La espera llegó a su fin. Esta mañana, desde la sede de la Academia Sueca en Estocolmo, se anunció el nombre del Premio Nobel de Literatura 2022, que otra vez ganó una escritora: la francesa Annie Ernaux (Lilebonne, 1940). Era una de las favoritas en las apuestas que, en años recientes, no acertaron con los nombres de los laureados. La obra de Ernaux ha sido traducida al español (en especial por los sellos Tusquets y Cabaret Voltaire) y es muy admirada en la Argentina por el registro de la intimidad, sus retratos familiares y sociales, y la situación de las mujeres, trabajadores e inmigrantes a partir de la segunda mitad del siglo XX. La Academia Sueca destacó “el coraje y la agudeza clínica con la que descubre las raíces, los extrañamientos y las restricciones colectivas de la memoria personal”. En la puerta de su casa en las afueras de París, la autora, de 82 años, agradeció el galardón y se declaro “feliz y orgullosa” por el reconocimiento. “Lo considero un gran honor y al mismo tiempo una gran responsabilidad”, dije brevemente ante la prensa.
En el fallo se indicó, además, el modo en que Ernaux aborda la autobiografía (y la tan denostada “literatura del yo”) como una forma de construcción de la memoria comunitaria, donde no faltan (aunque sea de modo elíptico) las reivindicaciones sociales. Ernaux ha escrito sobre su familia, su ascenso social y la comparación con el de sus padres (con una “distancia de clase” por parte de la voz narrativa en El lugar y La vergüenza), el arrebato amoroso (Pura pasión), el declive de su matrimonio, un aborto que decidió realizarse en los años 1960 (cuando aún estaba penalizado, en El acontecimiento), la vida de los inmigrantes africanos en el “conurbano” parisino (donde ella vive), el Alzheimer de su madre y su propia enfermedad (cáncer de mama), el deseo sexual (Memorias de una chica) y el peso del pasado. Los que señalan que las “escrituras del yo” son frívolas y conservadoras no han leído todavía los libros de Ernaux.
“No soy una mujer que escribe, soy una persona que escribe -sostiene en Le vraie lieu, libro que está basado en sus conversaciones con la documentalista Michelle Porte-. Pero una persona con una historia de mujer, diferente de la de un hombre”. Escritores como Emmanuel Carrère, Virginie Despentes, Delphine de Vigan, Édouard Louis y Didier Eribon -que recurrieron de diversos modos en sus obras a las posibilidades narrativas de la autoficción, las memorias y la autobiografía (ficticia o no)- elogiaron los libros de Ernaux y la consideraron una precursora.
“Al término de lo que se parece a un fragmento de una escritura de sí mismo, del ‘sí mismo’ literario, sigo preguntándome. Esperando aclarar el origen de una sensación y su función en la escritura de mis libros, ¿no estaré, sencillamente, exponiendo y consolidando un mito personal? -se preguntaba al final de su discurso al recibir el Premio Formentor, en 2019-. El que me permite ‘conservar la vergüenza’ como fuerza de escritura y pasaporte entre dos mundos. A menos que haya querido, subrepticiamente, introducir un poco de peligrosidad en un ejercicio que no se caracteriza precisamente por ello. Y, como creo haberlo hecho en mis libros, ofrecerme también yo misma como garantía, como prenda, a modo de agradecimiento”. La autora ha declarado en varias ocasiones que el resentimiento ha sido un motor de su escritura.
Ernaux vive hace más de dos décadas en Cergy-Pontoise, a cuarenta kilómetros de París. En Diario del afuera/La vida exterior (Milena Caserola), que reúne textos publicados en 1993 y 2000, compuso una suerte de bitácora con breves frases sobre su vida diaria y la de sus vecinos, muchos de ellos inmigrantes. “No se trata de una investigación periodística ni de un trabajo de sociología urbana, sino del intento de alcanzar la realidad de una época a través de una colección de instantáneas de la vida cotidiana colectiva”, anuncia en el prólogo. “Ninguna descripción, ningún relato. Solo instantes, encuentros. Etnotexto”.
Este año, en el Festival de Cannes, presentó la película Les années super 8, que ha dirigido con su hijo David, y donde cuenta la década que hizo de ella una de las voces más importantes de la literatura francesa, entre 1972 y 1981. Varias de sus obras fueron adaptadas al cine, entre ellas, El acontecimiento, una historia autobiográfica sobre el aborto clandestino que sufrió en 1964, y con la que la directora francesa Audrey Diwan ganó el León de Oro en la Mostra de Venecia en 2021. “Creo que podíamos esperar esta ola conservadora ya que cuando las mujeres toman el poder, o más bien cuando sus voces se hacen oír, los hombres son solidarios entre ellos”, declaró en Cannes al ser consultada por los cuestionamientos en Estados Unidos acerca del derecho al aborto.
Ernaux estudió en Ruan, Burdeos y Grenoble. Es autora de novelas inspiradas en experiencias personales como Pura pasión, La vergüenza, El acontecimiento, El lugar, Una mujer, Perderse y el “diario de supermercados” Mira las luces, amor mío. En 1974 publicó su primera novela, Los armarios vacíos, donde evidenciaba, con ira y desprecio, su origen proletario. Por su obra, obtuvo antes del Nobel varios galardones, como el Premio Renaudot 1984, el Premio Marguerite Duras 2008, el Premio Strega Europeo 2016, el Premio Marguerite Yourcenar 2017 por el conjunto de su obra y el Premio Formentor 2019, cuyo jurado sostuvo: “Ernaux devela sin pudor la condición femenina, comparte con el lector la intimidad de la vergüenza y refleja con un estilo despojado la desordenada fragmentación de la vivencia contemporánea”. Este año publicó Le jeune homme, donde se narra (y se reflexiona en simultáneo) la aventura amorosa de una mujer con un hombre treinta años menor.
La flamante Nobel de Literatura 2022 recibirá diez millones de coronas, que equivalen a poco más de un millón de dólares, y también se les obsequiará una moneda de oro con el grabado del creador del galardón, Alfred Nobel. De los 119 ganadores del Nobel de las letras, que se entrega desde 1901, Ernaux es la 17º mujer. Y Francia, con diecisiete Nobel de Literatura (si se cuentan los nacidos en excolonias y los nacionalizados), sigue encabezando la lista del país con más escritores laureados.
Fuente: Daniel Gigena, La Nación