ya estaría pasando en 1928 porque no está al alcance de cualquiera comprar 50 mil metros cuadrados de los que hay entre Niza y Montecarlo.
La compra sí estuvo al alcance de Somerset Maugham e hizo de esa finca la casa que tuvo hasta su muerte, en 1965, pero sobre todo hizo de esa casa uno de los salones literarios -y también sociales- más célebres de los 20 y los 30. Mientras montaba todo eso alrededor de Villa Mauresque, Maugham no paraba de escribir: novelas, ensayos, cuentos, obras de teatro que se presentaban de a cuatro a la vez en los escenarios más importantes de Londres.
Gracias a esos casi cuarenta años que, con interrupciones sobre todo vinculadas a la ocupación nazi en Francia, Maugham pasó en la Riviera del país galo, el escritor logró una definición inspirada en ese paisaje que después se usaría para otros paisajes, y que inspiraría a otros artistas, y que quedaría en algún rincón de la cultura general, a mano para quien necesitara una fórmula potente para marcar un contraste. Dice así:“A sunny place for shady people” y quiere decir: “Un lugar soleado para gente sombría”.
¿Qué tiene que ver esto con Mariana Enriquez? Que Un lugar soleado para gente sombría se llamará su próximo libro, doce cuentos que el sello Anagrama publicará en marzo en Argentina y también en España. Este lunes, con una publicación en Instagram, la autora de Nuestra parte de noche dio a conocer el nombre de la obra que está a punto de publicar. “Bueno TEASER!”, escribió Enriquez. Compartió una imagen con el título del libro y un mensaje sobre los cuentos que se vienen para sus lectores / seguidores: “El viernes me dicen que estará la tapa – son doce y bueno ojalá les gusten”.
En ese título, Enriquez se cita a sí misma pero también cita a otros que citaron -o inventaron- antes. Empecemos por el principio, que en realidad es el final. El 30 de mayo de 2010 la autora de Bajar es lo peor publicó un artículo en el suplemento Radar de Página/12 -diario en el que todavía trabaja- que se llamó, claro, “Un lugar soleado para gente sombría”.
Hablaba de la remasterización de Exile on Main St., uno de los mejores discos de The Rolling Stones. En ese 2010, los Stones relanzaban un disco de 1972, con algunas canciones inéditas y un documental, y Enriquez revisó las condiciones de creación de, para Keith Richards, el mejor álbum de la banda, y para Jagger, de lo peorcito. ¿Dónde fue esa creación? En una mansión de la Riviera francesa.
El artículo “Un lugar soleado para gente sombría” se publicó en Radar y volvió a publicarse enEl otro lado. Retratos, fetichismos, confesiones, un libro que compila la obra de no ficción de Enriquez y que editó Leila Guerriero. El texto sobre Exile on Main St. fue, además, uno de los que la autora leyó en sus presentaciones teatrales en 2023. ¿Habrá quedado ahí resonando la frase que ahora se imprimirá en la tapa de su próximo libro?
Hay, por lo menos, un grado de separación entre William Somerset Maugham y Mariana Enriquez, y son las crónicas que se escribieron a partir de la grabación del disco stone. De hecho, así lo cuenta la propia autora en la publicación de Instagram en la que confirmó este lunes el nombre del libro que llegará a librerías en marzo: “Es una cita de Sommerset Maugham sobre la Riviera francesa pero yo la leí por primera vez en una nota sobre los Rolling Stones y la grabación de Exile On Main St.”.
Robert Greenfield es un periodista estadounidense que en 1971 entrevistó a Richards en su mansión en la Riviera, en la que él y sus secuaces del rock se instalaron, sobre todo, para evitar la carga impositiva que les correspondía según la legislación británica. “A sunny place for shady people”, cita Greenfield en el copete del artículo que publicó en 2006 en la revista Rolling Stone. Lo hace para referirse, claro, a la Riviera francesa, y como síntesis de todos los párrafos que vendrán debajo: una reconstrucción minuciosa de aquel rincón del mundo en el que se grabó una obra maestra del siglo XX.
UNSPECIFIED – JANUARY 01: Photo of Keith RICHARDS and Mick JAGGER and ROLLING STONES; Mick Jagger & Keith Richards performing live onstage (Photo by Robert Knight Archive/Redferns)
Tal vez fue allí que Enriquez leyó por primera vez esa especie de penal pateado fuerte y al medio que inventó Maughan y que se reprodujo exponencialmente. Tal vez fue en alguna otra crónica o ensayo sobre Exile on Main St. Lo cierto es que en 2010, cuando publicó su artículo periodístico en Página/12, se sirvió de esa frase para titular un texto de no ficción que, como cada uno de los suyos, está lleno de datos y está lleno de ideas.
De todos los datos que vienen en ese artículo hay varios imperdibles, pero este es para contar en un asado: millonarios, consagrados, evadiendo al fisco, drogándose con todo lo que se cruzara por delante, los Stones grabaron el disco colgados (parcialmente, digamos todo) de la electricidad.
Así lo cuenta Enriquez en su texto:
“El productor Jimmy Miller y el ingeniero de sonido Andy Johns –que sólo tenía 21 años en ese verano de 1971– pasaron meses buscando un estudio en el sur de Francia para poder grabar el sucesor de Sticky Fingers, pero no encontraron nada que fuera adecuado.
Además, poco a poco iba quedando claro que la mansión de Keith Richards funcionaba como imán, especialmente porque su dueño no quería salir de allí. Así que tomaron una decisión: instalar el equipo de grabación móvil de los Stones en la puerta de la casa –un camión enorme que albergaba la tecnología más avanzada de la época–, y tirar cables hacia el oscuro y húmedo sótano de Nellcôte, donde el grupo iba a componer el disco, el lugar que funcionaría como sala.
Hicieron falta más cables, sin embargo: la endeble instalación eléctrica de la mansión no podía aguantar las nuevas exigencias energéticas, por lo que el equipo se conectó ilegalmente a las líneas eléctricas de los ferrocarriles franceses, que pasaban cerca. Esos cables robados pasaban a través de la ventana de la cocina”.
La convenció el verso de Maugham a Mariana Enriquez. Primero, como le pasó a Greenfield, para hablar de The Rolling Stones y de Nellcôte, la mansión de la que no podían salir pero de la que salieron con su primer disco doble. Y ahora para ponerle nombre a estos doce cuentos que ya tienen a sus lectores / seguidores a los gritos (de alegría y ansiedad) en redes sociales. Es que lugares soleados y gente sombría hay en todos lados. Sólo hay que mirar ahí donde se cruzan. Y saber contarlo.
Fuente: Infobae