En este contexto, Sebastián Lidjiover, Florencia Ure y Ana Brandstadter relatan cómo funciona esta propuesta para acercar a los lectores a las editoriales y cómo pensaron las formas de seguimiento de un libro en una coyuntura en la que cada vez hay menos espacios para difundir literatura en los medios.
«Las editoriales festejan porque la crisis es fuerte. Así que si pueden sumar ejemplares a los vendidos en librerías, mejor. Nuestra idea es ir rotando las editoriales de modo que nuestros suscriptores tengan un panorama de lo que se va editando en Argentina. Iremos seleccionando lo que consideramos como lo mejor de cada una, para conformar lo que sería una biblioteca ideal», expresó Ure.
En ese sentido, explicó que «la ficción en general se vende poco, entonces las tiradas son pequeñas. Depende de si la editorial es grande o independiente pero se imprimen entre 500 y 1500 ejemplares así que hay libros de ficción que son muy difíciles de conseguir. No es tan fácil el circuito editorial».
«El club del libro te permite acceder a libros que quizás no son tan fáciles de conseguir. No hay tantas librerías literarias que cuiden la literatura, que tengan todo el catálogo, quedan muy pocas por espacio, entonces esto les parece bien a las editoriales porque es un modo de acceder a lectores que quizás no tienen fácil acceso al libro de ficción que lanzan», agregó.
Para Ure, «como los libros de ficción tienen tiradas pequeñas, no están tan acompañadas, no tienen tantos libros para hacer prensa, muchas veces son lanzamientos que pasan desapercibidos y depende de cuan mediático es el autor. Todo esto hace que sea muy difícil difundir estos títulos y hay lanzamientos que se pierden».
De todas maneras, considera que «la buena literatura se sigue vendiendo» en un panorama en el que «las cantidades son totalmente diferentes a las de unos años, ya que se achicaron las tiradas y en la prensa cada vez hay menos lugares donde difundir libros pero cuando uno descolla y asoma la cabeza entre el resto, se vende».
Lidijover advierte que Club Carbono «no es algo que nació por la crisis, pero en este contexto hay que ser creativos para lograr mayor difusión» y asegura que invita también «a detenerse cada tanto a pensar hacia dónde y por qué tipos de camino estamos yendo» porque «es por ahí por donde hay que ir para lograr una mayor difusión del libro».
Ana Brandstadter, responsable de Bukku, explicó que hacen la curaduría de los libros anticipándose a las novedades editoriales para enviar los libros en el mes de su lanzamiento o en el mes posterior apostando «a los nuevos autores contemporáneos con un estilo fresco y una voz propia fuerte y novedosa».
«Trabajamos principalmente con editoriales independientes argentinas: la idea inicial de Bukku fue generar un puente entre estas editoriales y los lectores. Veíamos que a las editoriales chicas o medianas se les dificultaba mucho la difusión de sus libros, les costaba entrar en el circuito más comercial o llegar a diferentes puntos del país», señala.
«A su vez -continúa- entendíamos que muchos lectores no sabían qué leer, no estaban pudiendo acceder a los lanzamientos más novedosos: por eso nos propusimos ser intermediarios y unir las dos puntas de la cadena. Al seleccionar los libros, tenemos en cuenta estas particularidades e intentamos colaborar en la difusión de las nuevas voces literarias del país», sostiene Brandstadter.