Una habitación con luz tenue con muchos libros de psicoanálisis, filosofía e historia, dos sillas y un sillón parece ser el lugar predilecto para todo tipo confesiones, para manifestar sentimientos y emociones y, sobre todo, para dar lugar a la intimidad. “Estuve laburando muchísimo porque a veces hay que trabajar de un modo difícil para que las cosas aparezcan fácilmente”, dice Gabriel Rolón.
Tal vez es el precio que debe pagar este licenciado en Psicología y escritor por su reciente libro El precio de la pasión, que invita a la reflexión y a la relectura permanente. Allí, el autor analiza los más puros sentimientos en torno a la pasión que involucra -conmueve y perturba- a los seres humanos a lo largo de sus vidas. Así, el amor, el desamor, el deseo, la angustia, la vida y la muerte, el placer y el goce, el erotismo y la sexualidad, el miedo y la felicidad, el duelo, la tristeza, la soledad, el éxito y el fracaso son algunos de los temas que el psicoanalista aborda en su nueva obra.
El precio de la pasión además contiene relatos históricos asombrosos y una buena dosis de mitología griega, el pensamiento de Freud, Jorge Luis Borges, Alejandro Dolina y Enrique Santos Discépolo, entre otros, intercalados con esas historias de diván que caracterizan a Rolón en su faceta de escritor, su otra gran pasión. Desde su consultorio, el psicoanalista más mediático habla sobre la pasión que manifiesta en su noveno libro, un ensayo equilibrado, que ya es un boom de ventas en las librerías.
En su nuevo libro, mezcla mitología griega con psiconálisis, filosofía tanguera y la filosofía de Heidegger. / Marcelo Carroll
–¿Te costó hacer este trabajo de investigación?
–Hace mucho que quería escribir un libro que mezclara la mitología con el psicoanálisis, el psicoanálisis con esa filosofía tanguera y la filosofía tanguera con la filosofía dura de Martin Heidegger. Cada una de estas partes ha sido un intento de abordar el misterio que significa ser un ser humano. Somos seres misteriosos. Por eso, invito al lector a que rememos juntos y allá vamos.
–Hay muchísimas frases que tienen un significado profundo, como “La vida es solo tiempo, quien juega con tu tiempo juega con nuestra vida”.
–Fue uno de los descubrimientos personales que más me marcaron en el último tiempo: entender que la vida es solamente tiempo, que el 70 por ciento de mi tiempo me lo había gastado y por eso tenía que elegir muy bien con quién tomar un café, con quién pasar una tarde, y qué libro elegía para leer.
El análisis nos lleva a reconocer cuál es nuestro deseo y nos invita a caminar hacia él sin olvidar que jamás alcanzaremos la satisfacción total, porque siempre habrá una diferencia entre lo que se busca y lo que se obtiene.
— Gabriel Rolón (@LicenciadoRolon) November 11, 2019
–¿Y cómo es ese tiempo cuando hablamos de amor?
–Que la vida es tiempo es un buen consejo para aquellos enamorados a quien el otro le impone una espera sufriente. Cuando te dicen “dame tiempo que ya me voy a separar” te están pidiendo que le des una parte de tu vida. Hay gente que se fanatiza en salir a buscar ahora lo que no pudo ser en el pasado, como el que busca en Facebook al amor de su vida cuando tenía 17, 20 años y ahora tiene 60 y ya no es. Es toda una construcción imaginaria: pretender encontrar en un hombre de 50 a un chico de 18 es un error.
«La vida es solamente tiempo», aseguda Rolón. / Marcelo Carroll
–El amor está muy presente en tu libro, está asociado al sufrimiento o al dolor. ¿Es imposible amar sin haber sufrido?
–Es imposible amar con la certeza de que uno no va a sufrir, porque todo lo que nos hace sufrir está ligado al amor. Puedo sufrir si pierde mi equipo, si me abandona quien amo o si muere un ser querido. Quien se aventura a un amor tiene que estar dispuesto a llevarse por delante un momento de dolor, y quien no está dispuesto a atravesarlo no debería jugar al juego grande del amor. Hay pacientes que me dicen “yo ya tengo 55, dos hijos. Ya está, estoy bien solo”. No quieren jugar al juego de enamorarse porque no quieren sufrir y están en su derecho.
–Decís que el amor es compartido. ¿Qué ocurre cuando no es correspondido?
–El desahogo es uno de los momentos más complejos que atravesamos, sentirte enamorado de alguien que no se corresponde con tus emociones. El libro tiene una parte muy extensa dedicada a la tragedia y a la melancolía con la historia de Juana La Loca y la de mi paciente Sarah. Quise darle mucho espacio porque la vida está llena de desamores. A todos nos ha pasado de amar a alguien que amó a otro o que no nos amó o lo hizo en un momento y después nos ha dejado de amar. También describo una escena de la película Puntos de amor, donde alguien pierde la memoria y te olvida. Está basada en un hecho real y ahí encuentro una analogía: cuando alguien te deja de amar la sensación que te queda es estar frente a una persona que perdió la memoria. Por eso, el libro dice textualmente y de un modo duro que pocas cosas se parecen tanto a la muerte como el desamor.
No hay decisión sin consecuencias. Mucho más, cuando esas decisiones son tomadas en momentos apasionados, porque la pasión desenfrenada ensombrece a la razón.
— Gabriel Rolón (@LicenciadoRolon) November 5, 2019
_______________________#ELPRECIODELAPASION
–¿Y el duelo?
–Es el proceso que aparece cuando el desamor llega. Lo que te rescata de la angustia de no ser amado por otro es el respeto de ser amado por uno mismo. Cuando sostenés tu dignidad y tu amor propio, entonces podés salir de esos desamores porque no llamás a las tres de la mañana, no llorás, no suplicás perdón, no dejás esos mensajes carnada en Facebook o en Instagram: una foto con una copa de vino que dice “cuánto duele la soledad” esperando que el otro lo lea. No sos poético, sos patético. Hay que resistir todo eso porque el desamor es un infierno.
–¿Entonces, es el deseo o la pasión lo que nos mantiene vivos?
–Las dos, pero más el deseo: es la energía de la pasión cuando es sana. La destrucción, el masoquismo o el sadismo es la elegida para la pasión cuando es enferma. El deseo es el enemigo de la muerte. En cambio, las otras son sus aliadas: te tienen deprimido, encerrado, sin salidas, angustiado, sin poder ponerte de pie. Es esa pulsión de muerte que nos recorre y se satisface de un modo muy perverso.
«Los argentinos somos pasionales», dice Rolón. / Marcelo Carroll
–¿Cómo podemos detectar la pulsión de muerte?
–Cuando te quedás un fin de semana solo en tu casa, porque no es un acto de “qué ganas tengo de quedarme en casa”. O cuando no tengo ganas de salir, no quiero ver a nadie. Uno se da cuenta cuando la pulsión de muerte lo recorre, cuando leemos los mails de alguien que ya no te ama más y llorás, los releés y te angustiás y te fijás en el celular si está en línea y te imaginás con quién está chateando, repetís cosas que te hacen mal y lo sabés. Vas a ver una película triste para llorar y la ponés a propósito para sufrir. Todo eso es la pulsión de muerte que te aísla. En cambio, el deseo te comunica.
–Somos conscientes de que vamos a morir y le tenemos miedo a la muerte. ¿Es por eso que con tal de sentirnos vivos hace su aparición el inconsciente en busca del deseo o de la felicidad?
–Al menos para olvidarnos un rato de que la muerte existe. En La llama doble, Octavio Paz decía que gracias al amor le ganamos al tiempo que nos mata en algunas pocas horas, que algunos convierten en infierno y otros en paraíso. La búsqueda de la felicidad, del amor, y encontrar una pasión sana que nos mueva tiene que ver con contradecir lo que el universo espera de nosotros.
–También citás a Borges: no sabía cómo definir a los argentinos hasta que dijo que somos amistosos. ¿En tu caso, cómo definís a los argentinos?
–Somos muy pasionales para bien y para mal, tan pasionales que no puede haber dos hinchadas en un estadio de fútbol porque se matan. Ahí somos pasionalmente dementes. Pero también salimos corriendo por los barrios con un balde de agua para ayudar a un amigo o al vecino que necesita agua. Tenemos pasiones positivas y pasiones que nos llevan a no rendirnos nunca. Muchos países se habrían entregado por la mitad de lo que hemos vivido y, sin embargo, tratamos de renacer de nuestras tragedias.
También en teatro
Gabriel Rolón también se presentará en teatro con la obra La pasión! Un encuentro más el 2 y 3 de diciembre en El Nacional (Corrientes 960), en la que despedirá el año con una charla con el público. Estos encuentros contarán con la musicalización de Lito Vitale. Entradas desde 850 pesos.
Rolón Básico
Ramos Mejía, 1961. Es psicólogo de la UBA, con especialización en psicoanálisis. También es escritor, presentador de radio, músico y actor. Hasta 2007 y durante 14 años, participó del programa radial La venganza será terrible, conducido por Alejandro Dolina. Es autor del libro Historias de diván, que fue un suceso editorial con varias reediciones. Este título fue adaptado a la televisión. Otros libros de su autoría son Palabras cruzadas, Los padecientes (adaptada al cine), Encuentros (el lado B del amor), Cara a cara y La voz ausente. Está casado con la escritora y psicoanalista Cynthia Wila.
Fuente: Clarín