El Principito , el libro infantil escrito en francés más vendido y más traducido de la historia, salió en Estados Unidos en 1943, un año y unos meses antes de la muerte de su autor. Pero en Francia, la editorial Gallimard recién pudo publicarlo en 1946, cuando ya habían pasado cerca de dos años del accidente aéreo sobre el mar Mediterráneo que le costó la vida a Antoine de Saint-Exupéry el 31 de julio de 1944. Nacido en Lyon el 29 de junio de 1900, el escritor y aviador no llegó a disfrutar de la popularidad que alcanzó la historia del niño solitario que vive en el pequeño asteroide B612.
Desde el 1 de enero de 2015, cuando se cumplieron 70 años de la muerte de Saint-Exupéry y los derechos de El Principito pasaron a ser de dominio público, se editaron numerosas versiones. Entre las más de 300 lenguas y dialectos a las que fue traducido figuran el toba, el hassanya (una variante del árabe del norte de África) y el kackchikel (que habla un pueblo aborigen de Guatemala). Hay ediciones en braille y en código morse. También, una adaptación feminista con lenguaje inclusivo, La Principesa, publicada por la editorial española Espejos Literarios en 2018. El cuento, que está dedicado a un adulto «cuando era niño», como aclara el autor, también fue llevado al cine, el teatro, la televisión, la danza y el animé. La primera traducción al español fue realizada en la Argentina, en 1951, por Bonifacio del Carril.
A 120 años del nacimiento de Saint-Exupéry y a 77 de la publicación de su obra más famosa, la Fundación Antoine de Saint-Exupéry para la Juventud organiza un homenaje en las redes sociales entre el lunes 29 y el viernes 3 de julio con una serie de cinco lecturas de El Principito a cargo del traductor Michael Morpurgo, con la participación de actores y autores franceses. Cada día, después de la lectura, habrá una charla online sobre los temas universales que aborda Saint-Exupéry en su historia y cómo resuenan esos tópicos en el contexto actual de aislamiento por la crisis sanitaria global . Además se exhibirán los dibujos originales del libro y otros realizados en vivo por la artista y calígrafa Alice Mazzilli, inspirada en los fragmentos seleccionados.
El pequeño conde que fue aviador
Educado en el marco de una familia aristocrática de Lyon, Saint-Exupéry fue el tercero de cinco hermanos. Su padre, que murió cuando Antoine tenía cuatro años, había heredado el título de conde pero trabajaba en una compañía de seguros. Su madre, Marie Boyer de Fonscolombe, también provenía de una familia noble de Francia.
La vida y la trágica muerte del autor fue centro de varios libros y películas. La biografía más conocida es la que escribió el norteamericano Curtis Cate a partir de los testimonios de la madre, sus dos hermanas y un centenar de personas que lo conocieron. En esas páginas, Cate describe al autor como un hombre complejo y contradictorio. Nathalie des Valliéres, sobrina nieta del escritor que vino a la Feria del Libro de Buenos Aires en el 2000 para presentar la reedición de la biografía con traducción de César Aira publicada por Emecé, también escribió un libro sobre el aviador, titulado El arcángel y el escritor (Gallimard) en referencia a «las alas» que dio Saint-Exupéry a la literatura francesa.
En abril, el canal Film&Arts estrenó para América latina el documental Antoine de Saint-Exupéry, el último romántico, de la realizadora francesa Marie Brunet-Debaines. Con dibujos originales del escritor, acuarelas realizadas por el ilustrador Benjamin Flao, tomas documentales y otras recreadas, fragmentos de sus cartas y citas de sus libros anteriores a El Principito como Correo del sur (1928), Vuelo nocturno (1931), Tierra de hombres (1939) y Piloto de guerra (1942), el film recrea la vida de Saint-Exupéry en imágenes.
Los vínculos del escritor con la Argentina, donde vivió entre el 12 de octubre de 1929 y el 1 de febrero de 1931 y donde conoció a la artista salvadoreña Consuelo Suncín, con quien se casó en Francia meses después de dejar Buenos Aires, son el eje del documental Vuelo nocturno. La leyenda de las princesitas argentinas, del cineasta Nicolás Herzog, estrenado en el país en agosto de 2017. Allí se aborda una de las historias que rodean a la creación de El Principito : su paso casual por el castillo de San Carlos de la ciudad de Concordia, donde conoció a dos niñas que vivían con su madre entre zorros, serpientes y rosales.
La anécdota también fue recogida por el periodista Alvaro Abós en la biografía Mira la catedral que habitas: La vida de Saint-Exupéry en la Argentina (Sudamericana), que cuenta en detalle cuestiones de su vida cotidiana (vivía en un departamento alquilado en la Galería Güemes, sobre la calle Florida) y de sus frecuentes salidas nocturnas en Buenos Aires. Pionero en el transporte del correo aéreo, el aviador fue nombrado director de la empresa Aeroposta Argentina, filial de la Aéropostale, y se instaló en el país en 1929 para organizar la red de América. Pero no se quedó sentado en una oficina sino que piloteó los primeros vuelos entre Buenos Aires y la Patagonia para llevar cartas y encomiendas. Sus primeros libros, Correo del sur y Vuelo nocturno , cuentan algunas de sus peripecias en los cielos y las tierras patagónicas.
Rosas, zorros y arena
Además de las rosas, los zorros y las serpientes como posibles inspiraciones para el posterior desarrollo de los personajes del célebre libro, la arena del desierto y de la playa también es otro elemento recurrente en su vida que aparece como escenario en la historia de El Principito . En 1935 tuvo un accidente con su avión y debió hacer un aterrizaje forzoso en el desierto del Sahara: fue una experiencia traumática que casi le cuesta la vida, ya que estuvo perdido entre los médanos junto a su mecánico durante cuatro días.
Las dunas de las playas de Ostende, en la costa argentina, en cambio, habían sido años antes un escenario más placentero: una leyenda local asegura que allí se inspiró Saint-Exupéry para crear el ambiente de El Principito, ya que pasó dos veranos consecutivos, en 1929 y 1930, como huésped del hotel más antiguo del balneario. La habitación 51 del primer piso del Viejo Hotel Ostende se conserva tal cual la conoció Saint-Exupéry, con los muebles originales y papelería de la época en donde, según dicen por allí, el escritor habría anotado las primeras ideas para su libro.
Cuando volvió a Francia en 1931, en parte por la inminente quiebra de la empresa aeropostal, Saint-Exupéry viajó junto con Consuelo, su prometida. Otra leyenda que rodea al origen de El Principito asegura que ella es la rosa que el protagonista protege del exterior con una campana de cristal. Por aquellos años en Europa, el escritor ejerció el periodismo y continuó con sus vuelos. A causa de la Segunda Guerra Mundial y de la ocupación nazi en Francia, se exilió en Estados Unidos, donde escribió y publicó El Principito .
El original se encuentra en la biblioteca Pierpont Morgan de Nueva York, que en 2014 organizó la exhibición «The Little Prince: A New York Story» sobre las decisiones creativas de Saint-Exupéry al escribir la famosa historia que sigue convocando a los lectores a mirar con el corazón. La muestra incluyó 25 páginas manuscritas repletas de palabras tachadas, quemaduras de cigarrillos y manchas de café, y 43 bocetos de dibujos para el libro. En el sitio web de la biblioteca y museo Morgan cuentan que la institución adquirió el manuscrito y los dibujos originales en 1968. Saint-Exupéry le había dejado el material a su amiga Silvia Hamilton adentro de una bolsa de papel arrugada antes de volver a Francia. Meses después, el autor haría su último vuelo.
En una misión de reconocimiento en la costa mediterránea, el 31 de julio de 1944, su avión fue derribado. En 1998, un pescador halló un brazalete con su nombre en el mar cerca de Marsella, y recién en 2003 se recuperaron los restos del Lockheed P-38, que se exhibe en el Museo Aéreo de Le Bourget, en París. Más de 60 años después, un piloto alemán, Horst Rippert, declaró que fue él quien derribó el avión y contó los detalles en un libro publicado en 2008.
Inéditos y bocetos
Pero las noticias alrededor de la obra más importante de Saint-Exupéry continuaron: en 2012 aparecieron en una casa de subastas de París dos hojas amarillentas escritas a mano con material inédito de El Principito en papel de industria estadounidense y de la época en la que el autor vivió en Estados Unidos. El texto está tachado y, entre lo que se puede leer, se detectaron variantes de los capítulos 17 y 19 de la versión impresa. En la otra hoja hay un diálogo entre el protagonista y el primer habitante de nuestra planeta que se encuentra al llegar a la Tierra, que no fue incluido por el autor.
En 2019 se encontraron unos bocetos en una vieja construcción del norte de Suiza, donde habían sido almacenados por un magnate inmobiliario entre decenas de miles de obras de arte. Se trata de tres dibujos realizados en papel de correo aéreo con tinta china y acuarela: el bebedor en su planeta, la boa que digiere a un elefante acompañado de notas manuscritas, y el Principito y el zorro. Además se encontró un poema ilustrado con un pequeño dibujo y una carta de amor dirigida a Consuelo.
Homenajes en el cielo
En 1987, cuando se cumplieron 87 años del nacimiento y 43 de la muerte de Saint-Exupéry, un asteroide, hasta entonces llamado 2578, adoptó el nombre del escritor. Y otro asteroide, descubierto en 1993, fue llamado B612, en homenaje a El Principito y a su autor. En Francia, antes de la adopción del euro, el billete de 50 francos rendía tributo al aviador con una imagen de su rostro y otro de El Principito con la mirada dirigida hacia las estrellas.
Fuente: Natalia Blanc, La Nación