Llegó la hora de la ansiedad para los grandes lectores y la espera se cuenta en horas. El libro contiene en su interior entrevistas, críticas, artículos, conferencias y ensayos de uno de los más grandes escritores en lengua española. Su nombre: Mario Vargas Llosa. El objeto de todos esos trabajos y reflexiones es el mayor escritor en lengua española de los últimos siglos. Su nombre: Jorge Luis Borges.
Medio siglo con Borges es el título del volumen que en estos días está por aparecer en España y fue publicado por Alfaguara. Aunque no hay fecha para la publicación en Latinoamérica, desde el próximo jueves 18 de junio los lectores podrán acceder a la versión digital. “Creo que es el escritor más importante de nuestra lengua en la actualidad”, señaló Vargas Llosa días atrás en una entrevista con El Cultural. “Solo comparable a Quevedo, por quien sintió gran admiración”, añadió.
“Borges no tiene imitadores válidos, a diferencia de Faulkner o Joyce. A sus imitadores, Borges los mata, es decir, los anula y delata como “borgesitos”.(…) Creo que la poesía de Borges es tan buena como sus ensayos y sus cuentos”, dijo Vargas Llosa en la misma entrevista en la que también se mostró muy crítico del libro sobre Borges de Bioy Casares, que reproduce los años de la inquebrantable amistad de los autores que supieron escribir juntos como uno solo y que ha recibido tantos elogios como producto de la fascinación de un libro único como críticas por considerarlo una traición.
Vargas Llosa integra el grupo de lectores de Borges indignados por el libro de Bioy. “El libro de Bioy Casares me produjo una gran repugnancia desde que lo vi publicado y no lo he leído ni lo haré. Me parece inmoral que todas las conversaciones privadas que tenía Borges con Bioy Casares, este las grabara o reprodujera posteriormente, pensando en un libro póstumo”, dijo para la misma entrevista de El Cultural, el suplemento cultural del diario El Mundo. Será tal vez por ese mismo sentimiento de rechazo que tomó la decisión de hacer un libro sobre el autor de El aleph. A partir de ahora, podrá hablarse también del “Borges” de Vargas Llosa.
A la manera de adelanto, el diario El País de Madrid reprodujo una de las entrevistas que el autor de Conversación en la catedral le hizo a Borges. Está fechada en 1981, durante la última dictadura militar argentina, y fue una entrevista para la televisión en la que hubo fuertes declaraciones políticas sobre la democracia, los políticos y el nacionalismo.
En su texto, Vargas Llosa arranca la nota marcando que la obra de Jorge Luis Borges es “siempre perfecta como un anillo” y destaca una curiosidad: que la actriz Graciela Borges tomó prestado el apellido del escritor. Antes de ir al pregunta-respuesta, Vargas Llosa se detiene en resaltar la austeridad del departamento del centro porteño en el que vive Borges y habla de Beppo, su famoso gato, llamado así en homenaje al de Lord Byron, y elogia la erudición de Borges, “una aventura del espíritu de la que los lectores salimos siempre sorprendidos y enriquecidos”.
Aunque en el comienzo y el final de la entrevista hablan de literatura, como era de esperar, Vargas Llosa quiso hablar con Borges de política. Consultado por la idea de nacionalismo, Borges volvió a mostrar su imagen de ciudadano sin fronteras y habló también de su pacifismo:
“El nacionalismo (es) uno de los grandes males de nuestra época, un mal que corresponde a las derechas y a las izquierdas. (…) A pesar de ser nieto y bisnieto de militares y más lejanamente de conquistadores, que no me interesan, soy pacifista. Creo que toda guerra es un crimen. Además, si se admiten guerras justas, que sin duda las hubo —la guerra de los Seis Días, por ejemplo—, si admitimos una guerra justa, una sola, eso ya abre la puerta a cualquier guerra y nunca faltarán las razones para justificarla, sobre todo si se las inventan y encarcelan como traidores a quienes piensan de otro modo. (…) Quizás se precise más valor ahora para oponerse a la guerra que para defenderla o participar en ella”.
En una de sus preguntas, Vargas Llosa se confiesa dolido por cierto desdén de Borges hacia los novelistas, algo que Borges, con evidente falsa modestia, atribuye a “la haraganería o la incompetencia” propias las razones posibles por las cuales nunca escribió una novela y, por ende, su predilección por el cuento como forma narrativa. El Parnaso de novelistas para Borges tiene siempre los mismos nombres: Dickens, Conrad, Henry James.
En plena dictadura militar, Vargas Llosa le pregunta a Borges (quien un rato antes utilizó el término dictadura para referirse al peronismo, sin nombrarlo) cuál considera que es el régimen adecuado para nuestros países latinoamericanos y le recuerda que se llamó a sí mismo anarquista. Borges responde:
“Yo soy un viejo anarquista spenceriano y creo que el Estado es un mal, pero por el momento es un mal necesario. Si yo fuera dictador renunciaría a mi cargo y volvería a mi modestísima literatura, porque no tengo ninguna solución que ofrecer. Yo soy una persona desconcertada, descorazonada, como todos mis paisanos”, respondió y fue aún más allá en su desconfianza o menosprecio del voto popular. “No sé si somos dignos. En todo caso, no creo que este país sea digno de la democracia o de la anarquía. Quizás en otros países pueda hacerse, en Japón o en los países escandinavos. Aquí evidentemente las elecciones serían maléficas, nos traerían otro Frondizi u otros…, etcétera”. La nota fue hecha en 1981. Las elecciones del regreso de la democracia llegarían recién a la Argentina en octubre de 1983.
En un momento, Vargas Llosa le recuerda que alguna vez le preguntó su opinión sobre la política y que Borges le respondió que la política era “una de las formas del tedio”. Esta vez, reescribe su frase.
“Bueno, yo diría que la palabra tedio es un poco mansa. En todo caso fastidio, digamos. Tedio es demasiado. (…) Yo no sé si uno puede admirar a políticos, personas que se dedican a estar de acuerdo, a sobornar, a sonreír, a hacerse retratar y, discúlpenme ustedes, a ser populares…”, precisó, en su clásico estilo de ironía gentil.
Fuente. Infobae