Alejandro Vaccaro, presidente de la Fundación El Libro y autor de «Borges, cartas a Godel»
El Borges adolescente surge desde la intimidad del diálogo epistolar con un gran amigo, que será el de toda su vida, en “Borges, cartas a Godel” (Emecé) de Alejandro Vaccaro, apasionado biógrafo de Borges, autor de numerosas obras, ex presidente de la SADE y actual Presidente de la Fundación El Libro.
Periodista: ¿Cómo encontró estas cartas?
Alejandro Vaccaro: A principios de los 90 comencé a trabajar en una biografía de Borges. Reuní todo lo que hasta ese momento se sabía de él, lo que contó en reportajes y notas, la autobiografía que publicó Norman Thomas Di Giovanni, que apareció por primera vez en 1970 en The New Yorker. Ahí me di cuenta que realmente nunca se había investigado nada, que solo se había repetido lo que Borges contaba de su vida. Así que me decidí a investigar.
P.: ¿Qué fue lo primero que descubrió?
A.V.: Que Borges no se llamaba Jorge Luis. En la partida de nacimiento fue inscrito como Jorge Francisco Isidoro. El nombre Luis, con el que firma sus libros, recién se agregó en 1938, cuando murió el padre. Al hacer el juicio sucesorio se dieron cuenta de eso, e hicieron una adenda a la partida de nacimiento donde se dice que Jorge Francisco Isidoro y Jorge Luis son la misma persona.
P.: ¿Cuándo dio con Roberto Godel?
A.V.: En archivos de la escuela primaria y la secundaria, el colegio Manuel Belgrano, donde Borges estuvo solo un año. Entre sus amigos aparece Roberto Godel, ese compañero de estudios que Emir Rodríguez Monegal destaca en su “Borges, una biografía literaria”. Salí en busca de Godel. Había muerto, pero su hija Graciela, nos mostró, y nos dio copias de las cartas que le enviaba Borges a su padre desde Ginebra, Lugano y Barcelona. Un tesoro riquísimo porque por primera vez ofrece datos ciertos de Borges de entre los 14 y 19 años, donde habla a un cómplice de sus gustos e intereses.
P.: ¿A Borges y Godel los acercó el bullying que les hacían en el colegio?
A.V.: Eran vecinos del barrio y los únicos que iban a la escuela de Thames 2321 vestidos como si fueran al Eton College. Godel era descendiente de franceses y Expedicionarios al Desierto. Borges cuenta “compartíamos el estigma de ser niños bien en un barrio del arrabal porteño. En casa de Godel y en la mía cometían el error de mandarnos a la escuela de cuellito, saco y corbata. Éramos los únicos así en todo el colegio, nunca nos lo perdonaron y nos lo hicieron pagar muy caro”. Así nace una amistad que, más allá de las distancias, dura toda la vida. Godel se hizo poeta, Borges prologó alguno de sus libros. También fue médico, y fue médico de cabecera de Leonor Acevedo, madre de Borges.
P.: ¿En las cartas aparecen los gustos literarios de Borges?
A.V.: A cada instante, con libros a dejar de lado y otros, por ejemplo; “Crimen y castigo” “la mejor novela que he leído en mi vida”, para no dejar de leerlos. Hay sorpresas, como la fervorosa recomendación de Rafael Barrett, anarquista español, al que toma como escritor argentino, acaso porque residió en Uruguay, Paraguay y Argentina. Lo califica de “espíritu libre y audaz”, y le pide a Godel que corra a comprar “Mirando la vida“ “libro genial cuya lectura me ha consolado de las ñoñerías de otros escritores argentinos”
P.: ¿Comenta su interés por la política?
A.V.: Es 1917, y Borges está por cumplir 18 años. Le dice a su amigo que “algunos acontecimientos recientes me dan esperanza, como el magnífico ejemplo de la Revolución Rusa”. Escribió y publicó por entonces los poemas “Trinchera”, “Rusia” y “Gesta maximalista”, de alabanza a la hazaña bolchevique. Pasiones juveniles que luego condenaría absolutamente.
P.: ¿Aparecen los amoríos?
A.V.: Borges puede detenerse a hablar de los que piensan y escriben los jóvenes intelectuales alemanes, y de pronto dice: “bueno, basta de política!”, y se pone a comentar la extraordinaria fealdad de las muchachas suizas, llenas de pecas y muy cursis. Indica que acaso la falta de avances es el problema, su timidez con las mujeres. O hace una pausa y le pregunta a Godel “¿Y tú oh mi hermano no tienes nada que contarme sobre el Gran Tema? Te has enamorado ya, has dado vueltas y vueltas en la cama pensando en ella, has preparado cumplidos que no te has atrevido a pronunciar, te has puesto colorado al verla. Me enamoré de una muchacha de Praga muy inteligente pero bastante fea que estudia conmigo en el Collége Calvin. Felizmente no me hizo caso y la crisis no duró más de tres meses”. Así le va confiando a Godel amoríos, encuentros y desencuentros con diversas mujeres. Toda la vida de Borges estuvo rodeada de amores no correspondidos. Su única novia verdadera fue Concepción Guerrero, a la que conoció cuando volvió de Europa en 1921. Las cartas a Godel abren a un mundo desconocido de Borges, de algún modo de forma menor, lo hace el extraordinario “Borges” de Bioy Casares, que según he sabido pronto tendrá una versión muy ampliada.
P.: ¿Qué considera que muestran esas dos obras?
A.V.: Tienen en común que ofrecen entrar en la intimidad de Borges, En las cartas escribe al correr de la pluma con toda la sinceridad del mundo que ofrece el diálogo epistolar con un amigo íntimo. Las cartas hacen saber por pantallazos de ese espacio desconocido de Borges que es su adolescencia, y da pistas del proceso que fue viviendo un joven decidido a ser escritor hasta llegar a convertirse en un genio de la literatura universal.
P.: ¿En que está ahora?
A.V.: En la publicación de “Borges textos secretos y falsas atribuciones”, un libro donde se ofrecen textos muy variados, desde “Argentina un país maravilloso” texto publicitario que escribió para un folleto turístico de la empresa de aviación Varig, o el ensayo “Hacia la nada” de 1921, como contrapartida están los textos y comentarios falsos que le han sido adjudicados a Borges.
Fuente: Ámbito