Sus escritos entrelazan una serie de obsesiones personales –las trampas del tiempo, la profundidad del infinito, la existencia como laberinto, la dudosa seguridad de los espejos-, con un vasto conocimiento de la cultura universal y una notable curiosidad por el pasado argentino, que por momentos pareció tentado de reescribir.
Sin embargo, muchos lo ven como un autor «difícil». ¿Por dónde empezar a leer? ¿Qué hay que saber? ¿Con cuál seguir?
Una de las voces autorizadas para guiar este camino es la de Sylvia Iparraguirre, narradora, ensayista y filóloga: lo leyó en sus años de formación y fue su alumna en la Universidad de Buenos Aires. Los años, le permitieron leerlo en profundidad, e intercambiar impresiones con su esposo y compañero de toda la vida, Abelardo Castillo.
Por eso, la escritora es una de las oradoras sobresalientes del Festival Borges, que se concretará entre el 23 y el 28 de este mes, en formato virtual.
Recuerdo. Sylvia Iparraguirre, en los años en que cursaba Literatura Inglesa con Jorge Luis Borges, en la carrera de Letras de la UBA.
“Se sigue pensando que, para leer a Borges, el lector debe contar con una especie de iniciación previa, lo escucho hasta en el posgrado de la Facultad», explica Iparraguirre. «Sin duda, abarcar los múltiples sentidos que despliega y acceder a su impresionante erudición implica complejidad, pero es posible entrar a su obra sin traicionarlo, es decir: sin reducirlo ni simplificarlo.»
Según explica Iparraguirre, hay algunos títulos y muchos cuentos a los que el lector se acerca con inmediatez a Borges:»Todo Historia universal de la infamia, La intrusa, Juan Muraña, Emma Zunz, El fin, Biografía de Tadeo Isidoro Cruz, Funes el memorioso, El muerto, El Zahir, por mencionar algunos».
Acá, una guía de lecturas para iniciarse en su obra:
1. Fervor de Buenos Aires: el redescubrimiento de la ciudad
Fervor de Buenos Aires es un libro que Borges publicó a los 23 años: «Y en mi lectura de los 15 o 16 años descubrí que no había nada que me expulsara de ese mundo, o que no comprendiera. Mucho más tarde, él mismo dirá que en Fervor… se seguía reconociendo porque presagiaba toda su literatura«, define la escritora, que propone ésta como una obra recomendable para iniciarse en la lectura de la obra del autor.
El joven Jorge Luis Borges. Cursó el secundario en Ginebra, y a su regreso al país, con una mezcla de sorpresa y afecto, escribió y publicó «Fervor de Buenos Aires» (poemas, 1923).
En aquella primera publicación, Borges despliega los que serán algunos de sus tópicos y escenarios recurrentes: los barrios de Recoleta y Palermo, la Plaza San Martín, el truco, los patios los atardeceres y los amaneceres, sus antepasados, la infancia, el destierro, el enamoramiento, el amor, la muerte.
El libro fue publicado después de que la familia Borges regresara de Europa, en 1921, donde el padre del escritor había viajadoa tratar sus problemas de visión: una herencia que también condenaría a su hijo a la ceguera.
La Primera Guerra Mundial le había impedido a la familia volver antes y es, precisamente esa mirada externa sobre la ciudad que lo ha visto nacer, mezcla de sorpresa y afecto, lo que inspira a Borges a componer los poemas que integran aquel libro, que le ayuda a financiar su padre y del que se imprimen 300 ejemplares.
«En esa hora en que la luz tiene una finura de arena, di con una calle ignorada, abierta en noble anchura de terraza, cuyas cornisas y paredes mostraban colores tenues como el mismo cielo que conmovía al fondo. Todos -la medianía de las casas, las modestas balaustradas y llamadores, tal vez una esperanza de niña en los balcones- entró en mi vano corazón con limpidez de lágrima», se lee en Calle desconocida.
Una de las primeras ediciones de «Fervor de Buenos Aires», muy buscada por los coleccionistas. / Foto: EFE
Aunque el libro encarnaba para Borges un fracaso esencial: «Hay una evidente discordia entre los temas o el fondo del libro, que es la ciudad de Buenos Aires, sobre todo algunos barrios, y el lenguaje en que lo escribí: un español que quería parecerse al español latinizante de los grandes prosistas españoles del siglo XVII», decía él.
En Fervor de Buenos Aires, también dedica un poema a Concepción Guerrero, una joven de la que se ha enamorado, y que la madre, Leonor Acevedo desaprueba:
«(…) Agravando la reja está la noche. En la sala severa se buscan como ciegos nuestras dos soledades. Sobrevive a la tarde la blancura gloriosa de tu carne. En nuestro amor hay una pena que se parece al alma», de lee en Sábados.
2. Biografía de Tadeo Isidoro Cruz y la cuestión del coraje
Otra sugerencia de Iparraguirre es el cuento Biografía de Tadeo Isidoro Cruz (1829-1874)la primera ficción de Borges tramada sobre elementos del Martín Fierro.
¿El argumento? La historia de un militar que formó parte del grupo que capturó a Martín Fierro, pero este soldado al entender la lucha de Martín toma la decisión de unirse a sus filas y batallar con él.
Allí, Borges da lugar a una idea recurrente en su obra: la de que, en un momento determinado, el destino revela a un hombre quién es: «En este caso, en el último instante del cuento, a Cruz se le revela súbitamente su ‘destino sudamericano’, para repetir palabras de Borges», señala la escritora.
En el cuento, Borges presenta una biografía apócrifa, pero el punto es que narra la historia de un hombre que recibe la revelación de su propio ser y de su propio destino en el encuentro con otro hombre: se descubre a sí mismo en el hombre que tiene enfrente: un juego de espejos.
.Fierro y Cruz. En la película «Martín Fierro, el ave solitaria», de Gerardo Vallejo.
En varios de sus cuentos, y también en los poemas, hay personajes que parecen ser proyecciones de Borges: “hombres de libros y dictámenes” pero ¿sueñan con pasar a la acción, como sus ancestros militares, dispuestos al enfrentamiento cuerpo a cuerpo?
“Bueno, justamente, lo de ‘destino sudamericano’ que mencioné y lo de ‘hombres de libros y dictámenes’ pertenecen al Poema conjetural –señala Iparraguirre-: «Yo que anhelé ser otro, ser un hombre de sentencias, de libros, de dictámenes a cielo abierto yaceré entre ciénagas; pero me endiosa el pecho inexplicable un júbilo secreto. Al fin me encuentro con mi destino sudamericano.»
La fascinación de Borges por el coraje, el valor personal en la pelea cuerpo a cuerpo, de algún modo la hereda de sus abuelos y antepasados militares que murieron en campos de batalla en las guerras civiles o de la Independencia.
Sylvia Iparraguirre
Según Iparraguirre, «la fascinación de Borges por el coraje, el valor personal en la pelea cuerpo a cuerpo, de algún modo la hereda de sus abuelos y antepasados militares que murieron en campos de batalla en las guerras civiles o de la Independencia».
Aunque la escritora también recuerda que la historia personal de Borges está construida sobre otra entidad: la biblioteca inglesa de su padre: «Es el lugar de su formación y de su identidad, y del inglés como idioma tan presente como el español. Es su padre también el que lo forma en los rudimentos’ del idealismo y en las paradojas”, define.
3. El Aleph, su cuento más emblemático
El recorrido llega al que acaso sea el cuento más emblemático del autor, El Aleph. ¿De qué va el argumento? El narrador, llamado Borges, como el autor, hace visitas periódicas a la casa de Beatriz Viterbo, mujer a la que amó sin ser correspondido.
En esas visitas, establece un vínculo con el primo hermano de la mujer, Carlos Argentino Daneri, quien le comparte unos poemas de su autoría con la esperanza de que Borges convenza a un importante escritor de prologarlos –poemas de los que Borges se burla-.
Hasta que meses después, Daneri le cuenta que que la antigua casa será demolida, y le revela su secreto: en el sótano se encuentra un Aleph: un punto desde el cual se puede ver el universo. Borges duda, ¿Daneri está loco? Pero confirma, en el escalón 19 de la escalera que conduce al sótano, que el Aleph es el punto en el que convergen todos los puntos del universo, todos los ayeres y todos los pasados:
«En ese instante gigantesco, he visto millones de actos deleitables o atroces; ninguno me asombró como el hecho de que todos ocuparan el mismo punto, sin superposición ni transparencia. Lo que vieron mis ojos, fue simultáneo: lo que transcribiré sucesivo, porque el lenguaje lo es», escribe Borges.
Iparraguirre piensa que “es un relato que refiere sarcásticamente a la literatura argentina, en la desopilante obra del personaje de Daneri, a los premios literarios y, muy por debajo, al amor despechado del Borges protagonista por Beatriz Viterbo, la amada muerta. En medio de esta mediocridad, aparece el Aleph. Se trata de un cuento cuya formulación básica es simple, aunque la complejidad, la maravilla, la dan el lenguaje y las referencias borgeanas”.
Este relato, que se publica en 1949, es además un genial aporte al género fantástico: allí están también presentes el desdoblamiento de Borges (como autor y personaje), y la idea de la eternidad, y el infinito:
“Lloré porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo”.
4. La intrusa: dos hermanos en duelo por la misma mujer
También el cuento La intrusa podría servir para empezar a leer a Borges: la historia de dos hermanos, cuchilleros, enamorados de una mujer, Juliana.
Transcurre en el pueblo de Turdera, a finales del siglo XIX. Los hermanos terminan “vendiendo” a la joven a la patrona de un prostíbulo, y se reparten el dinero. Pero uno de los dos no se resigna a dejar de ver a Juliana, y de vez en cuando se da una vuelta por el prostíbulo.
De tragedia. La pelicula «La intrusa», de Carlos Hugo Christensen sobre un cuento de Borges
El otro entonces la mata para preservar la relación con su hermano, en un último y desesperado intento con el que además pretende olvidarla… El amor fraternal masculino se impone, así, al amor por una mujer.
Iparraguirre reflexiona: “Las obras de los grandes escritores, y pasa con Borges, crecen y se agigantan con el tiempo, en la medida que el lector también crece y madura en la vida y como lector. No es lo mismo leer Guerra y paz, de León Tolstói, a los 23 años que en a los 45: uno siente que ‘creció el libro’, que tiene otros significados que no recordabas, pero no, creciste vos, como lector, y podés darle, entonces, otra dimensión a esa experiencia. Eso pasa con Borges”.
5. Tlön, Uqbar, Orbis Tertius y el género fantástico
Una gran experiencia de lectura de Borges es Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, un cuento fantástico con el que el autor imprime al género surgido en el siglo XIX un giro que Iparraguirre define como “absolutamente original”: “Borges es la piedra basal de lo que llamamos ‘el fantástico argentino’», plantea ella.
Dice Iparraguirre: “Recordemos que Borges comienza su obra en los años veinte, la época de las vanguardias, tanto argentina como sudamericana, cuando los escritores y poetas, pero también los plásticos, buscaban una renovación de los lenguajes estéticos al mismo tiempo que los signos de una identidad propia, latinoamericana. Desde el momento de sus primeras publicaciones queda claro algo: la absoluta originalidad de Borges.»
Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, de 1940, es el primer cuento fantástico de Borges: parece por primera vez en la revista Sur, en 1940, se incluye en el libro Antología de la literatura fantástica (1940) y luego en la colección El jardín de senderos que se bifurcan (1941), que más tarde formaría parte del libro Ficciones (1944).
Tlön es un mundo ilusorio que a su vez tiene regiones imaginarias en las que los habitantes de Uqbar basan sus leyendas. El narrador le atribuye a Johannes Valentinus Andreä la descripción de una comunidad imaginaria, que otros fundaron posteriormente imitando lo ideado por él.
En el relato convergen claves borgeanas como la Enciclopedia Británica, los espejos, el paso del tiempo, la inversión del sentido común -los metafísicos de Tlon no buscan la verdad y juzgan que la metafísica es una rama de la literatura fantástica-, y el enigma, entre otros.
Iparraguirre cuenta que la lectura de este cuento, a su vez, modifica para siempre a otro autor emblemático, Julio Cortázar.
“Mi teoría es que Cortázar, que venía escribiendo cuentos fantásticos pero de tono algo menor, de apariciones y vampirismo, después de la lectura de Tlön… accede a otra dimensión de lo fantástico y se siente ‘autorizado’ -me gusta más esta palabra que influenciado- para emprender su propio camino en el género y en su estilo, que no tiene absolutamente nada que ver con el de Borges», refiere.
«Con Tlön… y con Ficciones -dice Iparraguirre- Borges irrumpe en la escena mundial; luego, cuando se le da el premio Formentor, compartido con Samuel Beckett, en 1961, empieza a ser leído en todas partes y se advierte su increíble singularidad”.
Borges, ¿un autor difícil?
¿Qué hace a la supuesta dificultad en Borges, entonces? Iparraguirre dice que es «su erudición contundente, su sistema de citas y de relaciones entre obras y autores» lo que a menudo asusta.
Dice: “Lo que hace la dificultad de Borges y que en parte se pueden desentrañar, son los ‘artificios’ de Borges. El uso de la cita al pie, la remisión a personas reales en contextos ficcionales, el cruce de una cultura universal con el criollismo local y a la inversa, las citas, los falsos autores citados, y sobre todo, las fronteras genéricas, entre cuento y ensayo, que Borges trasgrede.»
Y concluye que «cuando decimos ‘Borges’, no solo hablamos de un autor de una erudición extraordinaria y de memoria prodigiosa sino también de un escritor de una originalidad única entre los grandes escritores del siglo XX”, y que por eso mismo vale la pena leer y releer.
Aquí, algunas pistas para empezar. Y nunca es tarde.
El Festival Borges
Sylvia Iparraguirre, que dictará la clase magistral Cómo empezar a leer a Borges -el 25 de agosto a las 20-, comparte el programa de la primera edición del Festival Borges con otros autoras, autores y periodistas que se disponen a repensar el legado del escritor; entre ellos, Martín Kohan, Carlos Gamerro, María Negroni y Pedro Mairal. El evento se desarrollará del 23 al 28 de agosto en formato virtual.
Fuente: Clarín