La periodista Paula Andaló lee el cuaderno donde anotó las lecciones de Gabriel García Márquez. (Cortesía Paula Andaló)
Me robaron la edición de Cien años de soledad, que leí en una noche cuando tenía 15 años. Esa edición (tengo cuatro más sin dedicatoria) tenía estampado, de la mismísima mano de Gabriel García Márquez, el dibujo de una flor y la frase “Para Paula, una flor”. Las mudanzas, dos países, las distancias, el tiempo, también hicieron que se extraviara una hermosa foto que me tomaron con Gabo, sentados en unas escalinatas.
Por suerte la memoria no se roba ni se pierde. La memoria y un cuaderno de notas del taller histórico que hice hace casi 30 años con el patrono del realismo mágico latinoamericano.
Fue de los primeros encuentros organizados por la Fundación para un Nuevo Periodismo Iberoamericano, fundada por García Márquez, y se hizo en alianza con la Universidad Autónoma de Madrid y el periódico El País.
Gabriel García Márquez en 2012, en la Universidad de México. (Grosby)
Cuatro días, del 4 al 7 de septiembre. 1995. En la Residencia La Cristalera, la casa de verano de la universidad en Miraflores de la Sierra, a una hora de Madrid. Un taller que fue más una tertulia: el maestro y 12 “discípulos”, seis periodistas españoles y seis de Latinoamérica.
Fue en la terraza de la residencia, con vista a las montañas, mesa rectangular y sobre ella dos palabras: reporterismo y redacción. Y frente a Gabo, el borrador sangrando de correciones en marcador rojo de lo que sería Noticia de un secuestro, el libro que publicó un año después sobre una serie de secuestros en Colombia, ordenados por Pablo Escobar.
García Márquez llegó aquella mañana a nuestra ágora, y fue antes y después. Tenía una silueta pequeña pero importante, camisa roja, pantalón negro de talle alto, tiradores, saco a cuadros, botas con taco. El cielo precioso sobre esa terraza. Nuestro Macondo.
Y comenzamos a tomar notas porque no estaba permitido (no recuerdo si tácita o explícitamente) el grabador. Nos dieron un cuaderno, que llené de sus ideas y ahora, a una década de que García Márquez dejara el realismo de este mundo, las comparto en forma de un glosario desorganizado y profano sobre reportear, redactar, escribir, crear.
El cuaderno del taller de Gabriel García Márquez con las notas que tomó la periodista Paula Andaló. (Cortesía Paula Andaló)
Aquí, solo agregué una que otra preposición -porque por suerte tomé nota de oraciones completas- y sumé alguna aclaración entre corchetes para contextualizar comentarios.
Espero que los que lo conocieron y lo leyeron, y los que no, reconozcan algunos de sus pensamientos en las frases siguientes, que le pertenecen a Gabriel García Márquez. Su impecable y necesaria autorreferencialidad, la capacidad de entrelazar la vida cotidiana en sus relatos, su visión sobre la creación periodística, el solitario periplo literario y la invención de la escritura.
Grabar, anotar, observar
- La grabadora sigue siendo esencial pero siempre hay que tener el cuaderno de notas, siempre. En la libreta se puede escribir lo que no se dice, el temblor en la pierna del coronel a punto de ser fusilado. [La referencia es al fusilamiento en La Habana del coronel Jesús Blanco Sosa, de la dictadura de Fulgencio Batista , quien fuera base para el personaje central de El Coronel no tiene quien le escriba].
- El periodismo se ha reducido a la entrevista por culpa de esa grabadora.
- El reportaje [se refiere al artículo, no a la entrevista] es un género literario esclavizado a la realidad. Pero hay que resucitarlo porque es el cuento de lo que pasó.
- Antes se designaban dos reporteros, uno para trabajar en la primicia y el otro en el reportaje, en profundizar la noticia.
- Depende de un buen editor y un buen redactor que la historia llegue intacta a la imprenta… antes hasta el asesino compraba el diario al día siguiente para ver cómo lo habían descripto en el artículo.
Las anotaciones que tomó Paula Andaló en el taller de García Márquez. (Cortesía Paula Andaló)
- Hoy en día hay muchos datos, pero falta el dato humano.
- El detalle es lo que te salva el relato. Pasaron 200 elefantes, falso. Pasaron 243 elefantes y uno chiquito, ahí te creen. Las cifras redondas no te las creen.
- La importancia de la segunda fuente, la segunda fuente valida la historia.
- ¿Cómo hacemos para que algo real sea creíble? Simple: si yo no me lo creo, no se lo cree el lector.
- Lo mismo: si uno se aburre, se aburre el lector.
- Hasta mentir sobre el color de ojos de una persona es peligroso porque puede ser el comienzo de mentiras mayores.
- No hay nada como contar lo que le ocurre a la gente.
- La mayoría de los entrevistados no suelen saber por qué interesan, piensan que no son importantes. Nosotros los volvemos importantes.
- The New York Times comenzó a contar historias como si no existiera la TV. Y resucitó el reportaje, que es el cuento de lo que pasó.
- Es entrar donde la cámara no entra, es contar cómo los servicios secretos analizaron las heces de Leonid Brezhnev y descubrieron que medicamentos había tomado, estando ahí. [Se refiere al secretario general del partido comunista que murió en 1982].
- El periodismo es un oficio, como la carpintería, un oficio artesanal.
- Ya no se usa en periodismo la frase “vete a ver qué consigues”. [Cuando los editores enviaban a sus reporteros a “pescar” noticias, por las dudas].
- Hoy, las redacciones son antisépticas, no hay ruido, hay murmullo.
- Los directores de periódicos viven en el horror constante de no poder escribir sobre la gripe de Frank Sinatra. [En los 90′, el cantate estadounidense tuvo múltiples problemas de salud y entraba y salía del hospital. La prensa, obviamente estaba muy pendiente. Murió en 1998].
Aracataca, el pueblo que inspiró el Macondo de García Márquez. (AP)
La escritura, la creación, las palabras
- Siempre uso la metáfora de la salchicha, el relato es como hacer una salchicha: hay que cerrar la tripa por detrás, si sabés el final, va a estar bien.
- Inspiración es una palabra desprestigiada porque es un soplo mágico que te indica el camino. Pero existe.
- Lo que he sufrido por no poder encontrar una metáfora.
- Hace tres años empecé a escribir un nuevo libro, una investigación periodística, pura realidad y resultó más fantástico que las novelas. [Habla sobre Noticia de un secuestro].
- Escobar era el poder, una sombra que lo dominaba todo. No distinguía entre el bien y el mal sino entre lo que le convenía y lo que no. [Se refiere a Pablo Escobar].
- Soy mi propio editor. Es lindo comparar borradores y ver cómo el rojo va desapareciendo.
Gabriel García Márquez. Colección privada. (Foto Fine Art Images/Heritage Images/Getty Images)
- Si no sabés matar al personaje, no se muere y se te levanta.
- Un dato verdadero en una novela le da verosimilitud. Un dato falso en un artículo [periodístico] le quita credibilidad.
- Mis libros se corrigen en aviones, tengo terror al avión, solo me distrae trabajar en algo mío. Cada novela está vinculada a una línea aérea. Del amor y otros demonios, a un avión de Lufthansa camino a Frankfurt; Doce cuentos peregrinos, en un vuelo hacia Madrid, de Iberia.
- En el vuelo de Iberia, la lamparita de mi asiento estaba rota y el comandante dio orden de que se encendieran todas las luces. Algunos pasajeros protestaron y el comandante dijo: “El maestro tiene que terminar su libro”.
- Para mí, escribir bien es encontrar el adjetivo exacto (los nombres propios ya están, mesa, silla).
- Demoré El otoño del Patriarca un mes porque no encontraba un adjetivo… y ahora no me acuerdo cuál es.
- La escritura es una forma de hipnosis. Hay que ir despacio para que no se te despierte el lector que atrapaste. Si pierde ritmo, va a parpadear.
- La soledad es absoluta cuando escribes.
Gabriel García Márquez. un escritor y sus lecciones. (Foto: Cuartosuro)
- No uso mucho adverbios terminados en “mente”.
- Siempre dejo el título para el final. Hemingway iba anotando, al final tenía 80 títulos.
- En Cien años… el título salió con la frase final.
- Si en Las mil y una noches pones que las alfombras vuelan, es creíble, en mi caso eran esteras.
- Si la Virgen María subió al cielo, por qué no permitir que Remedios la Bella se fuera con las sábanas. [Se refiere a uno de los personajes más fascinantes de la novela Cien años de soledad que “muere” cuando se deja llevar por una sábanas rebeldes que se sueltan de los broches. También dijo: “una tarde salí al jardín y vi a una mujer colgando las sábanas, y así se fue Remedios”].
- Primer indicio de que un libro va a perdurar es que pase de padre a hijo.
- Clásico: el libro que un librero tiene siempre porque siempre lo van a pedir.
- Pablo Neruda y Matilde llegaron al festival de teatro de Marizales en octubre del 67 y dijeron de Cien años…: “Es el mejor libro escrito en español después del Quijote”.
García Márquez, joven, en su casa de México.
La vida, el dinero, las cartas
- Me costó mucho aprender a leer y escribir, me bautizaron de grande, parado en una silla. Hacía historietas y las repartía en el colegio (siempre escribí).
- Tanta edad y tanta memoria… uno ha vivido tanto que se llenó el disco rígido.
- Es simple, lo que me interesa no se me olvida.
- La vida va dando la nostalgia y es la mejor fuente de literatura. La música, el olor, el lugar.
- No me alcanzarían 120 años para escribir todos los libros quer tengo en la cabeza.
Gabriel García Márquez, único. (EFE/Eduardo Abad).
- Siempre me ronda esa idea, ese reconocimiento, de que a todos, de una forma u otra, nos pasa lo mismo.
- Al Quijote hay que tenerlo en el baño, es dura la primera lectura, pero en donde lo abres tienes siempre algo para leer.
- El español es un idioma ondulante, el inglés es mas preciso.
- Empecé a no tener problemas económicos a los 50 años, pero a principios de los 70 empecé a vivir de mis libros. Me retiré del periodismo a los 35.
- Las noticias en la época de Colón tardaban 100 días en llegar a América (un virrey ahora se enloquecería)… Las cartas viajaban y a veces no llegaban… Somos descendientes de esos novios a los que nunca le llegó la carta.
* Paula Andaló vive en el área de Washington, DC. Es editora en español de KFF Health News. Fue jefa de redacción de El Tiempo Latino, cuando el periódico pertenecía a The Washington Post; y editora de la Organización Panamericana de la Salud. Participó en el taller con Gabriel García Márquez como reportera del diario Clarín de Argentina, donde trabajó 12 años.
Fuente: Infobae